Tengo rabia. Quien siempre
me lee sabe de sobra que despotrico contra todo tipo de discriminación y me
concentro especialmente en algunos casos particulares. Esta tarde me contactó
por Facebook una rumana llamada M. E. Bleotu, que a su vez, es amiga de L. Altun.
Al principio fue agradable porque comenzamos a charlar sobre algunos
comentarios que el turco publica en su biografía, pero lentamente la
conversación se fue desviando perversamente hacia sus insinuaciones maliciosas
acerca de por qué el osmanlí supuestamente no tiene amigos europeos agregados
sino sólo mujeres latinas… Lo cierto es que efectivamente tiene amistades
europeas y no pocas.
El Islam prohíbe las
murmuraciones (chismes, habladurías) e intenté desviar el tema para hablar
sobre Rumania. Sin embargo, comenzó a decir que los turcos eran un pueblo
barbárico y se basó en el hecho de que por ejemplo, los padres turcos escogen
la esposa de su hijo. La corregí diciéndole que si bien se acostumbra, no es
una obligación que el hijo acepte la propuesta de sus padres y en Occidente los
hijos no permiten que nadie se meta en sus vidas, pero como resultado de ello,
llegan solteros a los cuarenta años y sin ánimo de establecerse. Insistió diciendo
que ella tenía muchos amigos turcos. ¿Pero cuántos turcos habré conocido yo
durante catorce años amando Turquía?
Como no pudo
dejarme callado, siguió diciendo que los turcos eran demasiado tradicionalistas
para algunos asuntos. Yo objeté diciendo que en Chile sucede igual y un ejemplo
de ello es que todavía se mira mal a un homosexual o una madre soltera aunque
no se dice abiertamente y cuando la comunidad GLBTI intenta empoderarse socialmente,
en lugar de causar respeto provoca risa.
El tradicionalismo
en Turquía es parte de un ancestral sistema de vida apoyado por la milenaria
religión del Islam y las costumbres cultivadas culturalmente durante
generaciones. Por otro lado, en Occidente las tradiciones se han perdido debido
a un mal comprendido sentido del progreso y la modernidad, que nos invitan a
cambiar nuestros valores morales por una liberación extremada, pocas veces
abordada del modo correcto. Aquí conservar las tradiciones se relaciona a ser
anticuado.
M. E. Bleotu comete
el mismo error que mucha gente al criticar un sistema de vida distinto al suyo
sin considerar las diferencias culturales que no nos hacen ni mejores ni peores
sino sólo distintos. Se comete una equivocación mayúscula al viajar a Turquía
suponiendo que por ser un país occidentalizado, podremos encontrar una réplica
de nuestro propio país occidental. Estambul es una ciudad levantada sobre las
ruinas de Bizancio y Constantinopla; del mismo modo, la modernidad turca está
fundamentada sobre el respeto a las costumbres y tradiciones que hacen de
Turquía el país que es hoy. Además, cometemos el error de pensar que todo
comienza cuando nacemos, incluso nuestros países de origen como si no
tuviésemos pasado cultural.
Sin ceder ni un
milímetro en su implacable ataque, dijo que la barbarie turca procedía de las
masacres del Imperio Otomano. Entonces, le mencioné que todo imperio tiene sus
bases en episodios bélicos y los turcos habían participado en guerras. Sin embargo,
hubo otros imperios anteriores y simultáneos que masacraron gente en tiempos de
paz… Sobrados son los ejemplos. Además, sólo por mencionar detalles puedo decir
que durante el gobierno del Sultán Solimán el Magnífico, como se le llamaba en
Occidente, el Imperio Otomano alcanzó su cúspide de gloria y tanto fu así, que
la tolerancia ejercida a favor de los ciudadanos les permitió recibir en sus
tierras musulmanas a cristianos y judíos expulsados del Imperio Hispano por la
Inquisición española que durante tiempos de paz torturó, quemó en la hoguera,
ahorcó, ahogó, descuartizó y desterró a gente considerada hereje. ¿Necesito ser
más específico?
Vlad Dracul es
considerado un héroe patriótico rumano como los chilenos consideramos a
Bernardo O’Higgins. Sin embargo, bien sabidos son los oscuros episodios entre
los cuales se destaca que tenía un bosque de gente empalada. Muchos podrán
decirme que el príncipe valaco pasó gran parte de su juventud en una celda
turca, pero lo cierto es que no se puede afirmar a ciencia cierta que ésta sea
la causa originaria de su conducta sólo comparable a la de otras célebres
figuras históricas de poder como Atila, Gengis Kan o Napoleón Bonaparte sólo
por mencionar algunos.
Es cierto que en tiempos
de guerra se ven cosas horrorosas, pero se debe analizar el contexto y sus
particularidades, no únicamente decir que los turcos otomanos eran bárbaros,
porque es inexacto comparándolo con otros períodos históricos y gobiernos
mundiales.
Ya que se
vio perdida, comenzó a atacar mi religión porque y cito «La fe islámica es hipócrita
amigo. Tengo muchos amigos que han vivido con turcos en Alemania, Francia.
Allâh para arriba, Allâh para abajo Y tienen todas las relaciones
extramatrimoniales que quieren». No le quise decir que Estambul tiene muchas
prostitutas rumanas, porque sería ofensivo para mis amigos rumanos y además, no
se debe generalizar en ningún caso. Habría significado bajar a su nivel.
En lugar de eso, cerré la conversación
diciéndole lo siguiente: «Antes de que sigas... No es cortés insultar la fe de alguien. Creo
que tú y yo tenemos más diferencias que igualdades. Lo que haga un musulmán en
particular no te da derecho a decir que todo el Islam es hipocresía. No debes
olvidar que todos los humanos somos imperfectos, pero nuestros errores no
desacreditan nuestra fe».
Su última frase antes de bloquearla fue «Mañana seguimos, si quieres».
Desde luego que no
seguiremos debatiendo, porque además de cansarme con sus comentarios sobre L.
Altun acusándolo de mentiroso y sugiriendo que es adúltero, no podría ser amigo
de alguien que sin respeto alguno y desde la ignorancia opina descuidadamente
sobre el Islam sin importarle cómo pueda sentirme.
Es cierto que los
turcos a veces tienen un trato difícil y no sé cómo abordarlos. También es
verdad que algunos turcos me han decepcionado durante estos catorce años. No puedo
negar que he conocido musulmanes que han fornicado descaradamente y luego se
comportan como si nada. Pero no puedo comportarme como si por ser musulmanes,
los turcos debieran comportarse perfectamente, sin equivocarse nunca. Son seres
humanos imperfectos iguales a cristianos, judíos o gente de cualquier otra
creencia e incluso ateos y agnósticos.
Aquí mismo he
defendido la idea de valorar al ser humano y respetarnos unos a otros por
encima de nuestros errores, imperfección o limitaciones. Pero vivimos en un
mundo donde pecar es pan de cada día, siendo absolutamente incorrecto que M. E.
Bleotu hable de los turcos como si no tuvieran derecho a tropezar sólo por ser
musulmanes. He conocido a mucha gente que sentencia a los demás como si ellos
mismos estuviesen por encima de la imperfección humana. ¡Bah! Si M. E. Bleotu tiene tantos problemas para aceptar a los turcos, no debería buscar amigos en Turquía.
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