jueves, 13 de febrero de 2014

Un Du’â por Yahya

Foto: captura del diario íntimo del Ché Guevara.
A veces uno se ahoga en la angustia de no saber hacia dónde nos conducirá el destino, porque hemos tomado malas decisiones creyendo que hacemos lo correcto según los ideales que siempre hemos defendido.
Sin embargo, es cuando nos caemos que cuestionamos aquellos ideales y aunque a todas luces la alternativa haya sido incorrecta, pensamos «Debí tomar el otro camino». Pero ya es demasiado tarde y sólo nos queda cargar con las consecuencias de nuestros actos.
En esta vida no tenemos la opción de dar un paso atrás y por lo general, nuestros errores no sólo afectan el futuro que tenemos sino también a terceras personas, cuyo sufrimiento por nuestra causa es absolutamente inmerecido.
En estos días mi diario íntimo se ha llenado de frustraciones desde el 28 de enero y aunque en los siguientes días intenté salir a flote desesperadamente, no supe cómo, empeorando mi estado inicial.
Ahora sólo estoy haciendo Du’â y esperando que Allah (swt) en su inmensa misericordia me enseñe el camino correcto, la salida de este laberinto, una esperanzadora puerta hacia un nuevo inicio donde, según sea Su voluntad, yo pueda reconstruir lo mejor posible un muro que se me ha venido encima, aparentemente sin previo aviso.
Şeytan maneja muy bien la especulación. Debo tener cuidado con eso para no equivocarme aún más, si fuera posible. Por el momento sólo debo reconstruir un muro para encontrar mi perdida estabilidad. Pero si me dejo llevar por las inseguridades, los temores fundados en la especulación y esta paranoia que desgraciadamente me caracteriza, acabará viniéndoseme encima la casa entera y moriré bajo los escombros.
ĺnşAllah pronto pueda escribir en mi diario páginas más optimistas, ese nuevo camino que espero iniciar donde se quedó el anterior, pero con una mirada más positiva y sin aguardar el destino final sino al contrario, disfrutando mi paseo y tomando tiempo para descansar en cada estación de paso.
No puedo pedir que Allah (swt) me bendiga aún más, como si no lo hubiese hecho ya a ultranza. Al contrario, ahora sólo le pido que me ayude. Amin.
Quienes de entre ustede hagan Du’â, por favor acuérdense de mí. Gracias.

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