«Quien no conoce Estambul, no conoce el amor».

Yahya Kemal Beyatlı.

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Carlos Flores Arias – Yahya.

Escritor chileno.

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sábado, 7 de julio de 2007

¿La memoria es para olvidar?

Esta mañana soñé que Iván me proponía ir a un mall y acabábamos en un sitio eriazo como las Lomas de Lo Aguirre, en el local de una bruja que en pocas palabras, le ofrecía a mi hermano un amuleto talismánico consagrado a Basth, la diosa gato egipcia, cuyo propósito sin embargo, era borrar la memoria del portador para dejar atrás todo sufrimiento y las culpas, función que en la antigüedad era atribuida a Mnemosin, la diosa griega de la memoria quien dicho sea de paso, tuvo como hijas a las nueve musas con Zeus, según la mitología. El punto es que en mi sueño, raro como yo, sostuve una discusión filosóficamente moralista con dicha hechicera, que a toda costa pretendía finalizar la transacción con Iván. Mientras ella afirmaba que con ese amuleto (una vela marrón o rojiza delgada con una perforación en su centro más grueso, que simbolizaba el útero y al cual denominó como Laberinto de Bastet) mi hermano podría olvidar todo sufrimiento y culpa, yo me oponía argumentando que la memoria es para olvidar.
En un momento, la mujer decrépita vierte talco en su mesón para iniciar el ritual, al tiempo que reafirma su punto diciéndome: “Las culpas no aportan nada bueno al hombre, sólo sufrimiento. Borrando los malos recuerdos de tu hermano, haré que sea feliz”. Sin embargo, soplo el talco y éste se difumina en el aire en tanto argumento que: “Las partículas suspendidas son como los fragmentos de recuerdos en la memoria de Iván, porque su ritual no podrá extirpar todo el sufrimiento y lo dejará sin un pasado coherente”.
La bruja se molesta conmigo y arguye: “Tú deseas el sufrimiento de tu hermano; no dejas que borre sus errores y lo haga feliz”. A esto yo objeto que: “Sin el recuerdo de sus errores pasados, mi hermano se arriesga a cometerlos nuevamente, pues borrará su memoria pero no cambiará su modo de ser. Los errores le permiten aprender al ser humano y sin sus recuerdos, por malos que sean, mi hermano dejará en el olvido todo lo aprendido”. Ante esto, la mujer calla y en ese momento, papá me despertó.
Ignoro los motivos de este sueño, pero es indudable que la gran mayoría de nosotros ha deseado alguna vez olvidar los oscuros episodios de su vida o retroceder en el tiempo, para cambiar los sucesos. Sin embargo, las repercusiones de esto si fuera posible, cambiarían no sólo nuestras vidas, sino toda la humanidad, como el Efecto Mariposa. ¿Cómo podríamos saber entonces, cuando estamos a punto de repetir los errores que quisimos cambiar? ¿Cómo podríamos estar seguros de que dicho cambio no será peor que nuestro error inicial?
Por alguna parte leí que el destino es aquello que se interpone cuando tenemos otros planes. Pero saber cómo opera exactamente el destino es algo imposible para la limitada mente humana. Tal vez mamá tenga razón al decir que todo cuanto nos ocurre es consecuencia de nuestros propios actos, lo que se conoce místicamente como la Ley de Causa y Efecto.
Quizá algunos crean que nuestras vidas no son sino producto del azar y por tanto, una mezcla sinsentido de sucesos que al ser narrados cobran significado. Aquí podría verse si es regular aquello de “Si haces el mal, no obtienes el bien”. Doquiera que vengamos, existen pautas morales universales, como el hecho de que golpear a la propia madre es mal visto en Chile, Japón o Groenlandia.
Bajo ese precepto, no cabe decir que el mal depende de lo creído por cada individuo; el sufrimiento y la culpa no difieren mucho de oriente y occidente. Distinto es que aquí seamos menos rigurosos que en Japón.
El punto es cuán difícil sería saber si en mi sueño la bruja o yo estábamos en lo correcto. Bajo mi lupa, que carga con toda una cosmovisión cultural arrastrada desde hace milenios, el sufrimiento efectivamente le permite al ser humano aprender de sus errores; pero otro individuo procedente de un sistema cultural distinto, podría creer que borrar la memoria de alguien sería bueno para evitar la culpa y entonces, dependería únicamente de su libre albedrío e intuición repetir o no los pasos en un mundo que inevitablemente, te conduce a errar.
Que al borrar la memoria se extirpe el sufrimiento de una persona por sus culpas, depende de evitar que dicho individuo cometa los mismos errores del pasado, lo cual seguramente se lograría al cambiar todo el entorno. Pero aun recordando todo lo vivido, ¿no cometemos a veces los mismos errores? Es lo que técnicamente los psicólogos denominan “patrón de conducta” y vulgarmente se conoce como “tropezar con la misma piedra”. Si lo vemos así, es fácil deducir que a veces sufrimos porque buscamos hacerlo y no por culpa de terceros… Lo malo es, que tendemos a culpar a otros por nuestro sufrimiento y nos cuesta reconocer cuánta responsabilidad tenemos en nuestro propio dolor. Sin embargo, si la vida fuese un autobús, ¿no sería mejor ser el conductor que un simple pasajero? De ello dependería cuánto pudiéramos aprender de nuestros errores.

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Yahya. Carlos Flores A.
Escritor chileno.