«Quien no conoce Estambul, no conoce el amor».

Yahya Kemal Beyatlı.

Comenta en este blog

Selamünaleyküm: No olvides dejar al final de cada artículo tu comentario para el autor de este humilde blog que acabas de leer. Tus opiniones serán tomadas en cuenta para mejorar el contenido en la forma y el fondo.

Si esperas respuesta a tu comentario, debes buscarla dentro de la misma sección del artículo que comentaste. Gracias. Selam.

Carlos Flores Arias – Yahya.

Escritor chileno.

Sobre Facebook

Por favor, si me agregas a Facebook, envíame un mensaje privado diciendo que has visto mi blog, para saber dónde me encontraste. De lo contrario, tu solicitud podría ser rechazada por seguridad. Muchas gracias por tu comprensión.

lunes, 28 de febrero de 2011

“La catedral de la memoria”. Dann, Jack.

Mi hermano me ha prestado esta novela, publicada en 1997 por Editorial Atlántida. Le pedí algo entretenido para leer y como sabe cuánto me apasiona la historia, quiso enseñarme la historia secreta de Leonardo da Vinci.
Jack Dann nos narra en la traducción de Edith Zilli, una historia de quinientas diecisiete páginas donde interesantísimos y célebres personajes como Sandro Botticelli o Nicolás Maquiavelo interactúan con un siempre cautivante Leonardo, mezclando hechos históricos y ficción.
Aquí hallaremos una excelentísima recreación del mundo renacentista con su genialidad, creatividad, misticismo y sensualidad. La Florencia regida por los Médicis es escenario perfecto para que este reconocidísimo artista y científico pueda desarrollar sus habilidades mientras descubrimos detalles desconocidos de su vida. Sin embargo, el autor también nos cautiva con intrigas, persecuciones que obligan al protagonista a emprender un mítico viaje hasta Oriente Medio, donde apreciaremos la opulenta Persia del siglo XV.
Tendremos acceso a los deseos, inquietudes, amores y pasiones del genio sin que ello signifique leer una biografía corriente como otras. En esta obra se nos relata su amor por una hermosa y apasionada joven. Al mismo tiempo, un enemigo planea desgraciarlo; por registros históricos, sabemos que Leonardo da Vinci despertó odiosas envidias, pero Dann entrega una perspectiva más humana del protagonista, haciéndole posible al lector entreteniéndose viendo un personaje más cercano.
En gran medida, esta novela reinventa al héroe que se enfrenta a enemigos ocultos, desafía el orden social cuando ciencia y magia eran sinónimas, emprende viajes a tierras exóticas pero sobre todo, le da un toque brillante al utilizar recursos narrativos fluidos con ritmo constante.
Capítulos relativamente cortos que no cansan, comienzan con profundas reflexiones del propio Leonardo y algunos contemporáneos suyos, dándole al héroe un carácter filosófico que traspasa las barreras temporales. Este detalle, una extensa galería de seductores personajes muy bien desarrollados y la trama consiguen igualar el libro a cualquier obra maestra. Además, son infaltables los complejos inventos expuestos, como ingrediente principal, pues si se habla de un inventor, deben mostrarse también aquellas invenciones por las cuales le consideramos inmortal.
Esta novela está fundamentada no sólo en la amplia imaginación del autor, sino además en su investigación y los escritos de Leonardo, quien desde muy joven mantuvo un diario mezclando anotaciones íntimas con apuntes donde desarrollaba sus talentos. Es así como podemos encontrar nuevos caminos hacia este visionario, viendo otras facetas igualmente interesantes sin aburrirnos como cuando hayamos algún documental televisivo.
Jack Dann ha escrito varias novelas que le han hecho merecedor del Premio Gilgamés de Narrativa Fantástica entre otros galardones y de su pluma también nacen relatos que han servido como argumento para obras cinematográficas entre las cuales se encuentra “Blade Runner”. Asimismo sus cuentos pueden leerse en importantes revistas y antologías.

miércoles, 23 de febrero de 2011

Mi amor por el Sr. L

Hoy por fin me reuní con el Sr. L en su departamento después de mucho insistirle por su falta de tiempo a causa del trabajo que lo agobia.
Conversamos sobre nuestra amistad, sentimientos, planes y de pronto, allí estaba yo frente al amigo que ha ocupado casi dos años en mi vida y el blog, siendo completamente honesto otra vez.
Es que mis sentimientos hacia él no tendrían valor alguno sin ejercer la mayor honestidad posible. Mentirle significaría haber perdido todo este tiempo. Lo importante era decirle cuánto le amo y que cuenta conmigo siempre.
Quiero traerle un obsequio de Estambul, algo simple y significativo que pueda hallar en el Gran Bazar. Espero poder verlo antes de viajar, y mucho más a mi regreso, pero sólo pido que no desaparezca nuevamente.
Por la tarde vimos "Sexo en la ciudad: la película" y me comentó su opinión sobre mi novela, "Alma Negra". Además, también le llevé el manuscrito de "¿Con cuántos hombres has amanecido?", aunque sólo pudo hojearlo porque debí traerlo conmigo para presentarlo en otra editorial. Sin embargo, quiso saber cuáles eran los dos personajes basados en él y le respondí por correo electrónico una vez en casa.
Cuando hablamos y me sinceré, dijo que la amistad es amor en serenos estados (cita de Pedro Prado).

"La amistad es amor".

La amistad es amor en serenos estados;
los amigos se hablan cuando están más callados.

Si el silencio interrumpo, el amigo responde,
mi propio pensamiento, que también él esconde.

Si él comienza, prosigo el curso de su idea,
ninguno de nosotros la fórmula ni crea.

Sentimos que hay un algo superior que nos guia,
y logra la unidad de nuestra compañía.

Y nos vemos llevados a pensar con hondura,
y a lograr certidumbre en la vida insegura;
y sabemos que encima de nuestras apariencias,
se adivina un saber, más allá de las ciencias.

Y por eso yo busco el tener a mi lado
el amigo que entiende cuando digo callado.

Autor: Pedro Prado.

El resto de nuestro encuentro sólo está escrito en las cinco páginas más recientes de mi diario íntimo, porque allí siempre podré leerlo sin necesitar conexión a internet. Ahora nos queda pendiente los almuerzos en su casa y la mía, nuestra reunión con Esteban, ir al Pub Friend's, pero no podremos hacer la excursión al cerro Santa Lucía porque no hay accesos para silla de ruedas (raro en Chile).

lunes, 21 de febrero de 2011

“La barrera del pudor”. Simonetti, Pablo.

Ya sé que no es mi primer comentario sobre este autor chileno, quien sin ánimo de ser yo un vulgar adulador, se ha convertido en uno de mis favoritos debido a su sedosa narración; ya les explicaré a qué me refiero. En 2009 esta obra publicada por el Grupo Editorial Norma para La otra orilla, vendió su primera edición de diez mil ejemplares en apenas una semana… Nada impresionante considerando la calidad narrativa del escritor, pero sin duda es mi primera meta profesional soñada.
Ahora no me centraré tanto en la historia que Pablo nos revela, pues quiero compartirles mi experiencia al leer ansioso las palabras de Amelia. Debo confesarles que demoré en tomar el libro tras comprarlo porque yo mismo estaba escribiendo mi segunda novela y no quería ser influenciado. Sin embargo, el mismo día del fatídico terremoto y tsunami -27 de febrero de 2010-, por fin a falta de computadora, internet y televisión superé mis propias expectativas devorando la apasionante crónica.
Me senté tranquilamente en el sofá de la sala, con la puerta abierta dejando entrar la luz del sol y una leve brisa refrescante que cantaba su silencio como si fuese cualquier día de verano. Poco a poco Amelia me habló apacible, confiándome las intimidades de su matrimonio con el crítico literario Ezequiel Barros y los pormenores que les condujeron a la separación.
De hecho, ella comienza su relato diciéndome que está separada y entonces, Simonetti astutamente me engancha para que en mi felina curiosidad, quiera descubrir por qué este matrimonio ha fracasado.
Este estilo narrativo se desliza cual seda sobre mi tiempo, porque Simonetti no agota con redundancias pero recurre a algo que realmente me seduce: la descripción del paisaje, situaciones y recuerdos, permitiendo que sus personajes sean completamente transparentes al confesarse sin hacerles verse culposos.
Me encanta esta entrega que, como en una especie de misiva o diario íntimo, le permite a Amelia adueñarse cómodamente del relato, entreteniéndonos sin ser ésta su primordial intención. Así, Simonetti la despoja de alguna mundana pedantería común cuando cualquiera comienza a revelar sus secretos. La protagonista no intenta justificarse buscando desesperada una disculpa del lector, sino sólo encarar hasta cierto punto las acciones cuyo resultado ocupa todo el texto, desde el mismísimo título.
No. Ésta no es una coincidencia ni tampoco algo premeditadamente morboso, aunque como lector, uno inevitablemente se siente atraído a investigar por qué esta novela se titula así. Claro, ya debería estar acostumbrado a que Pablo me haga enmudecer e incluso pausar la lectura para procesar los sucesos de sus obras. Si algún trabajo suyo no sorprendiera ni nos hiciera desear aún más, simplemente el autor sería otro. Con esto se ve cómo él emplea los recursos literarios cual hechicero usa magia.
A ratos, para satisfacer mi propia lívido literaria, me gusta imaginar que las historias de Simonetti no son del todo ficción y entonces, puedo entregarme por completo al placer de leerlo en cada palabra, reseña y recuerdo.
¿Cómo puede Pablo referirse a temas tan crudos y actuales sin caer en los trillados clichés grotescos? Pues no lo sé, pero me encanta leer esa casi terapéutica forma de abordar las relaciones afectivas que Amelia sostiene con su familia, ex marido e incluso amantes, mientras intenta hallar paz para determinar cómo llegó a ese punto tras estar trece años casada con un hombre que por diversas razones, pierde interés sexual.
En este punto, Pablo profundiza más, enseñándonos que Amelia quiere comprender la relación amorosa pero también busca su propia identidad. Tal vez las lectoras podrían encontrarse en esta novela; no por casualidad la primera edición se vendió ni bien fue publicada, porque el autor puso entre páginas un espejo donde todos podemos reflejarnos hasta niveles inquietantes.
Si bien la novela se desarrolla con cierto tono melancólico, podemos hallar rasgos nostálgicos que en lo personal incluso me hicieron sentir identificado, más aún a una mujer cuya vida guarde similitudes mayores. Lo malo de Pablo Simonetti es que sus lectores siempre esperamos más en un siguiente trabajo, porque nos tiene mimados. Lo bueno es que asombrosamente se supera a sí mismo.
¿Cómo no admirarlo o querer alcanzarlo, si este talentoso autor expone realidades sin humillar a sus personajes? Al contrario, ellos se ganan nuestro respeto con su franqueza y exaltada humanidad. En esta entrega, todo sentimiento reclama por derecho propio el título de tesoro.

lunes, 14 de febrero de 2011

“El museo de la inocencia”. Pamuk, Orhan.

Ya antes les había hablado de este turco, Premio Nobel de Literatura en 2006. En el Día de los Enamorados, les recomiendo otra obra suya cuyo título original es “Masumiyet müzesi”, que les gustará si son románticos empedernidos y sienten curiosidad por el pueblo osmanlí, como yo.
En 2009 bajo el sello editorial Mondadori, este talentoso autor nos cuenta mediante el traductor Rafael Carpintero Ortega, la historia de un amor obsesivo y verdaderamente enfermizo durante treinta años, dando especial énfasis a los setentas y ochentas hasta dejarnos en tiempos actuales.
Kemal, su protagonista, es el joven heredero de una acaudalada familia estambuleña, enamorado de Füsun, una familiar lejana cuyos humildes orígenes son la primera dificultad que este amor enfrenta. Sin duda resulta ser ingrediente primordial para la novela romántica por excelencia, aunque a veces parece cliché shakesperiano.
Este relato se centra en el fracaso amoroso de Kemal cuando impulsado por ese apasionado sentimiento, renuncia a su riqueza, una vida matrimonial aparentemente sólida y un prometedor futuro para consolidar la tan ansiada relación con Füsun. Sin embargo, ésta lo rechaza, mostrando siempre un carácter contagiosamente oscuro.
Durante la narración, el enamorado colecciona las pertenencias de su amada, pero llega un punto donde incluso adquiere aquellos bienes que pudieron pertenecerle. Es así como construye este museo amoroso donde cada recuerdo se materializa.
Quizás lo más interesante no sea la historia romántica en sí misma, narrada pausadamente, sino los modos de abordarla. Al principio es el propio Kemal quien relata, enseñándole sus recuerdos al lector; éste resulta ser primer visitante del museo. Cuando la novela avanza, nos encontramos con Pamuk siendo personaje, pues su familia conoce a la de Kemal y así acaba transformándose en su biógrafo, terminando este catálogo.
Tal vez ésta sea una astuta estrategia del escritor, a quien aplaudo, por si al lector le parece que hasta cierto punto Kemal sufre el síndrome de Diógenes en una variante emocional. Indudablemente el protagonista guarda los escombros del amor frustrado. Por ello, a ratos le vemos idealizarlo, como si Füsun fuese una personificación amorosa sombría.
¿Quién no ha guardado al menos un recuerdo de alguna bonita relación? Hay quienes como Kemal, atesoran las huellas dejadas por relaciones añoradas: envolturas de chocolates, obsequios o flores secas entre páginas quebradizas. Pamuk lleva esto al extremo más absoluto.
Podría incluso molestarnos que Kemal no reaccione de otra forma ante el rechazo y me gustaría jugar la propuesta del autor, creyendo real esta historia. Empero, no niego que a ratos las seiscientas cuarenta y ocho páginas anestesian.
En parte es por ese detallismo que el escritor emplea en páginas completas para describir situaciones muy puntuales. La literatura de Pamuk hilvana acontecimientos tomándose el tiempo necesario para detenerse a contemplarlos.
Por eso creo inteligente que Pamuk haya combinado el relato medular con humor, sexo y fenómenos culturales ilustrando Estambul como sólo él sabe hacerlo. Ésta debería ser una de las principales razones para leer la novela, pues aquella ciudad vista por los ojos del autor, trasciende sus páginas. Aquí nos muestra algunos temores sociales en una urbe gracias a la cual Turquía alcanzó modernidad europea.
No puede dejar de parecerme original que Pamuk venga a ser como un Hitchcock literario, pues también uso aquella herramienta, aunque él lo lleva hasta puntos mayores, porque Kemal ha leído su obra titulada “Nieve” y esto le impulsa a pedirle inventariar su historia.
Más aún, contrario a lo que podríamos pensar durante todo el libro por su melancólica personalidad, Kemal es quien nos habla al final diciéndonos «Que todo el mundo sepa que he tenido una vida feliz». Así, se redime y uno entiende cómo su sufrido amor ha merecido la pena sólo porque la verdadera felicidad no consiste en consolidar un amor sino más bien, en amar.

jueves, 10 de febrero de 2011

Pasaporte y cédula de identidad al día

Por fin tengo en la mano mi pasaorte y cédula de identidad nueva. Papá me acompañó esta mañana y no nos demoramos nada, pues ni siquiera había fila de gente esperando.
Estoy feliz. Es un trámite menos que hacer para viajar a Turquía; ahora sólo me queda comprar el pasaje y esperar la fecha.
Mi diario, aunque tiene borrones, registra cada detalle porque sin duda ésta será una experiencia única e inolvidable.
Esta nota no es muy extensa. Sólo quería mantenerlos al tanto.

lunes, 7 de febrero de 2011

"Helena de Troya". George, Margaret.

En 2008 la reconocidísima escritora Margaret George dio a luz junto a Roca Editorial, una magnífica obra que ha sido contada desde hace milenios pero esta vez, quien da su versión es la propia protagonista: Helena de Troya.
Desde que era muy pequeño recuerdo estar familiarizado con el mito de la mujer más bella del mundo, cuyas excepcionales dotes llevaron a dos poderosas naciones al campo de batalla. Hemos tenido el relato homérico como principal fuente, ¿pero cómo veía su existencia la mismísima Helena?
Ciertamente nadie antes de Margaret George se lo había preguntado, pues en la Antigua Grecia las mujeres eran consideradas muy por debajo del varón y hasta cierto punto, esta hermosa reina espartana nace para reivindicar a su género, según me parece.
La novela histórica, narrada como una autobiografía, nos enseña los pasajes perdidos de la vida que tuvo Helena, desde su niñez hasta el último suspiro, dando una visión mucho más completa del conflicto entre Grecia y Troya pero además, mostrándonos íntimos pormenores que seguramente eran irrelevantes para Homero. Él quería inmortalizar a grandes héroes y poderosos reyes, pero no le interesaba una simple mujer, aunque ésta fuese la causa del desastre, supuestamente.
George en cambio, considera también otros motivos paralelos para los acontecimientos ocurridos entonces y si bien destaca la hermosura de Helena por ser éste el principal atributo destacado durante épocas, aborda los patrones en la vida del personaje cuyos orígenes son el amor, los celos, la ira, la venganza, el deseo y la muerte.
Los personajes con quienes Helena interactúa no pasan a segundo plano como podría esperarse, sino más bien adquieren un renovado vigor que apasiona tanto como la leyenda en sí.
La autora de “Memorias de Cleopatra” tiene el talento para cautivarnos con un relato dinámico, conmovedor, mostrando el lado negativo de ser incomparablemente hermosa. Siempre hemos creído que este don puede abrirnos puertas y tal vez no nos equivoquemos, pero Helena es también alguien condenada a la soledad, por ser única.
Debió soportar por ejemplo, que indeseables y machistas reyes se disputaran su mano hasta ser Menelao quien la desposara. Hija indeseada de Tindáreo, permaneció escondida durante bastante tiempo para evitar desastres. Fue considerada un objeto de placer y hasta un trofeo, siendo deshonrada al no haber nacido hombre. Amada y odiada en igual medida, Helena sufrió la constante pérdida.
Son éstos los detalles archiconocidos en torno al mítico personaje. ¿Pero qué novedad entrega Margaret George? Con una maestría incomparable, la autora humaniza a Helena haciendo que hable por vez primera y nos entregue su opinión, todo esto sin degradarla ni quitarle el carácter legendario. Cómo la trataban sus padres, cuánto amó o sufrió, su visión del mundo y aquellos instantes cuando a solas se enfrentaba a la dura realidad.
Esta obra sin duda alguna coloca en su merecido sitial al nunca bien ponderado ser cuya existencia redefinió de un modo u otro nuestra historia y cultura.

miércoles, 2 de febrero de 2011

Diario íntimo de viaje

Por fin tengo mi nuevo diario íntimo (günlük) que además, este año registrará mi viaje a Turquía. Deberé controlarme un poco al escribir, para hacer rendir las páginas, pero anotaré todo lo importante.
Bendito corrector, porque me ha tocado hacer pequeñísimos borrones cuando no se me nota la letra, pero ahora escribo con un clásico lápiz negro BIC, pues ya aprendí que la tinta gel se corre y luego queda como un horrible manchón.
Es un cuaderno Tornasol de Torre color celeste, al que le pegué en la portada un autoadhesivo de la bandera turca que Karina Züleija me trajo de su viaje a Estambul.
Tal vez deba restringir mis anotaciones. Se trata precisamente de no escribir supuestos y evitar aquellas entradas sensibleras que a ninguna parte conducen por ser meramente especulativas. Quizás muy ocasionalmente pueda desahogar mis pensamientos, pero concentrándome siempre en los hechos concretos. Por otro lado, el diario íntimo se ideó para redactar todo aquello que no podemos confesar abiertamente porque la gente implicada podría ofenderse. Sin embargo, a veces pienso y siento tantas cosas que bien podría llenar el diario en apenas un mes.
Sr. L por ejemplo, dice que soy sensible, pero refiriéndose a mi temperamento quisquilloso y en alguna oportunidad me ha llamado insufrible. Bueno, si leyera mis diarios anteriores del tiempo cuando recién le había conocido, se daría cuenta de que mi sensibilidad va por otro lado. Soy escritor y como tal, mi capital son las emociones.
Aún así, en su caso particularmente, no hay mucho que pueda escribir sin habérselo dicho antes del modo más transparente posible, sólo algunos detalles.
Empero, con otras personas y por protección emocional, muchas veces prefiero cerrar la boca e incluso no gastar tinta
De todo esto lo mejor es que un diario te permite escribir lo más disparatado sin sentir culpa, porque es íntimo y nadie puede reclamarte por sentimientos o pensamientos. Más aún, el sentido común dice que si siento o pienso sobre alguien, es porque esta persona dio pie a ello con actitudes.
En ese aspecto, soy bastante autocrítico escribiendo mi diario, especialmente cuando reconozco mis errores y obsesiones.
Pero en este cuaderno lleno de borrones, donde seguramente aparecerán nuevos personajes, lo principal será registrar cómo se cumple mi sueño de recorrer Estambul y todo lo demás, es el relleno que matiza los sabores de mis vivencias.
Estamos recién en febrero. Éste deberá ser un año en llamas, como me dijo Pablo Salvador, pues además de viajar también me propongo publicar otro libro y especialmente vivir el amor, no sólo tener sexo. Seré feliz si puedo cumplir la primera y tercera meta.

Gracias por tu visita

Si llegaste a este blog y lo leíste, agradezco que me dedicaras un poco de tu tiempo.

Asimismo, te invito a dejarme tus comentarios, sugerencias, peticiones y críticas constructivas en los posts.

Por último, si te agradó, puedes añadir un vínculo de La Pluma Dorada en tu página web, blog, fotolog o espacio personal y así, colaborar al crecimiento de este humilde rincón. También te invito a convertirte en seguidor.

Espero tenerte de regreso; siempre serás bienvenido. Hasta pronto.

Yahya. Carlos Flores A.
Escritor chileno.