viernes, 26 de diciembre de 2014

Terminadas las correcciones

Por fin terminé las correcciones de Síndrome de Estambul que me pidió la editorial. Tras semanas trabajando arduamente, ya tengo lo que podría publicarse.
Durante estas semanas me dediqué a corregir todas las mañanas y Allâh (swt) es testigo de que a veces me quedé dormido en los lugares más insospechados, producto del agotamiento. La gente cree que ser escritor es fácil y el máximo esfuerzo sólo requiere que uno se siente frente al monitor a esputar cualquier cosa que se le ocurra. Es de una ingenuidad e ignorancia manifiestas.
Sin embargo, no me quejo del sudor, pues al mismo tiempo sentí como si tuviese la oportunidad de repetir el viaje que hice en 2011. El relato contiene elementos autobiográficos, pero también da cabida a ingredientes ficticios que sazonan la preparación literaria y de seguro, aumentarán el interés del lector.
Éste tal como mis anteriores trabajos, no fue una novela escrita para satisfacer el capricho de lo que me gustaría leer. Siempre que escribo algo, incluso en el presente blog, intento entregar al lector las herramientas para construir su propia historia a partir de lo que me lee. En este caso y sin ánimo de ser presuntuoso para nada, pretendí contagiar mi amor por Turquía, que otros se interesaran en descubrir los ancestrales misterios tan cautivantes para mí. En otras palabras, intento retomar el rumbo a tierras osmanlíes, pero acompañado por cada lector que se deje seducir a través de mi relato.
Para mi sorpresa, leyendo mis propias palabras me di cuenta del uso de muchas figuras retóricas y licencias poéticas. Pude no sólo recordar los hechos sino también las sensaciones, aromas, colores, sabores y emociones. Es lo que trato de transmitir a cada lector, para contagiarle mi síndrome crónico.

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