«Quien no conoce Estambul, no conoce el amor».

Yahya Kemal Beyatlı.

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Carlos Flores Arias – Yahya.

Escritor chileno.

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martes, 25 de abril de 2017

Preferencial para discapacitados

Regularmente cuando escribo un artículo en este blog es para hablar sobre las relaciones y lo mucho que se ha deteriorado el modo de convivir con otros seres humanos debido a las redes sociales. Sin embargo, hoy quiero hablarles de algo mucho más importante y que me afecta directamente, pues como muchos de ustedes ya deben saber después de todos estos años leyéndome, soy minusválido y uso una silla de ruedas.
Esto último ha dificultado  que pueda conseguir un empleo estable pese a mis notorias capacidades y más aún, que pueda volver pronto a Estambul por falta de un compañero.
Pero ayer ocurrió algo que me enrostró nuevamente la indiferencia social ante mi discapacidad. Casi siempre cuando mamá y yo salimos, ocupaos las estaciones de metro donde hay ascensores y aunque existe por todas partes un letrero que reza «Uso preferencial para discapacitados», debemos quedarnos esperando abajo cuando lo aborda gente gorda y floja que pudiendo usar las escaleras sin ninguna dificultad, no lo hace.
Durante la tarde, ya regresando a casa después de haber disfrutado una agradable tarde con mamá y mi tía comprando, abordamos el ascensor en estación Las Rejas, donde en primer lugar un grupo de personas nos empujó para entrar cuando ya habíamos subido; estábamos tan apretados, que las puertas no se cerraron porque el bolso de una mujer quedaba fuera y así lo hizo notar mi tía.
_ Señora, la capacidad máxima es de diez personas.
_ Sí, pero hay una silla de ruedas –dijo mi tía.
_ Eso no tiene nada que ver.
_ El uso del ascensor es preferencial para discapacitados –intervine, molesto pero sin ser insolente.
_ Cabríamos todos si alguien se sentara en las piernas del joven –me respondió alguien desde atrás.
Es verdad que la capacidad máxima del ascensor es para diez personas, paradas. Pero, habiendo dentro alguien en silla de ruedas, el único letrero que tiene validez dice «Uso preferencial para discapacitados». Es el colmo que yo en mi condición deba incluso, soportar el descriterio y la pésima educación de alguien que incluso existiendo un letrero y una ley, sugiere que deba sentar a alguien sobre mí para evitar la incomodidad a una persona completamente sana, pero perezosa a ultranza.
¿En qué clase de sociedad podrida vivimos, para que estando sentado en una silla de ruedas, no baste como suficiente prueba de que me es imposible usar las escaleras? No puede ser que esa persona sea tan indolente y no se baje del elevador.
¿Por qué debo aguantar que alguien me debata sobre mi derecho a ocupar un ascensor en el metro o cualquier otro lugar? No importa si existen letreros o leyes, pues es cosa de sentido común que si estás sano, deberías cederle tu lugar a un discapacitado, un anciano o mujer embarazada.
Tal vez esa mujer fue despedida de su empleo, su novio la cortó o tiene otro problema. ¿Por qué es asunto mío? Nada de eso justifica que sea poco solidaria, mal educada y tampoco son razones para cederle mi espacio.
No estaríamos juntos por más que los pocos segundos compartidos en ese espacio, pero además de buscarnos pelea a mi tía y a mí, ni siquiera tuvo la gentileza de dar su punto de vista educadamente; de cualquier manera, yo siempre tendría preferencia para usar el elevador. Ahora ni siquiera te saludan y así como ella tampoco sabe todo el sufrimiento que he pasado por ser discapacitado, yo tampoco debía investigar su vida para saber la fuente de su mala actitud.
He sido breve, pero en esta ocasión les pido que por favor no se conformen sólo con leer el artículo sino que además, lo difundan.

sábado, 1 de abril de 2017

Exhibicionismo sin contenido

Foto: Doctora María Luisa Cordero para Guachacas.cl.

La psiquiatra, doctora María Luisa Cordero, dice que los seres humanos tenemos cierto porcentaje de voyerismo y exhibicionismo en nuestra personalidad. Según afirma, esto queda plenamente demostrado en el mal uso que le damos a las redes sociales.
Siendo comunicador social y sin tener ningún estudio de medicina, me es muy fácil darme cuenta de que actualmente la gran masa usuaria considera las diferentes plataformas sociales como un medio no para relacionarse con gente sino al contrario, sólo para tener más seguidores.
Pretenden tener mil amigos que comenten todas sus publicaciones, pero no les gusta ser parte de los mil amigos de otro ni comentar nada. Hay algunos quienes tampoco se dan el tiempo para responder algún mensaje y dialogar.
Te eliminan y hasta te bloquean porque pasaste dos días sin reaccionar a cada foto y estado suyo. Pero por otra parte, tampoco les gusta cuando pasas al pendiente de sus palabras, pues lo consideran acoso. Tienen complejo de diva.
Hago mea culpa en reconocer que como escritor, también busco seguidores aunque no me guste esa palabra. El Islam enseña que uno no debe seguir a hombres sino sólo a Allâh (cc); tampoco me gusta llamarles admiradores, porque siendo autor no soy mundialmente conocido ni he hecho algo merecedor de admiración. Me parece despectivo denominar como fanáticos a quienes simplemente me escriben buscando amistad, familiaridad porque les guste mi trabajo.
Por otro lado, hago una diferenciación bastante marcada entre quienes son mis amigos y conocidos. Detesto cuando alguien asegura que todos sus contactos en Facebook son amigos, pues es imposible relacionarse con todos del mismo modo; no existe el tiempo o la disposición suficiente para dedicarle a cada persona.
Además, a todos nos interesa decir lo que pensamos pero no meditar sobre las palabras ajenas. La actriz Calista Flockhart interpretaba a Cat Grant, jefa y fundadora de CatCo Worldwide Media en la serie estadounidense de ficción Supergirl; en una charla con Kara Danvers, personaje interpretado por Melissa Benoist, le dice que todos los Millennials exigen su derecho a la libre expresión, aun cuando no tienen nada qué decir.
Ésta es una crítica abierta, seria y muy cierta a la actitud mostrada por los usuarios de redes sociales en general –habrá alguna excepción, porque no me gusta generalizar–. El ácido comentario no apunta a que los jóvenes deban siempre hablar sobre temas de importancia global como la guerra civil en Siria, la permanente crisis en Palestina o la inestabilidad política y económica de algunos países. Más bien se refiere al empeño de todos por conseguir seguidores, pero despreocuparnos absolutamente del mensaje entregado.
Peor aún, en busca de seguidores, admiradores, fanáticos o como quieran llamarles, la mayoría ha olvidado cómo hacer amigos porque no les interesa la calidad humana de esos usuarios y se transforman en meras fotos de perfil sin valor ni contenido. Esto demuestra el desorden emocional e incluso psicológico de quienes se concentran excesivamente en los Me gusta. La generación de los Millennials prefiere relacionarse con usuarios de distintas plataformas sociales porque les resulta emocionalmente menos complicado que vincularse con alguien real, más allá del ordenador y que también tenga bemoles.
Siempre hago críticas de esta clase aunque pareciera ser que nunca doy una solución. Es porque no la hay o al menos, no una que pueda dar resultado para todos los casos. Conservar y desarrollar nuestra propia capacidad de mantener los afectos o relaciones depende de cada uno individualmente; tener éxito en esta tarea se logra sólo con el respeto mutuo.
Habrá quienes pasen de largo este artículo ni bien lean el título, otros lo dejarán a la mitad por aburrirse y los peores, serán incapaces de darle sentido e importancia a mis palabras porque simplemente no les importa el prójimo. Sin embargo, me explicaré de la manera más simple posible a aquellos que puedan internalizar esto hasta llevarlo a la práctica… Actualmente todo está globalizado al extremo de poder contactarme con un desconocido en Kuala Lumpur, por ejemplo; pero dejemos de buscar la fama instantánea publicando cualquier mensaje irrelevante y al contrario, comencemos a considerar que nuestro público está compuesto por seres humanos heterogéneos, iguales a nosotros en importancia y también quieren ser escuchados.
La única manera de comenzar a recibir la importancia que creemos merecer tanto de otros es ser recíprocos y  darles atención, escribirles, interesarnos por ellos como personas –no sólo por su apariencia física–. Cuando comentemos sus publicaciones hagamos intervenciones inteligentes, que ameriten una respuesta diferenciándose de las típicas trivialidades breves o los emoticones. De esta manera se verán obligados a desarrollar un discurso con contenido o significado. Más aún, nos distinguirán entre la muchedumbre y tal vez, correspondan nuestro interés.
Usemos las redes sociales de manera positiva; si tenemos aquella tendencia exhibicionista que expone la doctora Cordero, mostremos algo bueno; seamos seres pensantes y afectuosos, dejemos de convertir a los demás en objeto de fanatismo frívolo, ganémonos la verdadera admiración del lector, oyente o espectador.
Hasta ahora los usuarios de plataformas sociales han empleado la política del quid pro quo o traducido del latín una cosa por otra. Es decir, si no comentas mis publicaciones yo tampoco comento las tuyas, si me eliminas yo te bloqueo, si me ignoras te ignoro. Comencemos pues a emplearlo de manera positiva, es decir tanto me das tanto te doy y si alguien se nos acerca, acerquémonos; seamos respetuosos del otro en cuanto a su calidad como ser humano, sin considerarle basura desechable.

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Yahya. Carlos Flores A.
Escritor chileno.