Ayer hubo al menos
doce fallecidos en un atentado al semanario satírico parisino Charlie Hebdo e
inmediatamente Facebook se llenó de comentarios contra los musulmanes, diciendo
que debía defenderse la libertad de expresión. Pues bies, éste es el tema que
ocupará el presente artículo de mi blog, porque los usuarios de redes sociales
son muy buenos para expresarse sin siquiera saber de qué hablan concretamente.
En primer lugar,
me gustaría aclarar que como musulmán, repruebo absolutamente el asesinato de
personas inocentes e indefensas como ocurrió en Francia, especialmente porque
el Noble Corán dice específicamente que ante los ojos de Allâh (swt), matar a
una persona tiene la misma carga que haber matado a toda la Humanidad y salvar
a alguien tiene el mismo significado que salvar a toda la Humanidad. Se nos
enseña que sólo Allâh (swt) es Dueño de la vida y de la muerte y no debemos
matar a ninguna criatura.
En segundo lugar,
debo mencionar que uno de los policías fallecidos en el atentado era musulmán,
pues en Francia la población islámica es numerosa. El radicalismo en todo
sentido es negativo y no debe causar bajo ninguna circunstancia la nefasta
discriminación generalizada, pues los propios musulmanes parisinos fueron
primeros en repudiar este deleznable acto.
Si bien es
horrible lo ocurrido, nadie toma en cuenta que las autoridades francesas han
promovido un rechazo radicalizado a musulmanes, ejerciendo islamofobia
igualmente reprobable. Consideremos pues que de un tiempo a esta parte las
mujeres musulmanas en Francia tienen prohibido usar públicamente el hiyab, que
no sólo es parte de su religión sino también de su cultura e identidad. Así mismo,
las burlas de este semanario satírico contra el Profeta Muhammad (saws) podrían
considerarse del todo escandalosas por sugerir abiertamente que fue pedófilo,
sin investigar su vida en profundidad para tener bases certeras sino sólo en
pos de la libertad de expresión y creatividad.
Ayer en Facebook
tuve un debate muy irritante con alguien que siendo ateo decía que si soy
musulmán, debo serlo en mi casa pero no públicamente y jamás entendió que la
religión como la identidad no es una camisa que debas quitarte o ponerte según
la ocasión. Seguramente esta persona sería feliz si en público un musulmán
bebiera alcohol, comiera cerdo y sólo se comportara correctamente entre las
cuatro paredes de su casa. Sin embargo, esto es hipocresía, pues uno debe ser
musulmán todo el tiempo y si bien hay exigencias que no podremos cumplir por
nuestras imperfecciones y limitaciones, no debemos intentar complacer a quienes
nos aceptarían sólo si cometiéramos las mismas faltas que ellos. ¿Por qué yo,
siendo musulmán, debo renunciar temporalmente a mis valores morales, ideales y
creencias para simpatizarle a esta persona atea?
Él acusaba a los
musulmanes de ser invasivos con nuestras costumbres e incluso sugirió que sólo
debíamos profesar nuestra religión dentro de países musulmanes. Sin embargo,
siendo musulmán no obligo a las mujeres a usar hiyab ni a otros hombres a rezar
cinco veces diarias; mi religión es algo que practico sin estorbarle a nadie y
no veo por qué a un ateo deba molestarle que sea musulmán practicante. Seguramente
también hablaría mal de mí si fuera hipócrita, siendo musulmán de la boca para
afuera y sin cumplir los pilares del Islam.
En definitiva,
terminé la discusión porque se transformó en un diálogo de sordos donde cada
quien esgrimía sus argumentos en una biografía de Facebook ajena, donde la
usuaria obviamente se molestó porque si queríamos atacarnos, debíamos hacerlo
en nuestras propias páginas.
Dicen que la
libertad de expresión y creatividad son razones suficiente para obligarme a
tolerar que difamen al Profeta (saws) y me encierren en mi casa si quiero
practicar mi religión, sin derecho a moverme donde quiera o viajar al país que
desee. Estas personas que me discriminan por el sólo hecho de ser musulmán –pues
temen que esto sea sinónimo de terrorista–, son las mismas que dicen ser
tolerantes, luchan contra la discriminación y disfrazan como falsa libertad de
expresión un manifiesto mensaje de odio celebrado mediáticamente como sátira
cómica. ¿Cómo se entiende esta contradicción en sí misma? Intentemos entender:
Yo, musulmán, debo
aceptar que personas progresistas, tolerantes, intelectuales y evolucionadas,
defensoras de los derechos de toda minoría, me obliguen a soportar la
difamación del Profeta (saws) y sus enseñanzas, profesar mi religión encerrado,
sospechen de mí por mi religión, no me permitan manifestarme como musulmán
públicamente y promulguen leyes para forzarme a asimilar conductas que van
contra mis ideales, so pena de ser arrestado o expulsado del país y en este punto no estoy mencionando ninguna nación en particular. ¿No les
parece irónico?
Más aun, cuando
ocurre un atentado terrorista al cual como musulmán me opongo rotundamente, todos
se compadecen y con razón de las doce víctimas, sin considerar que uno de los
muertos es musulmán y que se puede desatar un violento rechazo al Islam,
absolutamente injustificado pero promovido socialmente.
Este hombre con
quien debatí en Facebook me decía que cuando ha visitado Turquía, acepta
descalzarse y que su esposa cubra su cabeza con un velo para entrar en una
Mezquita; pero no acepta que en su país las mujeres musulmanas usen hiyab por
las calles. Le hice ver que en Occidente es mal visto que una mujer entre en
una Iglesia católica usando escote o minifalda. Básicamente es el mismo
principio de ingreso a cualquier templo, sólo que una mujer musulmana no deja
de serlo al salir de la Mezquita y por ello, al ir por la calle es cuando más
debe usar el hiyab voluntariamente, para resguardar su pudor.
Quien diga qué el
Islam sólo le impone obligaciones morales a mujeres, ignora que son
recomendaciones y que un hombre musulmán también recibe sugerencias, como bajar
la mirada ante las mujeres, para no fijarse en sus atributos femeninos
lascivamente.
Durante estos días
el programa Intrusos transmitido por La Red TV, han hablado pestes de las
telenovelas turcas que los canales chilenos han comprado. Los panelistas
protestan porque hace algunos años había seis programas televisivos dedicados a
la farándula y hoy se transmiten seis producciones eurasiáticas. Sin embargo,
las críticas no llegan hasta ahí porque uno de los panelistas siempre critica
Turquía como cultura y a los turcos, rayando abiertamente en la xenofobia sin
considerar que, siendo gay defiende los derechos de la comunidad GLBTI. Ésta también
es una contradicción manifiesta e irritante, porque siendo víctima de
discriminación, yo personalmente no me atrevo a discriminar a nadie, haciéndole
pasar por las penalidades que esto implica. Siendo discriminado por cualquier
motivo, ejercer discriminación sobre otro es una hipocresía.
No menciono esto antojadizamente
sino como demostración de que la discriminación puede ejercerse incluso
públicamente, sin importar país ni otras condiciones. Si hablas mal de alguien
y trabajas en ello, siendo un personaje público e tu obligación aceptar que
otros hablen mal de ti y si no te gusta, debes controlar tus declaraciones,
sabiendo que la palabra tiene poder y puedes causar efectos sociales muy
negativos contra el sector social que estás discriminando. Si criticas que los
canales nacionales le den preferencia a exitosas producciones dramáticas
extranjeras en desmedro de programas del rubro en el cual tú te desempeñas –sin
importar si lo haces bien o mal–, no recurras a argumentos tan mediocres como
discriminar por raza, cultura o nacionalidad, sabiendo que en tu país hay
inmigrantes de muchos países quienes, como en todas partes, han aportado a tu
propia cultura e identidad nacional aunque no te guste admitirlo.
Si ves que los
programas televisivos del rubro al cual te dedicas ya no son del gusto general
y cada vez van desapareciendo más, lo correcto no es aportillar el éxito que la
competencia ha obtenido transmitiendo excelentes producciones extranjeras; al
contrario, lo correcto sería esforzarte en hacer un mejor trabajo y así, encantar
nuevamente al público cin programación de calidad.
Todo esto lo digo
en mi blog personal porque me he dado cuenta de que a pesar de ser una red
social, Facebook está lleno de casos en los cuales uno dice algo y causa un
debate, malentendidos o declaraciones fuertes. Últimamente en Facebook no tengo
libertad para hablar de deportes, política, religión ni sexo porque todo
escandaliza a quienes me leen.
Como pueden ver en
este artículo, la libertad de expresión se relativiza bastante al momento de
ejercer tolerancia. Todos la exigimos, pero pocos son capaces de darla
realmente. El hombre con quien tuve ayer el debate me decía que todas las
religiones son hipócritas y causan guerras. ¿Es así? Según lo veo, la
hipocresía y la guerra son responsabilidad de los seres humanos, que
radicalizan sus ideologías ya sean de un extremo u otro. Si queremos respeto y
tolerancia, debemos entender que así como el ateo tiene derecho a no creer, el
religioso lo tiene de profesar su religión sin tener que esconderse,
avergonzarse ni temer las reacciones de gente temerosa y prejuiciosa. Atención,
que no estoy refiriéndome a casos particulares que me ha tocado tratar sino a
generalidades vistas últimamente.
Durante la Edad
Antigua, los cristianos fueron lanzados a los leones. En la Edad Media, la
Inquisición se encargó de torturar y ejecutar a judíos, musulmanes y ateos. Al
llegar la II Guerra Mundial, mataron masivamente a judíos, musulmanes, gays y
extranjeros. ¿En qué se diferencia esto de lo ocurrido actualmente?