Once muertos en un atentado contra un autobús de policías en el centro de Estambul.
Una bomba activada por control remoto estalló cerca de una parada de autobuses.
Andrés Mourenza.
Estambul
Cuatro personas han sido detenidas bajo la acusación de estar
relacionadas con el atentado, ha informado la agencia de noticias
Anatolia.
La explosión se produjo en torno a las 8.40 en el barrio de Vezneciler,
a menos de 100 metros de la estación de metro del mismo nombre, de una
importante parada de autobuses y del Ayuntamiento Metropolitano. Muy
cerca se encuentran la Universidad de Estambul, el acueducto de Valente,
el Gran Bazar y la Plaza de Beyazit, por lo que es un lugar muy
concurrido por los turistas. Precisamente, los medios de comunicación
locales han afirmado que el hecho de que el hotel Celal Aga, junto al
que se ha producido la explosión, estuviese cerrado, ha evitado que se
produjesen más víctimas mortales.
Numerosas ambulancias acudieron al lugar para atender a los heridos
del potente atentado. La explosión hizo volcar un autobús que
transportaba agentes de policía y destruyó numerosos vehículos y
escaparates de los negocios de la zona, según mostraron las primeras
imágenes. También la mezquita Sehzade, una obra maestra del arquitecto
Sinan construida en el siglo XVI, resultó dañada.
Varios testigos señalaron a la agencia oficial Anadolu y a la privada
DHA que tras la explosión se escucharon sonidos de disparos. Además de
acordonar el lugar, la policía procedió a evacuar varios edificios
cercanos y desde la megafonía de una de las mezquitas de la vecindad se
hizo un anuncio para que los fieles abandonasen el templo y los
artificieros pudiesen explorar la zona en busca de otros posibles
explosivos. “Se trata de una medida de precaución habitual. En estos
casos, cualquier cosa sospechosa que se encuentre se detona de forma
controlada”, explicó el gobernador Sahin.
Pese a no haber sido reivindicado por ningún grupo, el modus operandi
y el objetivo hacen sospechar de grupos armados kurdos como los
Halcones de la Libertad del Kurdistán (TAK) y el Partido de los
Trabajadores del Kurdistán (PKK), inmersos en una guerra sin cuartel
contra el Estado turco iniciada el pasado julio. Desde entonces, unas
1.500 personas –un tercio de ellos civiles- han muerto en los
enfrentamientos entre fuerzas de seguridad turcas y militantes kurdos.
Al menos media docena de localidades en la región kurda han sido
sitiadas por el Ejército e inmensas partes de ellas reducidas a
escombros por los bombardeos y los combates. Según Amnstía
Internacional, medio millón de kurdos han sido desplazados por el
conflicto.
El presidente turco, Recep Tayyip Erdogan,
ha señalado a los kurdos, en un mensaje televisado, al asegurar que “no
es nada nuevo que el PKK atente en las principales ciudades como
Estambul”. Erdogan, tras visitar el hospital que está atendiendo a las
decenas de heridos, ha afirmado que lucharán contra los terroristas “de
manera implacable y hasta el final”.
En represalia por la campaña militar de Ankara, el TAK había
amenazado con atentados contra el sector turístico de Turquía y contra
ciudades del oeste del país y, de hecho, dos ataques, en febrero y marzo,
acabaron con la vida de más de 60 personas, en su mayoría civiles, en
la capital turca. Esta organización se presenta como autónoma del PKK,
pero diversos analistas la consideran un grupo pantalla utilizado por la
guerrilla kurda para llevar a cabo atentados que podrían restarle
popularidad, al estilo de lo que era Septiembre Negro para la OLP palestina.
El pasado 12 de mayo, un ataque del PKK contra un convoy militar en
el barrio estambulí de Sancaktepe (en la orilla asiática de la ciudad)
dejó 5 soldados y 3 civiles heridos. Un día más tarde, en una aldea de
la provincia suroriental de Diyarbakir, un camión cargado con 15 toneladas de explosivo detonó por error
llevándose por delante a cuatro miembros de la organización kurda y a
una docena de vecinos que habían descubierto a los milicianos y trataban
de convencerlos de que se entregasen.
Sin embargo, la insurgencia kurda no es la única a la que se dirigen
las miradas ya que el Estado Islámico (ISIS) también tiene a Turquía en
la mirilla desde que el año pasado comenzó a tomarse en serio la lucha
contra la organización yihadista. Desde ese momento, sus acciones han
provocado la muerte de unas 200 personas en diversos ataques en Diyarbakir, Suruç, Ankara, Estambul, Gaziantep y Kilis. En Estambul, el ISIS acabó con la vida de 10 turistas alemanes en la plaza de Sultanahmet el pasado enero y en marzo con la de otros 4 en la avenida Istiklal,
ambos lugares muy frecuentados por el turismo. En el caso de Kilis, los
yihadistas han sometido la localidad a un intenso fuego de obuses que,
en los últimos meses, han matado a una veintena de personas.
Fuente: El País.com.
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