Al menos 28 muertos en un ataque cerca de instalaciones militares en Ankara. Otras 61 personas han resultado heridas al estallar un coche bomba en el centro de la capita.
Sólo cuatro meses después de que un ataque yihadista se cobrase la
vida de un centenar de personas en pleno centro de Ankara, la capital
turca ha vuelto a vivir un nuevo atentado. En este caso ha sido un coche
bomba que hizo explosión, a las 18.31 horas —17.31 en la España
peninsular—, junto a varios autobuses estacionados cerca de la
Comandancia del Ejército del Aire y de un acuartelamiento militar. Según
el Gobierno, al menos 28 personas han muerto, tres de ellas en el
hospital, y 61 han resultado heridas.
Tanto el presidente de la República, Recep Tayyip Erdogan, como el
primer ministro, Ahmet Davutoglu, han cancelado sus viajes previstos
para este jueves y se han reunido de emergencia para evaluar la
situación. Ante la ausencia de los líderes turcos, se ha suspendido la
cumbre que iba a tener lugar mañana jueves en Bruselas sobre la crisis
de refugiados.
Sólo cuatro meses después de que un ataque yihadista se cobrase la
vida de un centenar de personas en pleno centro de Ankara, la capital
turca ha vuelto a vivir un nuevo atentado. En este caso ha sido un coche
bomba que hizo explosión, a las 18.31 horas —17.31 en la España
peninsular—, junto a varios autobuses estacionados cerca de la
Comandancia del Ejército del Aire y de un acuartelamiento militar. Según
el Gobierno, al menos 28 personas han muerto, tres de ellas en el
hospital, y 61 han resultado heridas.
Tanto el presidente de la República, Recep Tayyip Erdogan, como el
primer ministro, Ahmet Davutoglu, han cancelado sus viajes previstos
para este jueves y se han reunido de emergencia para evaluar la
situación. Ante la ausencia de los líderes turcos, se ha suspendido la
cumbre que iba a tener lugar mañana jueves en Bruselas sobre la crisis
de refugiados.
“Por el momento no tenemos indicios de quién ha sido el culpable de
este ataque terrorista, pero trataremos de resolver este tema lo más
pronto posible”, ha afirmado el viceprimer ministro y portavoz del
Ejecutivo, Numan Kurtulmus, y ha prometido dilucidar “quién dio la
información, las armas y el apoyo político” a los autores del atentado,
que ha atribuido a un complot contra Turquía, citando los ataques
sufridos por el país en los últimos meses.
Por el momento se desconoce el número de muertos civiles y militares
—Kurtulmus ha asegurado que hay ambos—. El analista y exmilitar Metin
Gürcan ha explicado en la cadena CNN-Türk que los vehículos atacados son
utilizados también por el personal civil que trabaja en las
instalaciones militares de la zona, que incluyen el Estado Mayor de las
Fuerzas Armadas, situado a sólo 300 metros del lugar de la explosión.
Un gran número de ambulancias se desplazó al lugar de los hechos para
transportar a los heridos a los hospitales cercanos. La explosión causó
un importante incendio, que calcinó tres autobuses y obligó a los
bomberos a emplearse durante un par de horas. También acudieron
artificieros de la policía, que hicieron detonar un paquete sospechoso, y
el Ejército elevó las medidas de seguridad en torno a sus
instalaciones.
El atentado se ha producido en una bocacalle de una de las avenidas
más importantes de Ankara, muy cerca también del Parlamento turco y de
la oficina del primer ministro, y a la hora en que la mayoría de
empleados terminan su horario laboral. “Una bomba cerca de un cruce tan
importante y en plena hora punta hace pensar en la suerte que tenemos de
estar vivos”, decía en Twitter un vecino de la capital.
“Los servicios de inteligencia del Estado deben ser renovados de la
cúpula a la base. ¿Cuántos fallos de seguridad llevamos?”, se ha quejado
el columnista Özgür Mumcu. En efecto, en menos de un año se han
producido importantes atentados en grandes ciudades turcas, tras los
cuales se han criticado los importantes errores de las fuerzas de
seguridad turcas a la hora de prevenirlos. Pese a ello, las dimisiones
han sido escasas.
El pasado junio, una bomba en un mitin electoral del partido kurdo
HDP causó cuatro muertos; poco más de un mes después, un terrorista se
hizo estallar en la localidad de Suruç, matando a 33 personas; en
octubre, otro atentado acabó con un centenar de vidas en una
manifestación pacifista en Ankara, y el pasado enero, otro yihadista se
suicidó en la plaza de Sultanahmet de Estambul, llevándose consigo a 11
turistas alemanes. Los autores de los tres primeros atentados
pertenecían a una célula local vinculada al Estado Islámico que no había sido convenientemente vigilada por la policía pese a las denuncias presentadas.
Pero en Turquía también operan otras organizaciones armadas a las que se baraja como sospechosas. En el sudeste kurdo del país, las fuerzas de seguridad y jóvenes vinculados al PKK llevan meses enfrentándose,
y actualmente cuatro localidades se encuentran en toque de queda y
rodeadas por el Ejército. El pasado mes, este grupo armado kurdo atentó
contra una casa cuartel de la policía, matando a seis personas. Además,
un grupo escindido del PKK, los Halcones para la Libertad del Kurdistán
(TAK), que ya en diciembre atacó con proyectiles de mortero el
aeropuerto Sabiha Gökçen de Estambul —matando a una empleada y dañando
cinco aeronaves—, había amenazado con atentados en venganza por las
operaciones militares en las regiones kurdas.
FUENTE: El País - Internacional.