Ahora más que nunca, con los golpes sufridos por la economía a nivel mundial, se hace necesario reflexionar en las consecuencias ulteriores que podrían traer a los países más pobres del globo. Sin duda, África y algunos sectores de América Latina resienten aún más el desastre financiero de las últimas semanas.
Si las bolsas de valores en países desarrollados como Estados Unidos, apenas han aguantado, gracias a la inyección de 700.000 millones de dólares, es de suponerse que naciones menos consolidadas económicamente tendrán a corto plazo efectos sociales, políticos y culturales muy negativos.
Sólo la semana pasada, en Europa se inyectó 30.000 millones de euros, para sostener el sistema económico, cuyos efectos han llevado a la banca rota a los principales bancos. En España por ejemplo, Santander tuvo una baja del 10%, en tanto las hipotecas suben increíblemente.
Aunque no haga falta serlo, cualquier economista, analista político o incluso un sociólogo puede deducir que al aumentar la cesantía producto de la crisis financiera en las empresas, las personas no podrán pagar sus deudas e hipotecas; de esto, se desprende que los bancos se vayan a quiebra y deban ser intervenidos con enormes sumas de dinero. Sin embargo, otro efecto dominó de este proceso es que sin dinero para comprar suministros o pagar, las personas perderán sus hogares; entonces, los desórdenes civiles por la inestabilidad social y la demanda al mercado negro, único poseedor de suministros, no se hará esperar.
Los gobiernos a mediano plazo, sólo podrán contener a la muchedumbre usando la fuerza. Lo peor está por venir, pues no es sólo la falta de suministros vitales lo que puede derrumbar nuestra sociedad, sino el constante e inútil intento por mantener un sistema económico insostenible.
Esto puede conducir incluso, a una nueva guerra mundial, donde los gobiernos occidentales y orientales peleen hasta la última gota de petróleo, utilizando todo recurso del cual disponen.
Creer que esto es demasiado alarmista, puede resultar hasta ingenuo. Como sabemos, todo fenómeno social es producto de un proceso y no del azar. Por otro lado, recuerden que la historia es cíclica, pues los procesos humanos se repiten dependiendo de la estabilidad que mantengan los distintos factores sustentadores de la civilización, que tarde o temprano colapsan porque si no fuera así, viviríamos en una utopía.
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