Querida Yeliz:
Ahora te vas por un tiempo, pero no quería dejarte partir sin agradecerte por cada momento que compartimos, desde que nos conocimos hace ya tres años en aquel encantador restaurante de comida turca, donde también compartimos con mi madre, el señor Onur y Cem.
Después accediste a enseñarme turco, con lo cual pude retomar mis estudios en tan hermoso idioma. Por esto además, fui invitado a la embajada para celebrar el nonagésimo segundo aniversario de la República de Turquía, donde coincidimos y además, pude conocer a la entonces embajadora, señora Naciye Gökçen Kaya.
Luego, nuestra amistad se hizo aún más estrecha, alegrándome yo de tus logros y tú de los míos. Mientras estudiabas tu doctorado, preparé el lanzamiento de Síndrome de Estambul, evento al cual asististe con Berna, Derya y otros queridos amigos que compartieron junto a mi familia aquel momento tan importante.
Me hiciste partícipe de tu felicidad cuando Jason llegó a tu vida y tuve el placer de conocerle, hacerlo mi amigo e incluso, pudimos celebrar tu cumpleaños en el restaurante donde nos vimos por vez primera.
Ayudaste cuando el señor Mehmet me visitaba, traduciendo nuestra conversación para permitirme entusiasmarme con la propuesta de que Profil Kitap publicara mi novela en Turquía, algo que jamás antes me habría siquiera imaginado.
Ahora te vas por un tiempo y como has podido leer en estos párrafos, dejas aquí más que regalos materiales –siempre me gustaron los cuadernos y lápices para escribir mi diario íntimo–. Siempre te dije que tu amistad es para mí como el cariño que recibo de Ahmet y otros hermanos turcos muy queridos.
Allah el Grandísimo te llene de buenos momentos en esta nueva etapa y te ayude a realizar todas tus metas; que les bendiga a Jason y a ti con mucha felicidad y bienestar, pero les permita regresar pronto. Amin.
Ahora te vas por un tiempo, pero no quería dejarte partir sin agradecerte por cada momento que compartimos, desde que nos conocimos hace ya tres años en aquel encantador restaurante de comida turca, donde también compartimos con mi madre, el señor Onur y Cem.
Después accediste a enseñarme turco, con lo cual pude retomar mis estudios en tan hermoso idioma. Por esto además, fui invitado a la embajada para celebrar el nonagésimo segundo aniversario de la República de Turquía, donde coincidimos y además, pude conocer a la entonces embajadora, señora Naciye Gökçen Kaya.
Luego, nuestra amistad se hizo aún más estrecha, alegrándome yo de tus logros y tú de los míos. Mientras estudiabas tu doctorado, preparé el lanzamiento de Síndrome de Estambul, evento al cual asististe con Berna, Derya y otros queridos amigos que compartieron junto a mi familia aquel momento tan importante.
Me hiciste partícipe de tu felicidad cuando Jason llegó a tu vida y tuve el placer de conocerle, hacerlo mi amigo e incluso, pudimos celebrar tu cumpleaños en el restaurante donde nos vimos por vez primera.
Ayudaste cuando el señor Mehmet me visitaba, traduciendo nuestra conversación para permitirme entusiasmarme con la propuesta de que Profil Kitap publicara mi novela en Turquía, algo que jamás antes me habría siquiera imaginado.
Ahora te vas por un tiempo y como has podido leer en estos párrafos, dejas aquí más que regalos materiales –siempre me gustaron los cuadernos y lápices para escribir mi diario íntimo–. Siempre te dije que tu amistad es para mí como el cariño que recibo de Ahmet y otros hermanos turcos muy queridos.
Allah el Grandísimo te llene de buenos momentos en esta nueva etapa y te ayude a realizar todas tus metas; que les bendiga a Jason y a ti con mucha felicidad y bienestar, pero les permita regresar pronto. Amin.