Ciertamente
pocas veces la gente comenta mis estados en redes sociales, pero ahora quiero compartirles algo
que me parece importante.
Hace
un tiempo publiqué la foto de una taza de té que yo mismo me había preparado y
presumí de ello. Hoy le pedí té a mamá y ella, bromeando sugirió comprar una
tetera para servirme constantemente. Pero de inmediato mis padres se
retractaron diciendo que podría quemarme o tener algún accidente.
Soy
una persona discapacitada o con capacidades diferentes. Por ello, mi
experiencia como hijo me dice que un padre o una madre siempre deben alentar a
los hijos, para que éstos potencien sus capacidades más allá de las limitaciones.
Es
una obligación parental enseñarles desde pequeños a ser autosuficientes, pues
desgraciadamente los padres no estarán siempre presentes ya que a todos nos
llega la muerte, por voluntad de Allâh (swt). Cuando eso suceda, las
discapacidades de un hijo no servirán como excusa para que éste no deba
aprender a atenderse y cuidarse solo, pues no puede suponerse que habrá alguien
permanentemente encargado de servirle.
¿Quién
me cocinará, lavará y planchará mi ropa, aseará mi casa o comprará mis víveres cuando
mis padres n estén en este mundo? Me parece que ellos no han considerado los grandes
logros que he alcanzado hasta ahora, pues si lo hicieran no temerían a mis discapacidades
sino que al contrario, confiarían en lo que puedo hacer. Estudié una carrera, soy
escritor, viajé a un país distante donde todo es diferente, sin importar mi diabetes
ni mi silla de ruedas. Tan sólo considerar eso, les haría ver que para mí, prepararme
una taza de té es una nimiedad.
Cuando
limitamos a un hijo más allá de sus propias limitaciones, lo que hacemos es transmitirle
nuestras propias inseguridades, los temores y hasta prejuicios que podamos tener
y que podrían ser el motivo de que él no llegue más lejos en esta vida.
Si
yo tuviese un hijo discapacitado o con capacidades diferentes, como se dice
ahora, lo obligaría a aprender cosas nuevas, hacer más de lo que aparentemente
pueda y no limitarse más allá de lo que obviamente esté por su enfermedad. Con
mayor razón, estar enfermo debería servirle como motivación para superar los
obstáculos y así, jamás permitir que alguien sienta lástima por su condición.
Le enseñaría que sólo debe pedir ayuda cuando no existe otra opción y no porque
sea lo más fácil; le enseñaría que una meta sólo se alcanza cuando trabajas
duro por lograrla, sin esperar que otras personas hagan parte del trabajo; le
mostraría que la gente aparentemente sana también tiene limitaciones no
evidentes y en ese sentido, deben aprender de su ejemplo, sentir por él
admiración y no lástima.
En
resumen, mi hijo debería aprender que las limitaciones más difíciles de
superar, son las que uno mismo se impone. Si luchamos para lograr algo, tal vez
suframos accidentes como mis caídas en la ducha, por ejemplo; pero si
permitimos que nuestras limitaciones nos dominen, no podremos lograr nada en esta
vida y claramente, no ducharse ni siquiera se contempla dentro de las opciones,
así como tampoco dejar de beber un delicioso té.
Claramente
nadie nos enseña a ser hijos o padres, pero de la experiencia debemos aprender para
hacerlo cada vez mejor. Yo soy para mis padres la experiencia personificada.