«Quien no conoce Estambul, no conoce el amor».

Yahya Kemal Beyatlı.

Comenta en este blog

Selamünaleyküm: No olvides dejar al final de cada artículo tu comentario para el autor de este humilde blog que acabas de leer. Tus opiniones serán tomadas en cuenta para mejorar el contenido en la forma y el fondo.

Si esperas respuesta a tu comentario, debes buscarla dentro de la misma sección del artículo que comentaste. Gracias. Selam.

Carlos Flores Arias – Yahya.

Escritor chileno.

Sobre Facebook

Por favor, si me agregas a Facebook, envíame un mensaje privado diciendo que has visto mi blog, para saber dónde me encontraste. De lo contrario, tu solicitud podría ser rechazada por seguridad. Muchas gracias por tu comprensión.

martes, 29 de octubre de 2019

Las verdaderas relaciones que buscamos


No me gusta hablar por Messenger si la conversación empieza con un «Hola. ¿Cómo estás?» pues uno ya sabe que a poco andar te harán preguntas íntimas y lejos de incomodarme desde el conservadurismo, creo que si me doy el tiempo de responder mensajes, debe ser para mantener una conversación interesante, aunque no necesariamente de una profundidad filosófica. Sin embargo, no me malentiendan, pues entiendo que difícilmente una charla podría comenzar de otro modo que no fuera el saludo y cuando es entre dos extraños, obviamente se debe iniciar de algún modo.
Desde mi postura del ermitaño, hace algunos días comenté la historia de un chico que decía querer iniciar una relación, daba las características de la pareja esperada y preguntaba cómo debía ser aquella persona especial a quien esperamos tener en nuestras vidas. Reflexionando sobre el asunto y a grandes rasgos, mi respuesta básicamente fue que es difícil describir un tipo ideal porque cada persona busca algo distinto en una relación y lo que puede ser perfecto para mí, podría resultar imposible para otro.
Pero esto inevitablemente me lleva a preguntarme si para mí, por ejemplo, que salgo poco, es posible conocer a alguien en Facebook con quien iniciar y mantener una relación estable, como aquellas historias sobre dos personas que habiéndose conocido por Facebook, se enamoraron y viven felizmente desde hace años. ¿Será cierto o un mito urbano al más puro estilo de la rubia de Kennedy?
Seguro hay casos de parejas que se hayan conocido en redes sociales, pues por algo existen plataformas especializadas. Pero por otro lado, es evidente que desde la aparición de estas comunidades, el ser humano a perdido la capacidad de tener relaciones auténticas porque ha preferido perseguir un reconocimiento banal, fundamentado en reacciones y comentarios. Además, si nos ocuparemos en intentar contestar qué busca alguien dentro de Facebook, Twitter, Instagram u otra cuando de amor se trata, debemos dejar a un lado la petulante postura de creer que podemos enmarcar las relaciones dentro de ciertos parámetros.
El idealismo romántico nos hizo creer que sólo había una manera de relacionarse para ser feliz por siempre, pero en la práctica, el mundo contemporáneo ha relativizado y diversificado la manera de vincularse. Así es como cada pareja establece sus propias reglas a veces, incluyendo a más gente dentro de sus dinámicas o reemplazando la convivencia por encuentros cada fin de semana. Si bien es hermoso pensar en vivir con esa persona especial y compartir cada momento –me encantaría–, la realidad es que no siempre se presentan las circunstancias ideales para ello y seguimos deseando no estar solos.
No está mal pretender una relación estable, monógama y fiel porque es el modelo más conocido y no debemos tachar de idealista, soñador o incluso patético a quien tenga estas pretensiones, pues caeríamos en los mismos juicios morales que a veces hacemos a las relaciones abiertas y personas que viven abierta y plenamente su sexualidad, sin las hipocresías que muchas veces cometen quienes socialmente aparentan una estabilidad tradicional y en privado, experimentan todo cuanto podría ser catalogado como tabú.
Dentro de la comunidad LGBTI por ejemplo, he conocido no una ni dos sino muchas parejas estables que podrían incluso considerarse tradicionales y otras que, considerándose matrimonios, han hallado formas diversas de lidiar con la monotonía, adaptando su proyecto de vida a las necesidades particulares que cada uno tiene.
A pesar de existir esta libertad con respecto a establecer los parámetros de las relaciones, sigue presente la problemática de cómo establecer una relación real a partir de las redes sociales, dejando a un lado la carrera por conseguir más seguidores y en este aspecto, no me refiero sólo a los romances. Tengo por ejemplo, el caso de Manuel, un chico a quien conocí por internet antes que existiera Facebook, cuando inauguré el extinto Tarkan Fans Chile Club Oficial; está con su marido desde hace al menos quince años, con anillo de compromiso y toda la cosa.
Al principio teníamos una comunicación muy fluida –cuando ambos éramos más jóvenes y yo no era tan maléfico como ahora– pero de pronto y sin previo aviso, dejó de responder mis mensajes y comerntarios, que tampoco eran demasiado frecuentes; fue entonces cuando dejé de seguirlo aunque no quise eliminarlo, porque tampoco me había hecho algo grave, pues me di cuenta de que me consideraba sólo un seguidor. Hace unos días me di al trabajo de revisar los más de mil seiscientos contactos para seguirlos a todos y como tengo cansancio mental, recién ayer noté que no lo había visto.
Le busqué y sólo entonces me di cuenta de que me había eliminado. De inmediato y casi sin pensarlo, cosa que le atribuyo también a mi agotamiento neuronal, le solicité amistad sólo para notar a la media hora que además de rechazar mi solicitud, la marcó como spam con lo cual, no puedo insistir.
Es cierto que sólo tenemos un amigo en común, pero no pude evitar sentirme un poco mal porque también lo he hecho, cuando me envía una solicitud alguien con quien no tengo amigos comunes, que no conozco de nada, pone un seudónimo o una foto de perfil falsa y tenemos mucha diferencia etaria, con lo cual es evidente que me quiere convertir en su toy boy y no estoy para eso, gracias.
Le escribí sólo para decirle que pese a habernos distanciado, no era necesario eliminarme pues él también podría haberse acercado. Desde luego, no respondió, porque el promedio no tiene carácter para hacerlo cuando se le confronta. Hoy decidí bloquearlo junto a quien es su pareja, no porque les tenga envidia o rencor pues no pierdo el tiempo con esas emociones sino más bien, por darme cuenta de que durante nuestra amistad virtual no recuerdo ni un comentario suyo a mis publicaciones sino más bien, limitarse a contestar de vez en cuando mis palabras y en ese sentido, tanta falta me hace como yo a él.
Sí, es verdad que la amistad como cualquier otra relación es un camino de doble sentido, en el cual no debería existir la dinámica de figura y admirador. Por otro lado, es cierto que la mayoría de usuarios en redes sociales sólo buscan reacciones cuando hacen una publicación y eso a veces, les hace compartir toda su vida, incluso aquellos detalles irrelevantes.
En mi caso y sin ir más lejos, siendo autor podría publicar material sobre mis novelas, pero también hablo de otros temas que me interesan e incluso, desde la frivolidad, publico fotos de la comida que me gusta. Pero esto es sólo porque para mí estas plataformas son un divertimento y no un lugar para desahogar mis frustraciones en cualquier sentido. Respeto absolutamente el derecho e incluso la valentía del usuario que conscientemente pretenda ser un aporte; también aquella postura del sujeto que sólo postea fotos suyas, incluso con poca ropa, para darse a conocer; por último, aquel internauta que postea memes para reírse y hacernos reír un rato entre tanta amargura que a todos nos toca vivir de alguna manera, pues en este mundo nadie la tiene fácil; cada uno publica en su perfil lo que estime conveniente y es lo más justo tratándose del espacio personal del usuario. Sin embargo, ahora también me propongo ir más allá del teclado y ver si realmente es posible conocer a las personas –seguramente no todas por falta de tiempo– que diariamente me dan algo para comentar o reaccionar.
Propongo dejar de ser una simple estadística de cuántos amigos tenemos en Facebook y darnos aunque sea cinco minutos para conocernos más allá del «Hola. ¿Cómo estás?» inicial para entonces, interesarnos verdaderamente en el ser humano. ¿Será esa la nueva forma de tener relaciones auténticas? No sea que nos enteremos de las malas noticias por un estado en lugar de vincularnos con alguien. Les exhorto a que no seamos fríos como la computadora, tableta o el teléfono móvil.

martes, 8 de octubre de 2019

Sr. L vuelve a mi Facebook


Foto: Puente de las Brujas o de Unanibia, Valle de Leitzarán.

Sr. L me solicitó amistad en Facebook. Es verdad que en otros artículos inicio con un párrafo introductorio pero dado que en este blog se puede conocer prácticamente toda la historia, salvo algunos detalles, me pareció demás.
Durante la mayor parte de la tarde me dediqué a hacer la propuesta de edición de mi última novela como he hecho estos días, así que tampoco he tenido mucho tiempo para dedicarle a Facebook. Estaba respondiendo algunos mensajes y comentarios cuando me llegó su solicitud y lo agregué inmediatamente.
La cuestión es que ya nos conocemos y no necesité tiempo para explorar su perfil y ver de quién se trataba. Además, aunque no siempre se hace, hay que intentar ser consecuente: dije que le abriría la puerta para dejarle entrar si quería y no habría sido nada correcto hacerle esperar. ¿Para qué? La arrogancia es buena en su justa medida y en este caso, resulta innecesaria.
Es verdad que un agua muy turbulenta pasó bajo el puente y acabó destruyéndolo pero al parecer, la tormenta se ha calmado y ahora podemos reconstruir dicho vínculo, de manera distinta y tal vez, más sólida.

jueves, 3 de octubre de 2019

Mi íntima Estambul inscrita


En dos mil nueve Editorial Forja publicó mi novela épica Alma Negra, ambientada en la Antigua Babilonia; al año siguiente escribí la obra de temática gay ¿Con cuántos hombres has amanecido?, que también es una crítica social al abordar complejos temas como discriminación, drogadicción adolescente y divorcio; en dos mil quince Contracorriente Ediciones (Ocho Libros Editores) publicó en Chile Síndrome de Estambul, narración excelentemente criticada en El Mercurio y otros medios por lo cual el Ministerio de Cultura y Turismo de Turquía quiso lanzarla al mercado eurasiático bajo el título ĺstanbul Sendromu, siendo traducida por Eren M. Paykal y publicada el año en curso por Profil Kitap (Maviağaç).
Hoy por fin he inscrito Mi íntima Estambul, una apasionante secuela que revela los detalles desconocidos de la aventura precedente. Escribirla me sirvió para ver cuánto he aprendido espiritualmente desde que desperté al Islam, madurar como persona, superar rencores personales, ser más empático y valorar los afectos auténticos.
Tal vez lo más importante en esta ocasión sea que a diferencia de las obras anteriores, ahora he inscrito el seudónimo Yahya – Carlos Flores Arias, para ser reconocido por mis nombres musulmán y secular.

Gracias por tu visita

Si llegaste a este blog y lo leíste, agradezco que me dedicaras un poco de tu tiempo.

Asimismo, te invito a dejarme tus comentarios, sugerencias, peticiones y críticas constructivas en los posts.

Por último, si te agradó, puedes añadir un vínculo de La Pluma Dorada en tu página web, blog, fotolog o espacio personal y así, colaborar al crecimiento de este humilde rincón. También te invito a convertirte en seguidor.

Espero tenerte de regreso; siempre serás bienvenido. Hasta pronto.

Yahya. Carlos Flores A.
Escritor chileno.