Hoy todos
hablan de Mauricio Ruiz, suboficial y marino primero de la Armada, que habló
públicamente de su orientación sexual..
Es el primer uniformado chileno que habló
sobre su homosexualidad en una conferencia de prensa abordada por todos los
medios de comunicación. Sin embargo, no ha sido algo abrupto ni poco meditado.
Al contrario, hubo que gestionar la autorización de la institución armada por
aproximadamente un año con la ayuda del MOVILH (Movimiento de Integración y
Liberación Homosexual), cuya vocería presente en la conferencia explicó que esto
se hizo «con el fin de apoyar la promoción de la no discriminación y el respeto
a la diversidad».
Con él estaban el presidente del MOVIL,
Rolando Jiménez, el vocero Óscar Rementería y el diputado socialista Marcelo
Schilling, entre otras personalidades.
Me atrevo a escribir este artículo
porque en algunos medios hubo quienes se refirieron al hecho como «confesar la
condición sexual», frase que en sí misma contiene dos errores:
En primer lugar y ya lo he dicho antes
aquí, la homosexualidad no es algo que se confiese como lo haría alguien
culpable de haber cometido un delito. Confesar implica necesariamente una cuota
de punibilidad cuando en realidad, es algo que se comparte como voto de
confianza o bien, porque con ello se persigue una causa mayor y éste tal vez
sea el caso.
En segundo lugar y también lo he dicho
aquí antes, disgústele a quien le disguste –me da lo mismo-, la homosexualidad
es una orientación sexual distinta a la heteronormalidad impuesta socialmente. No
debiera considerársele opción porque nadie en su sano juicio escogería libremente
ser discriminado, burlado y humillado por su entorno, como muchas veces pasa. Tampoco
se trata de una condición porque este concepto denota claramente un carácter de
padecimiento cuando en realidad, la OMS ya no considera enfermedad este estilo
de vida. ¿Hasta cuándo los errores de este tipo?
En algunos medios se han referido a
esta noticia como un acontecimiento histórico por ser Chile un país conservador
donde priman los principios morales impuestos por la Iglesia Católica.
¡Mentira! Este país no es conservador sino discriminador y prejuicioso, pues
algunas calles santiaguinas están repletas de prostitutas extranjeras quienes
están al servicio de los mismos señores arcaicos que ante la homosexualidad,
reaccionan como si hubiesen visto al Diablo en persona. Además, aquí la gente
mayormente es católica a su manera, lo cual implica que casi nadie profesa la
religión como realmente corresponde y a veces, se asiste a misa sólo para el bautizo,
matrimonio o velorio de alguien.
Dejemos de ser hipócritas. Esta sociedad
está llena de dobles sentidos éticos, con los cuales la gente tiene una mente
abierta y casi europea tratándose de sus propias actitudes reprobables. Sin embargo,
cuando alguien más comete errores o simplemente pretende vivir
despreocupadamente y sin interesarle la aprobación del resto, no falta quien se
levanta para apuntar con el dedo como si tuviese alguna autoridad moral
superior o fuese un ejemplo a seguir.
Estoy seguro de que Mauricio recibirá
un mar de correos electrónicos felicitándolo y solicitudes de amistad en
algunas redes sociales, porque después de hoy no faltará quien quiera
acercársele para colgarse de su hazaña histórica o porque tienen algún otro
interés. ¿Para qué hizo esto? Desde mi perspectiva, más que beneficioso para la
comunidad GLTBI será perjudicial para él a largo plazo, porque en Chile la fama
es corta e ingrata y muy pocos saben sacar provecho de ella beneficiando a toda
la sociedad. En un tiempo esta noticia será olvidada y Ruíz deberá ser más
astuto que inteligente para alcanzar mayores objetivos mediáticos en pro de la
integración, antes que la vela se apague.
Otros medios en Internet han cometido
la falacia de decir que el marino causó revuelo en la Armada chilena. Otra mentira
sensacionalista, pues como se ha dicho desde ayer y yo mismo mencioné, Ruiz
solicitó la autorización de sus superiores con meses de anticipación justamente
para no causar un debate valórico ni controversias inútiles a la causa.
¿Cuánto se conseguirá con esto? La causa
GLBTI requiere un trabajo constante de integración y respeto mutuo, donde cada
actor debe practicar el diálogo y la empatía, reconociendo el derecho de todos
a sentirse parte integral de una sociedad realmente inclusiva y no sólo
aparente. En esto tal vez Mauricio Ruiz ha hecho su parte, pero queda lo más
importante: que nosotros seamos capaces de seguir avanzando y no dejar esto
estancado en la difusión mediática efímera.