Foto: Doctora María Luisa Cordero para Guachacas.cl.
La psiquiatra, doctora María Luisa
Cordero, dice que los seres humanos tenemos cierto porcentaje de voyerismo y
exhibicionismo en nuestra personalidad. Según afirma, esto queda plenamente
demostrado en el mal uso que le damos a las redes sociales.
Siendo comunicador social y sin tener ningún
estudio de medicina, me es muy fácil darme cuenta de que actualmente la gran
masa usuaria considera las diferentes plataformas sociales como un medio no
para relacionarse con gente sino al contrario, sólo para tener más seguidores.
Pretenden tener mil amigos que
comenten todas sus publicaciones, pero no les gusta ser parte de los mil amigos
de otro ni comentar nada. Hay algunos quienes tampoco se dan el tiempo para
responder algún mensaje y dialogar.
Te eliminan y hasta te bloquean porque
pasaste dos días sin reaccionar a cada foto y estado suyo. Pero por otra parte,
tampoco les gusta cuando pasas al pendiente de sus palabras, pues lo consideran
acoso. Tienen complejo de diva.
Hago mea culpa en reconocer que como
escritor, también busco seguidores aunque no me guste esa palabra. El Islam enseña
que uno no debe seguir a hombres sino sólo a Allâh (cc); tampoco me gusta
llamarles admiradores, porque siendo autor no soy mundialmente conocido ni he
hecho algo merecedor de admiración. Me parece despectivo denominar como fanáticos
a quienes simplemente me escriben buscando amistad, familiaridad porque les
guste mi trabajo.
Por otro lado, hago una diferenciación
bastante marcada entre quienes son mis amigos y conocidos. Detesto cuando
alguien asegura que todos sus contactos en Facebook son amigos, pues es
imposible relacionarse con todos del mismo modo; no existe el tiempo o la
disposición suficiente para dedicarle a cada persona.
Además, a todos nos interesa decir lo
que pensamos pero no meditar sobre las palabras ajenas. La actriz Calista
Flockhart interpretaba a Cat Grant,
jefa y fundadora de CatCo Worldwide Media en la serie estadounidense de ficción
Supergirl; en una charla con Kara Danvers, personaje interpretado por
Melissa Benoist, le dice que todos los Millennials exigen su derecho a la libre
expresión, aun cuando no tienen nada qué decir.
Ésta es una crítica abierta, seria y
muy cierta a la actitud mostrada por los usuarios de redes sociales en general –habrá
alguna excepción, porque no me gusta generalizar–. El ácido comentario no
apunta a que los jóvenes deban siempre hablar sobre temas de importancia global
como la guerra civil en Siria, la permanente crisis en Palestina o la
inestabilidad política y económica de algunos países. Más bien se refiere al
empeño de todos por conseguir seguidores, pero despreocuparnos absolutamente
del mensaje entregado.
Peor aún, en busca de seguidores,
admiradores, fanáticos o como quieran llamarles, la mayoría ha olvidado cómo
hacer amigos porque no les interesa la calidad humana de esos usuarios y se
transforman en meras fotos de perfil sin valor ni contenido. Esto demuestra el
desorden emocional e incluso psicológico de quienes se concentran excesivamente
en los Me gusta. La generación de los
Millennials prefiere relacionarse con usuarios de distintas plataformas
sociales porque les resulta emocionalmente menos complicado que vincularse con
alguien real, más allá del ordenador y que también tenga bemoles.
Siempre hago críticas de esta clase
aunque pareciera ser que nunca doy una solución. Es porque no la hay o al
menos, no una que pueda dar resultado para todos los casos. Conservar y
desarrollar nuestra propia capacidad de mantener los afectos o relaciones depende
de cada uno individualmente; tener éxito en esta tarea se logra sólo con el
respeto mutuo.
Habrá quienes pasen de largo este
artículo ni bien lean el título, otros lo dejarán a la mitad por aburrirse y
los peores, serán incapaces de darle sentido e importancia a mis palabras
porque simplemente no les importa el prójimo. Sin embargo, me explicaré de la
manera más simple posible a aquellos que puedan internalizar esto hasta
llevarlo a la práctica… Actualmente todo está globalizado al extremo de poder
contactarme con un desconocido en Kuala Lumpur, por ejemplo; pero dejemos de
buscar la fama instantánea publicando cualquier mensaje irrelevante y al
contrario, comencemos a considerar que nuestro público está compuesto por seres
humanos heterogéneos, iguales a nosotros en importancia y también quieren ser
escuchados.
La única manera de comenzar a recibir
la importancia que creemos merecer tanto de otros es ser recíprocos y darles atención, escribirles, interesarnos por
ellos como personas –no sólo por su apariencia física–. Cuando comentemos sus
publicaciones hagamos intervenciones inteligentes, que ameriten una respuesta
diferenciándose de las típicas trivialidades breves o los emoticones. De esta
manera se verán obligados a desarrollar un discurso con contenido o
significado. Más aún, nos distinguirán entre la muchedumbre y tal vez,
correspondan nuestro interés.
Usemos las redes sociales de manera
positiva; si tenemos aquella tendencia exhibicionista que expone la doctora
Cordero, mostremos algo bueno; seamos seres pensantes y afectuosos, dejemos de
convertir a los demás en objeto de fanatismo frívolo, ganémonos la verdadera
admiración del lector, oyente o espectador.
Hasta ahora los usuarios de plataformas
sociales han empleado la política del quid
pro quo o traducido del latín una
cosa por otra. Es decir, si no comentas mis publicaciones yo tampoco
comento las tuyas, si me eliminas yo te bloqueo, si me ignoras te ignoro. Comencemos
pues a emplearlo de manera positiva, es decir tanto me das tanto te doy y si alguien se nos acerca, acerquémonos;
seamos respetuosos del otro en cuanto a su calidad como ser humano, sin
considerarle basura desechable.
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