Recientemente es muy frecuente ver en los medios alguna noticia sobre
famosos que se han tomado fotos íntimas y luego, misteriosamente se filtran
desatando un escándalo, como si se tratara de un tema país. En realidad, ha habido casos sobre todo de mujeres, en
los cuales las víctimas han sido incluso despedidas de sus empleos y no puede
negarse que las consecuencias van más allá del reportaje en un programa matinal
o farandulero.
Sin embargo, en otros casos sin importar la nacionalidad del afectado, el
hecho de filtrarse fotos se toma casi como un chiste sobre todo si la víctima
es un hombre. Entonces, podría ser apropiado aunque no siempre, sospechar que
el incidente ha sido provechoso para potenciar la carrera profesional, a veces
alicaída, del sujeto… Lo mismo suele ocurrir cuando una celebridad de quien
hace tiempo no se habla, repentinamente sale del armario por la puerta grande.
En lo personal, siento que como espectador, a veces intentan meterme el
dedo en la boca con el asunto de fotos íntimas filtradas. Algunas víctimas
argumentan que su privacidad ha sido vulnerada, que las imágenes son falsas o
no han dado permiso para publicar aquel material. Empero, en sus redes sociales
todo es público y además, argumentan tomarse fotos desnudos para enviarles a
sus parejas por WhatsApp debido a la ampliación actual experimentada por la
sexualidad actualmente… No me vengan con cuentos.
En primer lugar, sin importar si son famosos o no, casi todos los usuarios
de redes sociales buscan seguidores aunque no tengan nada qué decirle al mundo
y por eso, algunos cometen el nefasto error de publicar contenido sin ningún
filtro de privacidad, siéndoles prácticamente imposible asegurarse de que ese
material no sea después utilizado por algún inescrupuloso; el ego pesa más
cuando buscamos admiradores.
Yo tengo un perfil en Instagram, pero es privado porque aún siendo
escritor, no me interesa tener veinte millones de seguidores a los cuales de
ningún modo podría responder todos sus comentarios y mensajes. No es mi
intención hacerme perfiles en redes sociales para publicar cinco selfies
diarias sin importar quién las vea o comente. Por lo mismo, no sigo ninguna
figura pública nacional salvo un escritor, pues la mayoría ignora a sus
seguidores y sólo alimenta el ego con los halagos. Parto de la base que si no
tienes ningún criterio selectivo al aceptar amistades en redes sociales –de las
cuales muy pocas lo son realmente–, no puedes quejarte de que luego tus fotos
aparezcan en alguna página que hasta desconoces.
Por otro lado, si bien en mis cuentas tengo algunas selfies, creo que es muy poco interesante postear cinco diarias y de algún modo la gente se agota. Prefiero poner fotos sobre los temas que me interesan como Turquía, comidas, películas, libros, hechos noticiosos e incluso personajes históricos. De esa manera me doy a conocer como persona y no sólo un maniquí.
Por otro lado, si bien en mis cuentas tengo algunas selfies, creo que es muy poco interesante postear cinco diarias y de algún modo la gente se agota. Prefiero poner fotos sobre los temas que me interesan como Turquía, comidas, películas, libros, hechos noticiosos e incluso personajes históricos. De esa manera me doy a conocer como persona y no sólo un maniquí.
Además, en cuanto al otro punto, no puedes alegar que violaron tu
privacidad si para ti una expresión de la sexualidad es enviarle por mensajería
instantánea fotos de desnudos a tu pareja. La intimidad no requiere de avances
tecnológicos, porque implica el encuentro amoroso entre dos personas que se
respetan… Y si quieres tener sexo casual con más personas sin necesidad de
implicarte emocionalmente, eres libre de hacerlo; incluso puedes buscar
compañeros sexuales en páginas como Badoo, Tinder, Match o Grindr. Pero si eres
alguien famoso, no pretendas que los demás usuarios respeten tus fotos sin
difundirlas ni niegues tener perfiles ahí.
De un tiempo a esta parte me molesta que no se transparenten las
situaciones difundidas en medios masivos de comunicación. Últimamente cuando
ocurren estas filtraciones, los rostros televisivos solidarizan tanto con el
afectado que le victimizan a ultranza. ¿Pero dónde queda la responsabilidad de
esta persona cuando decidió tomarse fotos desnuda, sin considerar los riesgos
al ser un personaje público? Luego, aparecen dando entrevistas donde se
lamentan de las consecuencias posteriores o niegan ser quien aparece en las
imágenes aunque a todas luces sean auténticas y hacen uso de su credibilidad.
¿La marca de nacimiento, lunar o tatuaje te salió al revés? Cualquiera sabría
que si la foto fue tomada frente a un espejo por ejemplo, todo sale del lado
contrario.
¿Tu trasero no es tan bien formado como se ve? Bueno, existe el Photoshop
que podrías usar si tu intención es tener más seguidores; si usas tanto
maquillaje para salir en televisión, emplear este programa no te supondrá un
impedimento. Hay otros casos en que por ejemplo, si la persona apoya su trasero
sobre alguna superficie, se verá más turgente que estando parada.
¿Dices que le pusieron tu cabeza al cuerpo de otra persona o que no se ve
tu rostro porque estás de espaldas? Pero a veces hasta se nota la joyería que usas
como por ejemplo, collares.
No me considero un personaje público y tal vez si quisiera, podría tomarme fotos
desnudo aunque por dignidad, actualmente prefiero no hacerlo. Pero si fuese
famoso, jamás se me ocurriría… Algunos lo hacen sin pensar en el costo y sólo
por divertirse un rato, pero después se dan cuenta del error e intentan poner
un paño frío para no perder el empleo ni ver menoscabada su reputación. Según yo
lo veo, si metiste la pata, es mucho mejor ser honesto y estar al pie del cañón
hasta el final, admitiendo ser tú quien aparece en las fotos; total, es tu
vida, es tu cuerpo y si quieres mostrárselo a todo el mundo, hazlo. Nadie te
obligó ni te chantajearon y tampoco te drogaron, lo hiciste por voluntad
propia; cuando un adulto toma decisiones, sean buenas o malas, debe vivir con
el resultado.
Ahora se afectó a hombres. El primero dijo que habían sacado fotos de sus
perfiles públicos en redes sociales y trucaron una donde supuestamente se ve su
trasero reflejado en un espejo. Sin embargo, no demandará a quien las publicó
en su propio blog gay de famosos chilenos desnudos y hasta se lo tomó con
humor. Me alegro, porque siendo un rostro televisivo ha salido del armario y
hablado abiertamente de su sexualidad, con naturalidad; no tendría sentido
espantarse porque la comunidad gay y bisexual quiera verlo desnudo.
Esta figura pública nunca ha temido desperfilarse
y también es bueno que tampoco permita a los medios encasillarle en un marco
inquebrantable del profesional uniformado e incorruptible, pues antes que todo
es un ser humano con luces y sombras como todos. Lo peor es pretender construir
una imagen incorruptible, como si estuviésemos por encima de los demás seres
humanos, pues nadie es infalible.
El segundo admitió que las fotos eran suyas, incluso una frontal. Pero negó
haber dado su permiso para publicarlas en alguna página gay. Sin embargo, lo
bueno en su caso es que considera natural la desnudez. A mi parecer, si estas
fotos trucadas o expuestas sin autorización causaron tanto revuelo, ambos
deberían publicar imágenes auténticas para que los demás hablemos con razón y
no nos llenemos de aire la boca. Entonces, podrán enorgullecerse diciendo «Esto es mío» pero además,
conseguirán muchos más seguidores porque a fin de cuentas, a eso se reduce en
la mayoría de los casos.
Un programa de farándula le consultó al dueño del blog gay donde se
publicaron estas imágenes y sin especificar nombres, se defendió diciendo que
la mayoría del material se lo envían los dueños por chat. Desconozco el aspecto
legal y puede ser absolutamente equivocado, pero dependiendo de la conversación
sostenida y mantenida en privado, basta con decir «Puedes hacer lo que quieras»
para darle al individuo un permiso implícito aunque la intención no fuera esa.
En lo personal, creo que siempre se debe utilizar el sentido común… Si
estoy chateando con el dueño de un blog donde se expone material de desnudos y
le envío mis fotos, debo deducir que aún sin darle una autorización explícita,
estoy arriesgándome. Además, actualmente es incluso ingenuo creer la seguridad tecnológica; en
primer lugar, toda foto se toma para ser mostrada y no guardada bajo siete
llaves pero en segundo, si queremos mantener nuestra privacidad deberíamos
tener siempre presente cuan vulnerable es todo contenido virtual, sin importar
cifrados, respaldos ni complejas contraseñas.
Algunos son muy inseguros en alguna medida; excepto yo porque sé que soy
feo, pero no necesito publicar fotos íntimas para saberlo… Ya en serio, antes
buscábamos la validación personal estudiando una buena carrera pero hoy la perseguimos
mediante opiniones de terceros sin siquiera conocer a quienes nos dan los
dichosos Me gusta, sin importar
cuánto debamos hacer para conseguirlos.
A menudo cuando perseguimos tanto la aprobación de terceros, aunque sea
vacía y a través del exhibicionismo, es porque arrastramos algún trauma con
frecuencia desde la niñez porque nuestros compañeros de clase nos molestaban
por ser gordos, flacos, tímidos, pálidos, pecosos, padecer acné o alguna otra
circunstancia… En mi caso no me avergüenza decir que mis compañeros me robaban
la colación a pesar de sufrir diabetes e incluso, por usar una silla de ruedas
y serme imposible avanzar con ella entre los pupitres, estaba obligado a gatear
y algunos me llamaban como si fuese un perro, silbándome; cuando estaba
hincado, se aproximaban diciéndome «Aprovecha
la altura» para sugerirme hacerles un felatio. Aunque
parece cruel, no puedo pintarme como una víctima indefensa e incapaz de
responder, pues sí lo hacía. Nadie puede decirse víctima del hostigamiento sin
haber correspondido en alguna medida. Pese a todo, todavía tengo muy buenos
amigos de aquella época, pues comprendí que a esa edad sólo tenemos ganas pero
ninguna madurez. A veces estos traumas perduran hasta la adultez aunque no
hagan efecto nefasto.
Inevitablemente hemos caído en un espiral de degradación personal donde si
no tenemos seguidores, nos frustramos y si queremos sexo, lo buscamos en
cualquier parte, sin importarnos ningún vínculo emocional ni empático con el
otro. Como resultado, mercantilizamos la intimidad al punto de cosificar al
prójimo, quitándole su valor como individuo pensante y emotivo. Peor todavía,
nosotros mismos nos restamos valor, engañándonos al pensar que la autoestima consiste
en conseguir un elogio insignificante… Publicamos una imagen supuestamente
íntima en la cual a veces ni siquiera mostramos el rostro sino sólo un trasero
o la genitalidad, como diciendo «Esto
es lo que ofrezco».
Ahora es tan fácil llegar a un desnudo buscando pornografía, viendo
televisión, en el cine y tantos otros medios, que el cuerpo humano ha perdido
gran parte de su belleza al mostrarse no como estética sino más bien, como mero
objeto.
Al contrario, deberíamos valorarnos, respetarnos y aceptarnos mutuamente
primero por nuestra condición como seres humanos, lo más básico. Lamentablemente
todos los fenómenos de relación dados en redes sociales ni siquiera se
aproximan a la complejidad del diario acontecer en la intimidad del vincularse
desde cualquier vereda entre las personas.
Tal vez en muchos artículos soy impopular por no opinar como lo hacen las
masas, generalmente manipuladas por los medios y que en gran parte tampoco se
interesan por informarse o simplemente deducir… Pero no me importa, porque
tengo una opinión propia, analítica, crítica, constructiva, pensante y no me
limito a repetir ciegamente.
1 comentario:
Impresionante tu capacidad de resciliencia,y extraordinario tu comentario,por eso te admiro y te quiero
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