«Quien no conoce Estambul, no conoce el amor».

Yahya Kemal Beyatlı.

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Carlos Flores Arias – Yahya.

Escritor chileno.

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martes, 23 de septiembre de 2014

El tesoro

He resumido el contenido de mi mochila. Ahora sólo tengo dentro tres tubos con azúcar por si sufro alguna hipoglucemia, las llaves de mi casa, mi cédula de identidad y la credencial de discapacidad para ser identificado por si sufro algún accidente fuera o en caso de hacer trámites y el tesoro.
Hay cosas materiales a las cuales les tenemos mucho apego aunque como musulmán, no debería sentir amor hacia lo material e intento en lo posible obedecer esa regla. Sin embargo, tal como en una mochila a veces ponemos carga extra de cosas que quizás podríamos necesitar aunque no sea seguro, en la vida también guardamos recuerdos de situaciones que deberíamos olvidar, pero no lo hacemos porque nos marcaron a fuego.
En mi caso, ser portador del tesoro –que traje de Estambul–, a veces significa recordar lo bueno que viví allá pero también el alto precio emocional que debí pagar al volver y quisiera sacarlo del compartimiento donde está guardado pero cada vez que lo intento, no pasa un día antes de que vuelva a colocarlo donde mismo está siempre.
No es un talismán ni un amuleto porque el Islam prohíbe explícitamente llevar estos utensilios paganos. Empero lo porto por la carga sentimental que tiene y para que InşAllah algún día muy pronto pueda volver a Turquía, diciendo que aquel tesoro siempre fue conmigo a todas partes o al menos, la mayor parte del tiempo desde 2011 a la fecha.
Otros no valorarían el gesto y seguramente en estos tiempos modernos, cuando la gente está tan descorazonada y sin valorar los vínculos emocionales, pueda parecer estúpido cargar un artefacto aparentemente simple pero que en realidad, tiene un significado más que un costo económico.
Si me asaltaran en la calle, preferiría perder mi insulina pero no entregar el tesoro. ¿Qué diferencia hay? Que el tesoro es irreemplazable y en cambio, si pierdo la insulina podría sacar una nueva del refrigerador cuando llegara a casa.
Para mí es tan valioso, que está guardado dentro de una bolsa aterciopelada en el interior de una segunda bolsa similar, que va en una caja cuyo tamaño le permite no ocupar mucho espacio dentro del bolsillo en la mochila. ¿Ustedes tienen algo de lo cual sientan que no pueden desprenderse, emocionalmente hablando?

domingo, 21 de septiembre de 2014

Una foto a la depresiva sociedad moderna

Foto: Un joven trastornado pasea desnudo por una calle del Down Towm de Puerto Príncipe (Haití), días después del terremoto que asoló el país. La fotografía fue tomada el 4 de febrero de 2010. / CRISTÓBAL MANUEL.

¿Por qué la gente se deprime? Ismail me dijo una vez que todas las enfermedades psicológicas eran producto de la influencia demoniaca en el ser humano. Puede tener razón, porque una persona depresiva pierde el deseo de seguir adelante, viviendo y aprendiendo, disfrutando de lo que se tiene y agradeciéndolo. De hecho, hay que ser muy fuerte para hallarse en ese estado sin rendirse.
En esta sociedad materialista donde el consumo compulsivo de bienes materiales le ha robado espacio al desarrollo espiritual y las auténticas emociones, resulta un verdadero reto darle valor a lo intangible que muchas veces denominamos como la esencia de vivir, pero en pocas ocasiones apreciamos como corresponde.
cuando era pequeño, resultaba normal verme frente al televisor y llegaba un punto en el que mis padres me exigían compartir con la familia, salir con ellos un fin de semana o tener algún pasatiempo. Hoy las redes sociales y sistemas de mensajería instantánea han reemplazado en parte a la televisión y desgraciadamente se ocupan en gran parte de maleducar a los hijos, mientras los padres trabajan sin parar para consumir o estudian algún posgrado pretendiendo conseguir un ascenso, ganar más dinero, seguir consumiendo.
Es cierto que se me va la vida frente al computador y hago muy poco en el día mientras espero la respuesta de alguna editorial con respecto a mis novelas. Pero también es verdad que quienes trabajan con horarios de oficina o teniendo remuneración, dejan de vivir por trabajar y no les queda tiempo para nada. Es así como durante su niñez o buena parte de la adolescencia, los hijos sólo ven expresado el cariño paternal en obsequios cada vez más costosos pero a los cuales no se les tiene ningún aprecio. Criamos entonces a seres cada vez más insatisfechos emocionalmente, que exigen sin parar porque se les ha inculcado la idea de que aquel vacío afectivo podría en algún momento, llenarse con cosas materiales de las cuales, todas se acumulan en un rincón sin tener significancia alguna.
No nos damos cuenta de que mantenemos un sistema de crianza en el cual el niño crece solo, sin apoyo, desvinculado emocionalmente, padeciendo un leve autismo que se interrumpe únicamente cuando esta frente a la computadora. Este ser autómata procesa los valores morales del escaso ejemplo que ve en el diario vivir de su entorno familiar, las noticias o películas. Por ahí escuché que gracias al cine contemporáneo de acción, a los quince años una persona ya ha visto ochenta mil muertes violentas. No debería extrañarnos que un adolescente permanezca indiferente ante la actualidad noticiosa que acusa crisis bélicas en varias partes del mundo, pues el cine nos vende la imagen de asesinos a sueldo que sólo matan gente mala, viven muy bien y tienen vidas emocionantes por lo tanto, matar no debe ser tan malo.
Esto sumado al hecho de que la explotación sexual ya no se restringe sólo a la mujer objeto, que ya era algo catastrófico sino que ahora, además se ha erotizado increíblemente la presencia masculina en los medios de comunicación masiva y para entregar todo tipo de mensajes. Redunda esto en aumentar la incapacidad de vincularnos emocionalmente incluso nosotros mismos, que ya bordeando los treinta años deberíamos tener un criterio formado y no dejarnos influenciar demasiado por los cargados contenidos sexuales hasta para vendernos un champú. Con mayor razón entonces debería alarmarnos que niños de cuatro años ya estén capacitados para acceder a Internet porque están familiarizados con la tecnología de un modo sorprendente aunque funesto.
Si hoy vemos la paternidad en niños de diez años, no quiero ni imaginar qué sucederá más adelante con aquellos chicos que hoy a sus cuatro tiernas primaveras ya pueden ingresar a redes sociales, usar una consola de videojuegos e incluso enseñarles a sus padres. Me parece que vamos a pasos agigantados hacia una realidad social que cada vez será más difícil de manejar sino imposible y nos superará.
En este contexto y sin ánimo de ser alarmista, resulta lógico o hasta esperable que fenómenos como la depresión y la ansiedad en sus diversas variantes, ya no sean exclusivos de gente adulta sino que al contrario, se estén enfermando chicos cada vez más jóvenes. Eso sin detallar las enfermedades sistémicas como hipertensión, diabetes, bulimia, anorexia e inclusive el atroz cáncer que tanto nos asusta y con razón.
No quiero dejar pasar esta oportunidad para mencionar el hecho de que, aunado al factor de ausencia paterna en los hogares y con ello, la falta de autoridad moral, ahora nadie se ocupa ni preocupa de inculcar valores ideológicos de tipo religioso a los niños. Con excepción de las clases de religión que se imparten en cada colegio o liceo y de las cuales cualquier estudiante puede eximirse, no hay ningún reforzamiento desde el hogar. Por ello, estas clases que sólo se concentran en un catolicismo mal impartido, siendo muy deficientes en la enseñanza de otros credos, no bastan para despertar en el alumno un interés espiritual que pueda desarrollarse con el fin de combatir hasta cierto punto los embates mundanales del sistema.
Hemos llegado a tal indolencia, que nuestra capacidad de ser empáticos con el prójimo se ha visto reducida prácticamente a cero y si no me creen, vean pues otro fenómeno mediático incentivado por las redes sociales: antes si ocurría un accidente, todos nos sorprendíamos y hasta sufríamos el dolor ajeno; ahora podemos ver que alguien salta a las vías del tren subterráneo y en lugar de ayudarle, le tomamos una foto mientras los carros le pasan por encima, pera subirla a las redes sociales con algún mensaje informativo. Ahora todos nos creemos periodistas del minuto noticioso, pero somos incapaces de espantarnos, asombrarnos o conmovernos.
Hace pocos días leí en Yahoo! Noticias el titular de un matrimonio que arriesgó la vida de su pequeño hijo, poniéndolo al borde de un acantilado para tomarle una fotografía. Estuvieron a punto de matarlo y lo que más les importaba era obtener la captura. A veces culpamos a los demonios por nuestras desgracias y es tan fácil olvidar que la naturaleza humana tiene luz y oscuridad, pero la mayor parte del tiempo le hacemos más caso a lo segundo sin importar las consecuencias ni los sentimientos ajenos, porque nos mueven intereses egoístas.

sábado, 20 de septiembre de 2014

No se vale pontificar

Comúnmente cuando hablo de religión, me topo con gente que está constantemente objetando lo que las religiones dicen, como si sirviera de algo que estén en desacuerdo. Durante el Tedeum Ecuménico de este año, Monseñor Ricardo Ezzati habló contra la idea de legalizar el aborto en Chile. Horas más tarde en el noticiero, aparece una entrevistada feminista defendiendo los derechos de la mujer y diciendo que el Cardenal no debía opinar sobre estos asuntos. En lo personal y como musulmán, también estoy contra el aborto en cualquier circunstancia, aunque haya quienes digan que por ser hombre, no tengo derecho a manifestarme.
Disculpen pero esto no se trata de feminismo, machismo o quién tiene más derecho a opinar sobre ciertos temas. Yo no soy católico obviamente, y en muchos aspectos no tengo nada en común con la Iglesia Católica Apostólica Romana; para cualquiera que lee este blog eso es evidente. Sin embargo, las declaraciones del Cardenal Ezzati fueron hechas dentro de un contexto en el cual se defienden posturas religiosas más que ideologías sociales, aunque a veces se confundan. Creo que en muchos sentidos la Iglesia es inconsecuente pero al menos en este, si el Monseñor hablara a favor del aborto para caerle bien a las feministas, se echaría a todo el mundo encima.
Cuando se sostienen charlas sobre religión, es fácil convertirlas en un debate sin sentido donde pareciera que alguna postura debe ser ganadora y en realidad, sólo se trata de ampliar conocimientos inclusive por cultura general. Yo siempre tengo en mente que el judaísmo existe desde hace seis mil años, el cristianismo hace dos mil y el Islam mil cuatrocientos treinta y cinco. Por lo tanto, cuando doy la perspectiva musulmana sobre algún asunto, no tiene caso que la gente objete, pues no inventé las reglas y no seré quien la cambie.
De igual modo, considero que si alguien adopta determinada religión, no debe esperar que ésta se adapte según su conveniencia, pues sería imposible darle en el gusto a cada individuo. Somos nosotros quienes debemos adaptar nuestro modo de vida para ajustarnos a uno nuevo. Sin embargo, ocurre que muchas veces cometemos el garrafal error de juzgar determinado credo por lo que hacen o dicen algunos de quienes lo profesan, generalizando. Además de olvidar que la religión nos da ciertas directrices para llevar una vida correcta y la naturaleza humana es imperfecta, juzgamos a quienes se equivocan como si tuviésemos el derecho de hacerlo y metemos a todas las personas dentro de un mismo saco.
Escuchaba en la televisión decir a un gay que toda su familia fue católica hasta el momento en que escucharon a Ratzinger hablar contra los homosexuales. Es cierto que durante un tiempo él fue la cabeza de una institución que mueve a millones, pero no considero apropiado dejar la religión que uno tiene por las desafortunadas declaraciones de un ser humano imperfecto como todos.
Es cierto que si profesamos una religión, debemos proceder como dicta en cada momento. Pero con todas las trampas mundanas que hay y nuestras innumerables limitaciones humanas, no deberíamos decir que determinado credo es malo o que los fieles lo son, juzgando alguna conducta.
Hace pocos días estuve hablándoles sobre el perdón divino y la facultad humana de disculpar las ofensas. Empero, quienes más hablan de tolerancia son los que menos errores toleran y su rapidez para despotricar es mayor a la del rayo luminoso, sin considerar que muchas veces nuestras mayores equivocaciones son causadas con la lengua.
Tanto que hablan de ser libres, respetar los derechos humanos y la igualdad de minorías sexuales. En algunos casos, estos conceptos son esgrimidos por quienes no tienen ni Dios ni ley, empresas, instituciones que se proclaman voceras de una causa, etcétera. Yo antes era de ellos y conocí gente que no era buena, tuve malas experiencias, me arriesgué demasiado, cometí grandes errores. No digo que ahora sea un santo, porque estaría muy alejado de la verdad. Sigo equivocándome y mi sufrimiento es tal, que a veces me cuesta respirar por el llanto, dándome ganas de que todo se resuelva lo antes posible.
Quienes me conocen saben que soy una persona sola, jamás he tenido pareja, soy enfermo porque padezco diabetes además de usar silla de ruedas, mis complejos son innumerables y mi diario íntimo es un avispero de frustraciones. Cuando se trata de religión, todo el mundo habla de las restricciones que se imponen, pero nadie considera el enorme consuelo que puede traer al corazón de alguien como yo… Y eso sin considerar que hay gente en peores condiciones.
Es fácil dar nuestro punto de vista o hasta imponerlo y en el caso de la comunidad GLBTI por ejemplo, se ha convertido en un sector social burlado por los heterosexuales. Mientras más aparece un gay en los medios desfilando por el Día del Orgullo, mayor es la indiferencia que individuos e instituciones ejercen. Según yo y como ya he manifestado antes en este blog, los cambios vendrán cuando dejen de hojear revistas pornográficas para leer novelas, abandonen los saunas y gimnasios para asistir a cafés literarios u obras teatrales, frecuenten menos las discotecas y más los museos, gasten su dinero en centros culturales y no en centros comerciales. ¿Cómo esperan tener derecho al matrimonio igualitario, si no hacen nada para cambiar la imagen frívola que se tiene socialmente? Mi profesora, Cecilia Vera, decía «Como te ven, te tratan» y tenía razón.
Es que en cualquier aspecto de la vida humana, ya sea religión, libertad sexual o relaciones en sus diversas variantes, solemos ser egoístas en el sentido de que exigimos cosas, pero no estamos dispuestos a renunciar, comprometernos ni cambiar en nada. La vida funciona de manera que sólo obtenemos algo cuando demostramos merecerlo y valorarlo. ¿No será que algunos abandonan la religión, porque temen mirarse al espejo y que no les guste su reflejo? «Tanto me das, tanto te doy», como dice la doctora María Luisa Cordero.
La comunidad GLBTI seguirá existiendo como lo viene haciendo desde los tiempos aurorales del mundo, de la misma manera que la religión mantendrá sus principios intactos hasta el Día del Juicio Final. Yo sólo desearía que quienes hablan tanto de tolerancia y Dios por ambos lados, fueran capaces de respetar, amar y aceptar al prójimo como un igual.

martes, 16 de septiembre de 2014

Descorazonado

La gente ahora está descorazonada, es incapaz de empatizar con el prójimo y ya no le importa ver que alguien esté sufriendo. ¿Qué nos pasa? No mostramos ni el más mínimo interés cuando vemos a alguien sufrir y pasamos de largo si una persona llora. Hemos olvidado completamente la parábola del buen samaritano y algunos ni siquiera la conocen.
Ahora lo que más importa es el ego y satisfacer siempre nuestras propias necesidades, sin importar que para ello debamos causarle dolor a alguien más. En nuestra época, Maquiavelo se habría sentido como rey porque ciertamente, para la gran mayoría el fin justifica los medios.
¿Y qué pasa con los sentimientos? Eso a la inmensa mayoría no le interesa; preocuparse de las emociones es signo de debilidad y en nuestra sociedad tan materialista, competitiva e insensible, nadie se puede dar el lujo de ser frágil. Por ello, hay quienes incluso se dan el lujo de prohibirnos sentir algo, sin darse cuenta que los sentimientos son parte de la experiencia humana individual y coartarle la emotividad a alguien significa quitarle su humanidad… Algo a lo que no tenemos derecho.
¿Qué puedo decir de nuestros errores? Pues bien, es de Perogrullo decir que errar es humano y perdonar es divino, pero lo digo porque muchos lo han olvidado. La mayoría ocupa esta frase para justificar incansablemente sus propios errores, pero cuando alguien más se equivoca son incapaces de disculpar y al contrario, se comportan como si fuesen perfectos o estuviesen por encima de los demás. Son demasiado orgullosos y nosotros alimentamos su ego con cada disculpa que les damos. ¿Por qué hago la diferencia entre perdonar y disculpar? Simplemente porque sólo Allâh (swt) perdona y los seres humanos únicamente podemos disculpar.
Disculpar significa quitar o liberar de la culpa a alguien. Esto no se hace porque la persona lo merezca sino porque lo necesita. Muchas veces no entendemos eso o simplemente no nos importa y negamos el alivio, como si tuviésemos derecho a torturar al culpable con nuestro enojo e indiferencia orgullosa.
¿De qué nos sirve el orgullo? Muchas personas dicen que no se permiten ser humilladas por nadie. Lo cierto es que quien nos humilla se envilece a sí mismo en tanto que el orgulloso, tristemente se queda solo en esta vida.
En el Islam se dice que un musulmán debe corregir permanentemente su carácter y combatir su propio ego, de manera que las pasiones como el orgullo y el enojo, sean relegados a un segundo plano precisamente para permitirnos empatizar con el dolor ajeno. Un hadiz dice incluso que dos hermanos musulmanes no deben estar enojados por más de tres días y al respecto, se aclara que ante los ojos de Allâh (swt), un creyente que ofrece disculpas, demuestra arrepentimiento y se esfuerza por enmendar sus errores, tiene mayor grado que un musulmán incapaz de disculpar. Por último, se aclara que si el culpable intenta corregirse, queda exento de responsabilidad aunque su hermano no quiera disculparle.
El Din nos muestra que hay ciertas ocasiones en el año cuando Allâh (swt) nos bendice con Su misericordia brindándonos el perdón por nuestros pecados, si demostramos verdadero arrepentimiento o Tawba. Oportunidades como la Noche del Perdón o la Noche del Poder, también llamada Noche del Destino, son ideales para hacer actos de adoración o ibadât con la intención de alcanzar la complacencia de Allâh (swt) y Su perdón.
Sin embargo, de poco nos sirve tener todas estas oportunidades y más si somos incapaces de disculpar a nuestros semejantes cuando se equivocan. El Noble Corán nos dice que el hombre (como especie humana) vive en el error y con ello, sin justificar nuestras equivocaciones, nos recuerda que somos imperfectos y tenemos muchas limitaciones, pero siempre debemos recordar que en este aspecto todos estamos al mismo nivel. Nadie tiene derecho a sentirse superior, castigarnos excesivamente por un error o torturarnos con su orgullo.
¿Por qué ocurre eso? Actualmente nos hemos deshumanizado. Vivimos para consumir, escalar posiciones, lograr objetivos profesionales y concebimos la felicidad como una meta cuando en realidad, es un estado. Hoy en día palabras como amor, amistad y lealtad son poesía y no tienen ningún valor más allá del lírico, pues las promesas que nos hacen se las lleva el viento. Hemos reducido las emociones a sentir un orgasmo por sexo casual o tener un número indeterminado de seguidores en múltiples redes sociales, sin importar verdaderamente cuánto conocemos a cada persona. Hemos perdido nuestra capacidad de establecer auténticos vínculos emocionales, porque cualquier expresión afectiva es tomada como cursilería y no nos atrevemos a entablar compromisos.
Al contrario, hoy las personas son cosificadas, convertidas en objetos que sirven para alcanzar un objetivo determinado y luego desechados como basura inútil. Ello impide empatizar con quien se vincula y es impulsado por sus sentimientos. La empatía es nuestra capacidad de identificarnos con el otro y reconocerlo como un igual, valorándolo… Sin embargo, alguien poco empático, que no siente culpa, cosifica a las personas pretendiendo manipularlas y utilizarlas e incluso manipula psicológica o emocionalmente, posee el perfil de un psicópata según los expertos, aunque suene fuerte al decirlo. Para nuestra desgracia, en esta sociedad actual el fenómeno se ha masificado hasta el punto en que resulta difícil hacer un diagnóstico social y determinar cuántos sujetos son simplemente orgullosos y cuántos pueden calificar dentro de la psicopatía.
Por ello, resulta tan importante gobernarnos a nosotros mismos, controlar las pasiones, ponernos en el lugar del otro, valorar a las personas por su condición humana dejando a un lado las etiquetas y por último, reconocer la relevancia de las emociones ajenas por encima de nuestros intereses personales.
¿Seremos capaces o seguiremos siendo autómatas egoístas y rencorosos? Es difícil responder esta pregunta cuando vemos que la sociedad nos convierte en individuos descorazonados e incapaces de conmoverse. Queda como tarea para cada uno, si valoran el significado de mis palabras y no lo toman como un escrito más entre tantos.

jueves, 4 de septiembre de 2014

Fallece Gustavo Cerati

Los seguidores del rock en español en Argentina y el mundo entero lamentan la muerte de Gustavo Cerati, el guitarrista que al frente de su banda Soda Stereo revolucionó la música latinoamericana de finales del siglo XX.
Cerati falleció este jueves en una clínica de Buenos Aires, cuatro años y medio después de que cayera en coma tras sufrir un accidente cerebrovascular al final de un concierto en Caracas.
El músico de 55 años era uno de los referentes del rock y el pop argentino, no sólo por su trabajo dentro de Soda –como la llaman afectuosamente los seguidores de la banda- sino con sus producciones como solista.
Y aunque los mayores éxitos de Soda Stereo se remontan a los años 80 y 90, el impacto de la banda -considerada como la primera que masificó el rock en español en América Latina, llenando estadios y grandes espacios de conciertos- extendió su popularidad a nuevas generaciones.

Accidente en Caracas 

Desde el 15 de mayo de 2010, cuando Cerati sufrió el derrame cerebral al final del concierto en el campo de fútbol de la Universidad Simón Bolívar, cayó en un coma del que nunca se recuperó.
Finalmente se produjo el desenlace fatal, que fue comunicado la mañana del jueves por los médicos que lo atendían.
Cerati estuvo hospitalizado en una clínica de la capital venezolana donde fue sometido a una operación para liberar la presión en su cerebro, según informaron los médicos que lo trataron.
En junio el cantante fue transferido al Instituto Neurológico de Buenos Aires, donde fue sometido a nuevas evaluaciones. Sin embargo, su estado permaneció inalterable.
 Con o sin Soda

A pesar de su fructífera carrera como solista, para muchos el nombre de Gustavo Cerati será siempre inseparable del de la legendaria banda de rock que contribuyó a formar: Soda Stereo.
Fue de la mano de esta agrupación que este músico argentino, nacido en Buenos Aires el 11 de agosto de 1959, alcanzó el reconocimiento internacional y un lugar indiscutible en la historia del rock latinoamericano.
La banda fue fundada en 1982 por Cerati y su colega publicista de la Universidad de El Salvador, Héctor "Zeta" Bosio.
Bosio era el bajista, Charly Alberti tocaba la batería y la voz de "Soda" era la de Cerati.
Durante los siguientes quince años, hasta el anuncio de la separación definitiva del grupo en 1997, la empleó para ganarse un lugar en las preferencias musicales de millones de jóvenes latinoamericanos.
Canciones como "Persiana americana", "Cuando pase el temblor", "Música ligera" y "La ciudad de la furia" se convirtieron en verdaderos himnos de toda una generación.
Entre sus influencias, Cerati reconocía el trabajo de las bandas británicas The Police, Queen y The Cure.

En solitario 

"Comparto la tristeza que genera en muchos la noticia de nuestra separación. Yo mismo estoy sumergido en ese estado porque pocas cosas han sido tan importantes en mi vida como Soda Stereo" le dijo Cerati a los fans de Soda, en una carta pública de despedida publicada en mayo de 1997 luego del anuncio de la disolución de la banda.

"Pero cualquiera sabe que es imposible llevar una banda sin cierto nivel de conflicto… Y últimamente, diferentes desentendimientos personales y musicales comenzaron a comprometer ese equilibrio", explicó entonces el cantante.
Cerati insistió entonces que esas diferencias no tenían nada que ver con los distintos proyectos personales que siempre desarrolló al margen de Soda.
Estas incluyeron proyectos como Plan V, que dio origen a dos discos de música electrónica en los que Cerati colaboró con músicos chilenos y británicos.
O el disco como solista "Amor Amarillo", lanzado en 1993, el mismo año del nacimiento de su primer hijo.

"Gracias totales" 

Fue sin embargo con el lanzamiento de "Bocanada", en junio de 1999, que Cerati empezó a establecerse por su cuenta.

A este trabajo le seguirían otros tres títulos originales, varias compilaciones o adaptaciones de composiciones previas y numerosos proyectos experimentales, además de su trabajo como productor al lado de artistas como Shakira.
Fue un nominado habitual de los Grammys Latinos y los MTV Video Music Awards para Latinoamérica. En efecto fue galardonado en cuatro ocasiones. El último de ellos en el 2007 con "La excepción", canción ganadora del primer lugar en la categoría rock.
En junio de 2007, el anuncio de la vuelta de Soda Stereo sacudió el panorama musical con la gira "Me verás volver", que comenzó en Buenos Aires, donde se vendieron 90.000 boletos en un día, récord para una banda argentina.
La gira llegó incluso a romper las marcas de ventas de conciertos a cargo de artistas internacionales como U2 y los Rolling Stones.
Chile, Perú, Venezuela, Estados Unidos, México, Ecuador, Panamá y Colombia, fueron los otros destinos de la gira, que no solo satisfizo a los nostálgicos de la banda, sino que la introdujo a nuevos y más jóvenes seguidores.

Para varias generaciones de latinoamericanos Cerati siempre será uno de los grandes del rock en español. Además, el artista dejó una marca entre sus colegas de todo el continente.
"Gracias Cerati, por todo lo que nos dejas. Cuántas canciones y cuántos recuerdos, descansa en paz genio", escribió a manera de despedida en su cuenta Twitter la cantante mexicana Julieta Venegas.
Los intengrantes de la banda colombiana Aterciopelados, con la que Cerati trabajó en una de sus muchas colaboraciones, también expresaron su dolor con un mensaje en esa misma red social: "Adiós y gracias por venir maestro".

Fuente y redacción:  BBC Mundo.

martes, 2 de septiembre de 2014

Cierre de mi grupo literario

Desde hoy en Facebook no existe más el grupo Literatura de Carlos Flores Arias (Escritor chileno). Prefiero quedarme sólo con mi cuenta personal en esta red social, porque administrar un grupo o página es prácticamente como tener dos perfiles y prefiero aprovechar mejor mi tiempo.
Durante los últimos meses el único material en dicho grupo era compartir los enlaces a las recientes entradas de este blog y me parecía como si prolongara La pluma dorada más allá de éste, su espacio original.
En el principio, el grupo se hizo para publicitar la novela Alma Negra, ayudando a la editorial en la difusión. Pero después de cinco años o lo que duraba mi contrato, no tiene sentido seguir manteniendo este club que con el tiempo, pretendí transformar en un espacio de debate literario para no ser tan autorreferente. Sin embargo, la gente no está acostumbrada a interactuar.
Tenemos cuentas en todas las redes sociales que existen y aceptamos todas las invitaciones a grupos que nos llegan, pero ni siquiera sabemos de qué tratan ni participamos de sus actividades. ¿Para qué perder mi tiempo manteniendo una página donde doscientos once individuos no cruzaron palabra?
Es mejor meterme a Facebook el tiempo justo y no vivir para las redes sociales. Quién quiera hablar conmigo, siempre será bienvenido, porque sabe cómo y dónde encontrarme.
Hasta la vista.

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Yahya. Carlos Flores A.
Escritor chileno.