«Quien no conoce Estambul, no conoce el amor».

Yahya Kemal Beyatlı.

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Carlos Flores Arias – Yahya.

Escritor chileno.

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lunes, 28 de septiembre de 2009

Otro cumpleaños de papá

Mi teléfono móvil tiene la agenda programada para recordarte las fechas de los cumpleaños un día antes. Por eso, desde ayer pensaba cómo podría saludar a papá este año, teniendo claro que debía hacerlo a primera hora de la mañana, porque el resto de la jornada él no estaría en casa y además, habría parecido que lo recordé a última hora.
Por diversos factores, este año no compré obsequios de cumpleaños para ninguno de mis padres, aunque previamente los días de la madre y el padre, sí les regalé respectivamente. La verdad es que el dinero escasea y no he podido ir de compras a un centro comercial, como suelo hacerlo.
Finalmente, esta mañana papá vino a mi habitación para darme los buenos días y entonces, lo abracé, felicitándolo por iniciar un nuevo año de vida.
No me pregunten la edad, pues aunque la sé, le pregunté a papá para hacer conversación y sólo respondió bromeando: "Estoy tan viejo, que olvidé cuántos años cumplo". Supongo que en la vida de todo adulto, llega un cumpleaños en el cual ni siquiera desea recordar su edad.
Mamá le llevó desayuno a la cama y preparó chirimoyas con merengue de postre, pues sabe que a papá le encanta este dulce blanco y espumoso.
Iván y mis sobrinos han llamado por la noche, hace casi una hora, para saludarlo y en general, fue un día tranquilo, sin mayor agitación... Supongo también, que a cierta edad la persona común ya no hace fanfarria cuando cumple años.
Y aunque no se lo digo frecuentemente, tenerlo como padre se agradece.

domingo, 27 de septiembre de 2009

La muerte del amante

Tiempo es lo que falta al amante
cuando la aurora lo priva de su arte,
en medio de caricias, besos y trances,
prolongando el engaño de dulces frases.

Ansioso se muestra a las luces brillantes
de quien promete amores, sueños y planes,
cantando dulcemente para cautivarle
y después, a medio camino dejándole.

Así es deudo de su propia muerte,
llorando la pérdida amargamente,
cual niño destetado se enciende
si huérfano queda de repente.

Y pierde la memoria según parece,
emprendiendo su marcha nuevamente
para buscar otro amor que le consuele,
como si el desamor nunca ocurriese.

La delicada y suave sábana
se torna en áspera mortaja,
cuando el velo del amor se arranca,
mostrando la traicionera daga.

Ningún dios tan piadoso es
para amar y morir después,
como lo hace el amante vez tras vez,
dando vida y muerte también.

Soy la voz que exige un beso,
con la dulce entrega en esto
de tus labios casi perfectos,
que sin los míos, están incompletos.

Hace calor aquí dentro,
aunque afuera sea frío invierno,
porque el amante es como un incendio
que confunde pasión con sentimiento.

viernes, 25 de septiembre de 2009

Al Sr. L por ser mi imbécil favorito

Cuando digo que eres mi “imbécil favorito”, no quiero insultarte y es sólo por el comentario que escribiste en mi anterior artículo, titulado “Esta primavera espera amistad o lo que surja”. Sé que aclaramos el malentendido hablando por teléfono, pues al leer tu bronca sentí que por mi inconmensurable torpeza animal, me había ganado tu repudio. Sin embargo, lo que escribo ahora es en parte, para dejar un registro aclaratorio del artículo titulado “El Príncipe Azul se destiñe al primer lavado”. Lo creo absolutamente necesario, pues contigo no hay otra manera de relacionarse, excepto corresponder tu transparencia en cuanto me sea posible.
El título del artículo que tanto te molestó, es extraído de un pensamiento que tuvo por Facebook mi amiga argentina Veru Figue, que no alude en nada a tu supuesto traje de Príncipe Azul deslavado, sino al hecho de que este mítico personaje es inalcanzable, porque sólo se puede aspirar a conocer almas como la tuya, pero no un tipo vestido de azul montando un corcel blanco, que por lo demás me parecería surrealista.
Desde ahora debes tener siempre presente que no acostumbro elogiar falsamente, odio la zalamería y por lo tanto, cualquier halago que te dirija será completamente sincero, profundamente meditado y excelentemente fundamentado. Jamás he necesitado recurrir al cumplido fácil para ganar simpatía y en consecuencia, si digo por ejemplo que me pareces honesto, es porque casi nadie regresaría un teléfono móvil ajeno al encontrarlo en el piso de cierto taxi.
Compartimos el mayor don y la peor maldición que puede haber en los ámbitos comunicacionales, pues al escribir sobre una persona, ambos podemos hacerla sentir una divinidad o la más podrida mierda. Confieso que al leer tu enfado en el comentario de “El Príncipe Azul se destiñe al primer lavado”, por dos eternos segundos perdí el aliento y luego, corrí más rápido que un bombero a llamarte, temiendo haber abierto las puertas del infierno.
No está demás contarte que todas mis amistades han comenzado con una confusión y después han mejorado. Según veo, en aquel momento se solidifica y claro, nuestro caso no podía ser la excepción. Lo bueno es que aquellas relaciones de difícil inicio, han sido las mejores de mi vida. Concédeme que cualquier vínculo emocional no se da de la noche a la mañana, si hasta una madre debe esperar a su hijo. Con mayor razón nosotros que nos hemos visto personalmente sólo dos veces, y cuanto más sabemos uno del otro es gracias a medios como éste.
Para nada pretendo hacer de esto un drama, porque a veces me cueste entenderte, lo cual espero que se facilite con el tiempo, pues de verdad me gusta pasar tiempo contigo, escudriñando las experiencias comunes y descifrando las dispares.
Me parece incluso gracioso que en el poco tiempo de conocernos, ya estemos llenos de anécdotas para citar cuando tengamos ochenta años, tú dejes de leer el diario para preguntarme “¿Te acuerdas cuando nos conocimos y decías que yo era un Príncipe Azul que se desteñía al primer lavado?” y yo deje de tomar mi taza de té para responderte sonriendo “Es que uso anteojos desde que era púber”.
Sinceramente espero que si Dios me permite vivir hasta tan avanzada edad, me obsequie tu compañía, pues tendríamos muchos recuerdos borrosos para compartir. Estarán ahí aunque intentemos evitarlos, como las personas que eluden aquella imagen de un furtivo primer beso dado en el baño, apenas en esa reunión que se conocieron. Con nuestras actuales y futuras vivencias ocurrirá lo mismo, pues estarán ahí y el pasado es como un tatuaje.
Y así como a una de esas personas podría gustarle recordar el dulzor de aquel beso clandestino, cuyo significado varía según quien lo contemple, yo ciertamente disfrutaré rememorando cada broma o incluso, nuestros desencuentros.
Me parece injusto que me acuses de ser “un sordo que sólo escuchó las dos frases que quiso escuchar y no el contexto en el que fueron dichas o la historia que las enmarca”, pues me he escarbado en tu pasado según me lo has permitido, intentando ver nuestros paralelismos en lugar de tener lo que bien tendría en llamar “la típica reacción de vieja pechoña”, por demás detestable pero en otros particulares y que no vienen al caso, entendible.
También eres inexacto preguntándome “¿Qué sabes tú de mi o qué tanto me conoces como para ungirte de una importancia tal que supone que mi decisión de estar solo tiene que ver contigo en particular y no con mi pasado en general?”. Ésta bien pudo ser la frase más lapidaria de tu comentario.
Concédeme la licencia de sugerirte releer el artículo “El Príncipe Azul existe y yo lo conozco”, donde queda suficientemente claro que al menos, conozco parte de tu historia y hasta la comparto. Allí comentaste “Me has conmovido. Gracias, no me lo esperaba. Sr. L”. Modestia aparte, soy muy buen escritor y aún mejor lector, porque no me conformo con leer la historia sino que además, me esfuerzo por comprender las motivaciones de cada personaje en su proceder e incluso, intento ser empático.
Del mismo modo podría preguntarte si acaso leíste detenidamente “El Príncipe Azul se destiñe al primer lavado”. Por favor hazlo desprejuiciadamente; te darás cuenta de que en reiteradas ocasiones me refiero a los quince años de mi soledad, conociendo mucha gente pero sin tener pareja y sólo viendo la experiencia ajena, cual ente invisible desde un oscuro rincón.
Siendo justo y porque este artículo no es reprimenda sino una nota de desagravio para aminorar la ofensa que te proferí involuntariamente, te concedo que me llamaras egoísta y no me siento agredido. No quiero excusarme mediocremente, pero soy un tipo de veintiocho años inexperto, cuyo carácter novato bien podría ahuyentar amantes, pues me ven virginal e infantil y les asusta hacerme daño pero incluso, potenciales amistades se alejan, al creer que le estarán hablando de sexo a un niño burbuja.
En tu comentario me preguntas “¿Y no te parece un poco egoísta creer que tu sufrimiento es mayor que el de cualquiera?”, pero es otra inexactitud tuya, pues jamás he dicho eso y se debe más bien a la interpretación errada de tu rápida lectura, enojo y apresurada reacción. Aún así, tu interrogante tiene respuesta, pues tras una vida entera sin nadie quien me diga un “te amo”, he concluido que sufrir por la inexistencia de pareja es igual que hacerlo por la separación de ésta, ni más ni menos.
Me permito recordarte que de tu pluma salió la frase “Ahí lo entendí, yo no podía ser amigo de alguien que se burlaba de mi dolor”. Si te soy sincero, tu pregunta sobre mi sufrimiento, hizo que me fuera a negro y desde luego, me cuestioné sobre todas las ocasiones en que pasé las penas del infierno enamorándome de quien no me correspondía.
Si lees el artículo que te enfadó, pon atención cuando escribí “… si esta última persona especial sólo quiere amistad, no le daré nada más que el mejor amigo de su vida”. Eso es lo que te ofrezco: la mejor amistad que yo pueda dar… Ten presente que mis defectos saltan a la vista y tal vez, el peor de ellos sea la incontinencia verbal. Te ofrezco la más sincera disculpa por causarte tanta desazón y ser tan decepcionante al parecerte que hablabas con la muralla o un sordo.
Reconozco que he sido un verdadero estúpido al saber parte de tu historia y aún así, esperar más de lo que por ahora puedes dar. Por fin y de la peor manera, he entendido que no me rechazas, sino todo lo contrario, me acoges…, pero en general ahora tu única compañía, debería ser la soledad para “ordenar tus cajones” de la mejor manera.
Cabe mencionar que nuestras experiencias de vida son distintas en variados temas pero, repitiendo el mismo patrón de que uno ha experimentado lo que al otro le es ajeno. Por ello, jamás se me ocurriría siquiera subestimar tu dolor. Tengo siempre presente que no nacimos el día de conocernos.
Y en el caso hipotético de que nuestra relación diera para más que amistad o hermandad incluso, no estás listo y francamente yo tampoco… Hemos sufrido mucho cada uno por su lado. Sería como arriesgarse a saltar en benjuí, sin cordel.
Te propongo lo que inevitablemente deberás hacer: estar solo, esperar y ya el tiempo dirá. No hay que proponerse nada.
De la misma forma en que al dirigirme a ti, tengo una voz diciéndome “Recuerda que él tiene una historia”, te solicito leer mis artículos recordando que “La Pluma Dorada” es un blog donde intento plasmar historias con las cuales la gran mayoría de mis lectores pueda identificarse. Éste no es mi diario íntimo y por lo tanto, aunque ocasionalmente cite asuntos que tratemos, al hablar del Príncipe Azul, esa persona especial, parejas, amor, amistades o sexo, no siempre me estaré refiriendo a ti aunque te parezca.
Este blog no narra nuestra historia sino muchas, porque conozco una multitud, pero si ahora me doy la libertad de desnudar más mi alma e intimidad, es sólo porque en nuestro último encuentro, me sugeriste escribir cosas más personales y hablar menos del acontecer noticioso. De tu puño y letra cito “Cuidado con lo que deseas, puede hacerse realidad”.
Como amigo te puedo dar lo que quieras, pero sólo te pido que no seas Terminator en nuestra relación, que me recibas pleno como yo te he recibido, con todo cuanto quiera darte.
No tengo más para decir por ahora. Te pido que leas esto con cuidado, detenimiento y si no entendiste algo, reléelo o pregúntame. Es mi alma desnuda la que le muestro al mundo y no sólo a ti, considéralo. Mi mejor manera de disculparme es con esta extensa nota y una a pie de página.
Desde ahora, no me desesperaré tanto por un "te amo".

jueves, 24 de septiembre de 2009

Esta primavera espera amistad o lo que surja

Hoy mi sobrino Gabriel cumple diez años, y de veras me parece que apenas hace dos lo tomé por primera vez en mis brazos, tan temeroso de lastimar aquel cuerpito suave e indefenso a pocas horas en este mundo, que constantemente nos muestra las más horrendas características humanas, sumiendo las almas en una oscuridad de la cual sólo nos percatamos cuando vemos las escasas luces en un niño o bien, en las aún menos frecuentes personas nobles, que tocadas por Dios, pueden manifestar esa natural nobleza incluso cuando son adultas.
¿Alguna vez han tenido esa sensación de que un amigo los necesita? Muchos filósofos han intentado definir la amistad, pero este concepto no halla su definición en las palabras, sino en el sentimiento y la práctica.
Esta tarde telefoneé a una amiga muy querida, que había visto por última vez en el lanzamiento de "Alma Negra", a principio de mayo, cuando ella tenía la dicha de pasar por el último período de su embarazo, contagiando a todos con la chispa divina del bebé por nacer, que trasciende los límites del vientre.
Por diversas circunstancias, he sido inmensamente ingrato con algunos de los asistentes a esa ceremonia, contactándolos recién durante las últimas semanas, impulsado por el cariño que les profeso.
Así fue como me enteré de que esta amiga tan importante había tenido un niño sano y fuerte. Sin embargo, para ella y su familia la alegría del suceso fue opacada en parte, por la maldita fragilidad humana.
Ahora, esta mujer tan única padece una cruel enfermedad, que la obliga a someterse al tratamiento de quimioterapia y fuertes drogas, como parte del arsenal médico disponible para combatir.
Según me contaba, días atrás me recordó al ver en su agenda, la anotación correspondiente al evento, precisamente cuando me sentí inquieto por no saber sobre su estado. ¿Pensamientos cruzados tal vez?
¿Qué puedes decirle a una persona que has dejado de llamar por meses, y al hablarle, te cuenta que tiene cáncer? Generalmente en esa situación se enmudece; pero yo, que hace poco me jactaba en este mismo blog de amar a mis amigos como si fuesen partes de mi cuerpo, teniendo ya mucha experiencia con dicha enfermedad dentro de la propia familia, no podía permitirme el lujo de descolocarme.
Haciendo lo mejor que pude, saqué de mis propias fuerzas para no evidenciar mi tristeza y animar, admirando a esta amiga tan poderosa en su frágil estado, cual amazona a quien han golpeado en batalla y sigue orgullosamente erguida, blandiendo la espada..., esta fuerte hoja con forma de niño.
Tengo toda la fe en que podrá superar la difícil prueba del destino, confiando en que su hijo sea motivo suficiente; sabiendo que en la naturaleza, ningún animal es tan peligroso como una madre protegiendo a su hijo.
Habiendo acabado nuestra charla, me sentí egoísta, con la sensación de que ahora mis fuerzas y ánimo habían disminuido notoriamente, porque no tengo todas las respuestas y algunas preguntas en la vida, ni siquiera deben ser contestadas.
Después de este golpe, que siendo duro, no me afectó tanto como a mi amiga, necesitaba el consuelo de alguien que estuviese ahí para decirme "Tú apoyas a otros y yo te apoyo", pero pedir esto era esperar un imposible.
Al ver el correo electrónico, para mi sorpresa hallé una breve respuesta del Sr. L a un mensaje que le envié apenas ayer más que nada, para contarle cómo estuvo mi fin de semana y preguntarle por el suyo. Allí decía:
"Carlangas, no he tenido tiempo de responder, esta semana y la otra para mi son a mil, pero apenas pueda hacerlo con calma. Un abrazo".
Palabras muy simples, aparentemente insignificantes en cualquier otro contexto. Sin embargo, poseen un profundo contenido, pues mientras otras personas ni siquiera se hubiesen preocupado de manifestarse, él con su escaso tiempo y vida notoriamente agitada, me dice "Presente".
Es un pequeño gran gesto, oportuno para demostrarme que no soy tan invisible como a veces me siento, cuan hoja de un árbol en plena primavera. Aunque por otro lado, uno siempre cobija la esperanza de que la estación le obsequie amistades y de alguna se cumpla ese "o lo que surja". ¿Será éste el año para cumplir dicho anhelo?

lunes, 21 de septiembre de 2009

Cumpleaños de mamá

El teléfono sonó toda la tarde, con llamados de parientes que deseaban felicitar a mamá por cumplir un nuevo año de vida.
Incluso la visitó Iván, que estuvo aquí durante un rato, compartiendo la charla y saboreando un trozo de la torta que papá compró, junto con comida china para almorzar. Y por cierto, no he podido probar el pastelni verlo siquiera, pues la diabetes no lo permite.
Sin embargo, lo realmente malo es que mamá ha estado enferma y decaída durante todo el día, aunque espero que no sea nada grave, pues el dolor de garganta lo ha combatido usando propoleo spray y espero que ya mañana esté mejor.
El inicio de la primavera, es un bello día para haber nacido y esta mujer, es una hermosa madre para ser su hijo.

domingo, 20 de septiembre de 2009

Mis Fiestas Patrias 2009

Viernes y sábado en Nancagua, disfrutando en familia de diversas tradiciones chilenas que se dan especialmente en el campo, con mucha gente, comida y buenos momentos.
Este año no asistí al rodeo, pero sí a la domadura, viendo aquellos toros salvajes montados por valientes huasos con toda la indumentaria que les corresponde. Saboreando mani mientras papá y mis tíos bebían cerveza, pude ver un espectáculo único en la medialuna de Callejones.
Esa mañana se llevó a cabo el desfile de la comuna nancagüina, donde algunos primos participaron montando los excelentemente cuidados caballos de tío Florentino. Cada pareja lucía el detallado uniforme de la institución a la cual representaba o al club d huasos que le correspondía.
Las fondas y ramadas vendían los tradicionales anticuchos o empanadas, que algunos convinaron con chicha. Yo no comí carne, pues era de cerdo, y tampoco probé alcohol.
Los pies de cueca que bailaron mis primos pequeños, fueron una excelente muestra de la crianza chilena en su más pura expresión.
Regresamos apenas anoche, muy cansados, pero contentos de gozar las Fiestas Patrias como poca gente puede hacerlo, siendo la mayor satisfacción estar en comunión familiar.

jueves, 17 de septiembre de 2009

El Príncipe Azul se destiñe al primer lavado

Estoy escribiendo esto sin acritud y aún, en contra de mi voluntad, porque en parte hay una voz en mi cabeza que me advierte "Ten cuidado en cómo dices las cosas, que siempre te muestras vulnerable", pero al mismo tiempo otra me dice "Debes vomitar lo que está en tu corazón, o se marchitará".
Hace unos días hablé nuevamente del Príncipe Azul, tema recurrente en este blog, ilusionado con un espejismo que se manifestó casi en la mitad del desierto de mi alma, donde no pude distinguir un norte, pero que no deja de ser bellamente tangible para quien dignamente pueda cobijarse en su pecho.
Hoy en cambio y luego de mucho meditarlo, nuevamente he concluido que el Príncipe Azul, al igual que muchas otras figuras provenientes de nuestro imaginario infantil, no es más que un mito creado en parte, para que las niñas se acostumbren a vivir en una sociedad machista y los niños, tengan el primer ejemplo del ideal romántico masculino.
Pero cuando el hombre que creíste la personificación de este personaje, te dice claramente "No quiero ser el Príncipe Azul para nadie y lo único que deseo es estar solo", es inevitable concluir que para alguien o tú mismo de algún modo, una esperanza se ha ido por el barranco con todo y carruaje incluido, lo cual me resulta una imagen bastante dantesca, como la muerte de Papá Noel o el conejo de Pascua. La inocencia se pierde un poco.
Enrique, Christian y otros amigos, que por cierto ya tienen una vida armada, me aconsejan no comer ansias por establecerme con alguien, tener planes y un proyecto de vida, pues según dicen, todo llega a su tiempo. Sin embargo, es fácil decirlo para quien cumplió dos o doce años emparejado y que además, no ha debido esperar quince a esa persona especial que parece inexistente.
Y me miro al espejo días después de mi última referencia al Príncipe Azul, viendo a un tipo de veintiocho años, abandonado a su suerte, irremediablemente condenado a estar solo para siempre, por quién sabe qué pecado cometido en esta vida o alguna anterior. Así, no puedo ser ni siquiera el sapo encantado de alguien.
Muchos me han dicho que al menos, he escrito un libro, pero la verdad es que eso lo hace cualquiera capaz de juntar las letras de modo coherente y con una buena historia.
Lo que yo pretendo va más allá, con una casa compartida por dos amantes que quieren pasar mucho tiempo juntos, abrazándose cada noche para despertar felices, conversando sobre lo ocurrido durante el día, riendo de alguna broma, comentando una película en horario prime, consolándose por alguna pérdida irreparable, cuidándose mutuamente cuando están enfermos, superando las adversidades y sobretodo, respetándose. ¿Por qué es tan difícil hallar a quien sostenga tu mano?
No es que me falten oportunidades, especialmente durante el último tiempo, pero vienen de sitios inesperados y es verdad, podría aceptar cualquier oferta para emanciparme, pero no se trata de eso sino más bien, de estar con esa persona especial que en muchos casos, está sobrevalorada, pues se trata de un ser humano común y silvestre como cualquier otro, del cual exaltamos determinada característica impulsados por el tiroteo de feromonas ocurrido en el primer encuentro y reafirmado con el intercambio de algunas impresiones comunes.
Cuando eso pasa, no puedes evitar pensar "Con esta persona podría pasar algo bonito, que merezca la pena" y luego, viene una declaración por parte del otro, que supera el dolor de una bala fatal, pues sin delicadeza te dice "Quiero que seamos sólo amigos" o bien, ante cualquier insinuación tuya, te rechaza diplomáticamente preguntando "¿Así llevaremos nuestra amistad?" y mata toda oportunidad.
Sí, es verdad eso de que tener un amigo, es tener un tesoro. Pero cuando eres como Roberto Carlos y tienes un millón, te cansa..., porque todas esas amistades fueron personas que a lo largo de quince años, quisiste conquistar y sólo te ofrecieron su amistad, pues el destino no quiso verte en su compañía.
Sólo después de algún tiempo, habiendo visto cómo es realmente esa persona especial, con sus defectos y cuando las feromonas iniciales tras haber saboreado sus besos, no surten el mismo efecto, puedes darte cuenta de que lo ocurrido fue mejor... Pero casi desearías haber vivido la experiencia, sólo por el placer de sentirte amado.
En mi caso y tras quince años de vivirlo, aceptar de buena gana la amistad cuando alguien no quiere algo más, es casi automático, porque puedes obligarle a amarte usando magia sexual, pero no debes transgredir el libre albedrío.
Estoy desolado realmente, pero es pasajero y si esta última persona especial sólo quiere amistad, no le daré nada más que el mejor amigo de su vida. Lo malo es que al ser tan consecuente, muy probablemente no cambiaré mi rumbo si algún día, por distante que esté, me pide algo más. A buen entendedor, pocas palabras y si necesita un amigo, tendrá casi un hermano, pero no un amante ocasional.
Dios sabe que cuido a mis amigos como si fuesen partes de mi propio cuerpo, los amo y estoy presente para ellos siempre que me necesiten. Por ello, aunque de momento sufra las penas del infierno cuando inevitablemente le vea con otro muy inferior a mí, haré la vista gorda hasta que pueda apreciarle como una criatura mortal, común y corriente, carente de esa ilusión que al principio yo mismo hice, como un castillo en las nubes.
Me gustaría, aunque suene cruel y sólo porque me resulta más sincero, que por una vez alguien que me gusta y no me corresponde, evitara decirme "No quiero tener nada con nadie" , pues es como la típica frase terminal de "No eres tú, soy yo", pero sin siquiera haber tenido la relación y en lugar de eso, me diera el golpe de "Carlos, no me gustas, no quiero tener nada romántico contigo", porque es casi mejor que la paliza de verle con cualquier imbécil tiempo después y darme cuenta por mis propios ojos de cuánto prefiere relacionarse con todos, menos conmigo, aunque le hagan sufrir hasta la muerte.
Podría recurrir a los más perdidos registros para conjurar a Anteros y solicitarle, que contra todas las leyes naturales me permitiera corregir cada error de mi pasado, para enamorar a quien yo desee. Sin embargo, no podría eludir a las moiras, diosas del destino que están eximidas de la voluntad olímpica.
Entonces, el destino se las arreglaría para ponerme en las mismas circunstancias actuales. Por lo tanto, es un despropósito quejarse cuando los acontecimientos no dependen de uno, y más si en principio la amistad de aquella persona especial, puede ser bien intencionada.
Sí, temo a su advertencia, pues cambia de amistades según varía el interés, y eso podría significar que tarde o temprano, sin importar mis aciertos, salga de su vida.
Aunque costó, me resigné a que en este mundillo los amores fuesen casuales, pero no quisiera caer en cuenta de que las amistades también podrían serlo. Creo que sólo me queda esperar el cumplimiento de los inmutables designios de Dios.

lunes, 14 de septiembre de 2009

Murió el actor Patrick Swayze

LOS ANGELES (AFP) - El actor cinematográfico estadounidense Patrick Swayze, conocido por sus papeles en películas de éxito como "Dirty Dancing" y "Ghost", murió tras una larga batalla contra un cáncer de páncreas, informó este lunes su publicista.
El actor de 57 años de edad murió debido a complicaciones surgidas por su enfermedad, añadió.
"Patrick Swayze falleció hoy en paz con la familia a su lado tras enfrentar los desafíos de su enfermedad por los últimos 20 meses", señaló un comunicado de prensa.
El gobernador de California y ex extrella de Hollywood, Arnold Schwarzenegger, le rindió homenaje describiéndolo como "un artista talentoso y apasionado que tocó una fibra sensible y memorable en las audiencias en todo el mundo".
"Interpretó un amplio rango de personajes en el escenario y en las películas y sus celebradas actuaciones hicieron que el duro trabajo escénico pareciera sencillo", agregó Schwarzenegger.
Swayze fue diagnosticado con un avanzado estado cuatro de cáncer pancreático en enero de 2008, con un pronóstico de sólo 1% de continuar vivo por más de cinco años.
El actor luchó contra la enfermedad ante la opinión pública y continuó trabajando pese a los tratamientos contra el cáncer y una significativa pérdida de peso.
En enero criticó versiones de los tabloides sobre su enfermedad en una entrevista con Barbara Walters, de la cadena ABC, donde declaró valientemente que estaba decidido a vencer su condición.
Durante esa entrevista le dijo a Walters que había tratado de mantener su enfermedad en secreto, pero que la hizo pública para proteger a su familia y amigos luego de que los tabloides reportaran que estaba al borde de la muerte.
"La esperanza es una cosa muy frágil en la vida de cualquiera y la gente que quiero no necesita que le roben la esperanza cuando no está justificado y cuando no es cierto", dijo Swayze.
En mayo, el portavoz de Swayze condenó los reportes "inescrupulosos" de que la estrella había muerto, diciendo que estaba vivo y bien y que estaba respondiendo al tratamiento.
Swayze actuó recientemente durante cinco meses en una serie de televisión, "The Beast", en la cual hizo de agente del FBI.
"Puedes apostar que voy a pasar por un infierno", le dijo a Walters en su entrevista televisiva de enero. "Estoy en el comienzo de mi lucha. Y espero que sea una larga lucha", agregó.

lunes, 7 de septiembre de 2009

"Alma Negra" nuevamente en El Ático

Mi novela de fantasía épica, "Alma Negra", se encuentra nuevamente disponible en El Ático.
Por un tiempo, la página estuvo en mantenimiento. Pero ahora pueden adquirie su ejemplar desde cualquier parte de Chile y el mundo de manera fácil, rápida y cómoda. Sólo deben llenar un simple formulario de registro y hacer su orden.
Disfruten la lectura.

domingo, 6 de septiembre de 2009

El Príncipe Azul existe y yo lo conozco

Es tarde y llueve, como lo ha hecho todo el día. Sin embargo, aunque debería hacerlo siempre, hoy es para agradecer... He recibido el mejor obsequio que en mucho tiempo se me había negado.
Producto más de la pereza que del resfrío padecido estas últimas jornadas y en parte también, por el vano intento de eludir otro día de la marmota en cuyas horas la tinta del escritor se ha secado, estaba dispuesto a permanecer casi inanimado, en el estéril lecho que por tanto tiempo ha estado vacío del súbito sueño primaveral al cual muchos solíamos llamar Amor.
Me dispuse a ratos mirando televisión sin ver realmente el programa transmitido, como hacer algo sólo porque sí. Ignoraba pues, como cualquier otro ser humano que no goce la facultad del Oráculo, lo que me disponía el aparentemente tan sombrío día.
Quien antes ha leído este blog, sabe que muchas veces reniego del Príncipe Azul o del odioso cuento de hadas que siempre finaliza con "y vivieron felices para siempre", aunque muchas veces quien lo cuente sea una anciana sin marido.
El lector que además de juntar las palabras en frases, se haya dado a la labor de comprender el texto, sabe perfectamente que afirmo ser desprejuiciado, aunque muchas veces en ciertos temas, me doy el falso privilegio de analizar situaciones como un simple espectador en el teatro de la vida, sea porque me resulte más cómodo o porque el escritor suele mirar las vivencias propias como parte de su literatura.
Hoy grandes prejuicios míos se han manifestado dándome una fuerte bofetada, al tiempo que el mítico Príncipe Azul se ha hecho carne y hueso. ¿Cómo es esto posible? Pues gracias a un reciente conocido en aquellas redes sociales tan difamadas, al cual simplemente llamaré Sr. L para proteger su identidad y las revelaciones que de él obtuve.
Ya no creo que todo homosexual vaya por la vida buscando sólo sexo. Ahora sé que toda persona sin importar su orientación, busca el amor verdadero, tarde o temprano. Es una invariable sin importar la edad... Juzgar la promiscuidad como actitud ligera de reemplazo pasajero del amor, es subestimar la experiencia que algunos adquieren en tanto buscan. Esta conducta sólo adquiere un mal carácter si es sostenida en el tiempo, después de encontrar el amor verdadero.
Casi sin tener una razón bien definida, me levanté en pijama a estar apenas una hora frente al monitor del ordenador, como si para mí ello fuese posible. Mi sorpresa fue mayúscula al ver en el buzón de entrada de mi correo electrónico, dos mensajes del Sr. L que resultan inusuales, dada nuestra reciente interacción.
En virtud de que hasta ese momento y sin conocerle lo suficiente, mi intención no iba más allá de forjar una posible futura amistad, me entregué al capricho de buscarlo en el chat falto de expectativas. Ahí estaba, poniéndome en la encrucijada de hablarle y estrechar más los lazos o bien, ignorarle para seguir sumido en la negrura de mi catacumba, que apropiadamente mi familia denomina habitación. Opté por lo primero, resultándome más grato y productivo.
A esta hora sé que de haber hecho lo contrario, me habría arrepentido el resto de mi vida, por perder la oportunidad de conocer a quien casi todos creemos parte de un cuento infantil, además de una persona cuyo corazón carece de limitaciones para amar, con alma tan inmaculada como la de un niño y espíritu refrescante.
Hicimos corta, intermitente y superficial interacción antes de que me pidiera un número telefónico de red fija. Sin pensarlo dos veces, y como a menudo ocurre cuando una persona es impulsada por los juegos favorables del destino, accedí a dar la información solicitada... Un minuto transcurrió y el Sr. L estaba hablando conmigo en lo que aparentemente era un desahogo.
Al terminar la charla y sin perder oportunidad, solicité que me enviara por correo electrónico su número de móvil, redactando después un mensaje con mis datos de contacto y la dirección de este blog, por si quisiera seguir desahogándose.
Ésta fue la puerta de entrada a un documento que bien podría considerarse su diario, al cual me dio acceso sin reparo en un gesto de confianza absoluta que muy seguramente, con pocas personas ha tenido.
Desde ese momento y hasta ahora, no pude parar de leer y sorprenderme con los evidentes paralelismos que tienen nuestras vidas, aparentemente tan dispares. Sus pasiones y repudios, amores y desamores, experiencias y sueños, esperanzas y desilusiones... Ahora no puedo excusarme diciendo que me falta conocerlo para considerarlo amigo, confidente, camarada e incluso, alma gemela. Afortunada es su criatura amada, tanto como su amante y más aún, si ambas son la misma.
Claro está que su vida y la mía han tenido caminos distintos, pero muy similares... Al leer sus escritos, no pude evitar cuestionarme cuánta propiedad poseo para oficiar de escritor, si salvo las típicas faltas gramaticales, su prosa es excelsa en tanto revela la sobrecogedora calidad humana del autor. Mientras yo me siento frente al infranqueable muro de la página en blanco, buscando inspiración divina, el Sr. L escribe sin esfuerzo ni premura, motivado por la increíble energía de la fragilidad humana videnciada, tan hermosa y solemne en sí misma.
Nuestras búsquedas del amor han sido igualmente erróneas o acertadas. Él por su lado, ha escogido la valentía de experimentar y sufrir. Yo en tanto, me he conformado con la cobardía de observar distante los cuentos de hadas ajenos.
A lo largo de la historia humana, el Príncipe Azul ha sido incesantemente buscado por quienes pretenden encontrar un hombre perfecto. El Sr. L en cambio, posee defectos y limitaciones humanas, siendo esto lo que le da la cualidad de perfección... La gente está tan ciega, que no lo ha visto aún teniéndolo delante, pero ante mí se ha revelado incondicionalmente en su magnificencia.
Cuánta razón lleva mi amigo Francisco, al decirme que quienes pudieran satisfacer mi corazón, se asustan ante la innegable y manifiesta maldición de mi claridad en cuanto a lo que espero, sueño y pretendo de la vida... Tanto así, que con soberbia he llegado a creer en la imposible existencia de otro ser humano con tal claridad. Hoy sin embargo, el Sr. L se muestra hermosamente desnudo, de alma diáfana, tan similar a mí que me resulta el reflejo del espejo, como dos hermanos separados al nacer y obligados a recorrer sendas distintas, hasta que por complot de los dioses se hallan uno frente al otro.
Por años he refunfuñado contra Anteros, dios del amor correspondido y vengador del amor despreciado. Ahora la verdad se muestra ante mí tan transparente como el cristal: mientras yo permanecía aquí, encerrado en casa y seguro de los males que a menudo trae enamorarse, Anteros se ocupó de proteger cuanto pudo al Sr. L en su odisea amorosa, que le ha magullado el corazón.
Él tiene a su abuela, quien lo crió; yo perdí a la mía poco tiempo después de que me criara. Sueño con amanecer al lado de la persona amada por muchas mañanas y él, también. He sufrido la muerte de amores muy intensos y él, ha llorado nuestra pérdida. Hemos tenido apasionados encuentros, aprendiendo las particulares lecciones. Añoramos lo que ya perdimos, como la inocencia de nuestras infancias. Antes desdoblamos nuestros espíritus, para regresar a ese punto de partida donde nos sentíamos seguros y plenos, sea su hogar en provincia, lleno de recuerdos o los mantecados que mi abuelita Ester me obsequiaba, antes de que la diabetes me afectara. Ambos gozamos de la certeza en la existencia de Dios.
Me he cegado creyendo que las vivencias de otros merecen mi juicio, pero la similitud entre el Sr. L y yo en éste y otros aspectos son tantas, que al leer su diario no tuve más alternativa, debiendo reconocer sus experiencias como propias. Entonces, recobré la humanidad tan apreciada y de la cual muchas veces me jacté diciendo "A diferencia de ellos, no perderé mi humanidad por considerar a otras personas como pañuelos desechables luego de haber compartido el lecho" y tanto me abstuve de ello, que sin darme cuenta, perdí lo que en parte nos hace seres humanos: nuestra capacidad de amar.
Ahora sé que el cuento de hadas se hace realidad sólo si el Príncipe Azul encuentra a alguien que le dé la talla. ¿Cuántas oportunidades de amar habré perdido, porque esperaba egoistamente que mi cuento de hadas se hiciese realidad, mientras alguien más desde la sombra me veía como su Príncipe Azul? Y esta pregunta jamás tendrá respuesta en esta vida.
El Sr. L se siente vacío. La verdad es que yo también y sólo espero ser digno de ayudarle a superarlo y de que algún día desee ayudarme. Quien lea su diario, inevitablemente pensará que personas como él merecen el favor de Dios y al final, aún contra nuestra voluntad, sus palabras nos inspirarán nobles sentimientos, deseos de ser aquella persona a la cual abrace cada noche y con quien viva muchos días, al son del más verdadero afecto. ¿Seré digno de compararme con él?
Como escritor, novelando su vida me aseguraría un Best Seller. Sin embargo, Dios es el único autor capaz de registrar la existencia del Sr. L sin denigrarla a las impuras letras.
Nada más hay que pueda yo decir sobre el Sr. L, excepto que mi más sincera esperanza es en un futuro cercano, ser visto con los mismos ojos que lo vi hoy. El Príncipe Azul existe, y yo tengo el privilegio de conocerlo íntimamente, con sus virtudes y defectos, tan noble como cualquier ser humano puede llegar a ser si se lo propone, sólo que en él, esto es innato.

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Yahya. Carlos Flores A.
Escritor chileno.