«Quien no conoce Estambul, no conoce el amor».

Yahya Kemal Beyatlı.

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Carlos Flores Arias – Yahya.

Escritor chileno.

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lunes, 28 de junio de 2021

Día del orgullo LGBTIQ+ o la libertad de ser

 ¿Qué se puede decir sobre este veintiocho de junio que no haya dicho antes sobre el Día del orgullo en este blog? Alguna entrada anterior usé para mencionar que en esta fecha se conmemoran las manifestaciones de Stonewall ocurridas en mil novecientos sesenta y nueve, para reafirmar el sentimiento de orgullo sobre las identidades y orientaciones sexuales y de género tradicionalmente marginadas y reprimidas. 

Es el motivo que todo el mundo debería saber. ¿Pero por qué sentirse orgulloso de ser gay o cualquier otra denominación? No se trata de eso; verlo así es simplificar la lucha que históricamente desde siempre han debido sostener las diversidades sexuales (es tan vintage decir "minoría sexual"). Sí, algunos mencionarán ciertas civilizaciones antiguas en las cuales la diversidad sexual supuestamente predominaba

No les aburriré hablando sobre Sodoma, Grecia o Roma porque eso aquí a nadie le interesa. Sólo mencionaré que la bisexualidad helénica se dio principalmente porque los antiguos griegos tenían una idea desfavorable sobre las mujeres y en la antigua Roma ser gay era bien visto sólo si se era activo… Esto implica que en las antiguas culturas tampoco era fácil ser “diferente”.

Sin embargo, este día no es sólo para cierto segmento social sino que se celebra la libertad de ser quien realmente se es, sabiendo que no siempre se considera un derecho... El derecho es a existir, amar y ser amado, vivir sin miedo y reconocer en el prójimo un valor que no es pese a sino además de su orientación sexual.

Pero no quiero dejar pasar esta ocasión para abrirme realmente. Tampoco pretendo romantizar esta fecha como si fuese muy fácil defender y reclamar dichos derechos, especialmente cuando en redes sociales hubo gente gay que pudiere haberme eliminado –y uso condicional para no asegurarlo– al contarles que uso silla de ruedas. Tampoco se le puede demonizar porque en mayor o menor medida, aunque lo neguemos, todos hemos discriminado a alguien alguna vez; sería ideal que al experimentar en carne propia la discriminación, un homosexual no le hiciera lo mismo a otro, pero en este mundo los ideales no existen y no podemos tapar el sol con un dedo pues al final, deberemos admitirlo de todos modos.

Sí, suena duro y completamente contrario al positivismo que debiera abordar en este artículo… ¿Pero no se trata precisamente de celebrar la capacidad de aceptarse plenamente, sin pretender encajar con lo esperado por otros? La vida no es nada fácil en general, sea por una orientación sexual, una discapacidad física o cualquier otra característica que nos haga sentir al margen; sería mentira afirmar que uno está siempre contento con el destino que le tocó, pero el secreto está en aprender a vivir con ello y a partir de ahí, aceptarse e intentar ser feliz.

La felicidad no es igual para todos; no todos tenemos los mismos sueños y anhelos. Con mis treinta y nueve años casi cuarenta, sin haber tenido nunca pareja, habiéndome enamorado pocas veces, sin ser correspondido o al menos nadie ha tenido el valor de confesarlo, he aprendido algunas cosas que sería oportuno compartirles en este artículo:

No me avergüenzo de ser físicamente discapacitado, diabético, algo calvo y tener un poco de barriga. A mi edad no puedo tener cuerpo de catálogo y aceptarme tal como soy no sólo se aplica a la orientación sexual sino además, a todo lo que somos, incluso aquellas características que no nos gustan de nosotros mismos.

Quien bien me quiera, si alguna vez llega, deberá aceptarme con todos esos puntos en contra y los que tenga en ese futuro, porque son detalles que no se pueden cambiar… No aprenderé a caminar ni dejaré de inyectarme insulina para que alguien ame una versión mía ajustada a sus exigencias. Si alguien se avergüenza de mí por cosas así, lo mejor será seguir sin su compañía. No sólo eso pues además, mi pareja deberá aceptarme con todo cuanto soy: mi religión, mi familia, mi opinión política… Porque yo también le aceptaré con su historia personal y no debería ser un impedimento sino al contrario, algo que me haga desear su compañía.

Por ahí en una publicación de Facebook leí a propósito de la bandera gay y esta fecha, que alguien se aceptaba “con todos sus colores”. Creo que esa frase resume todo este artículo y valida plenamente toda la lucha que no sólo desde mil novecientos sesenta y nueve se ha llevado a cabo para ser vistos, aceptados y respetados socialmente sino más bien, a lo largo de toda la historia.

¿Por qué me abro para decirles todo esto que cualquier otro en mi lugar ocultaría? Porque durante mi adolescencia debí callar sin ser obligado por nadie sino simplemente porque me avergonzaba y temía como muchos aún hoy sienten miedo y pasan su vida haciéndolo tristemente, a veces porque no comprenden qué les sucede. A mi edad ya no oculto, ya no siento pudor de quien soy ni temo sino más bien, vivo aceptando y valorando el cariño que otros quieran darme, restando importancia a quienes me critiquen por no ajustarme a ellos.

No tomo como limosna afectiva el cariño de otros sino como algo que debe atesorarse, pues son estas personas quienes realmente deben estar conmigo y no aquellos que me eliminan en redes sociales porque dejé de comentar sus publicaciones o se sientan incómodos con mi silla de ruedas, mi insulina, mi calvicie parcial o mi barriga que tampoco es tanta.

Tampoco debe avergonzarme no haber tenido pareja hasta ahora, pues soy inocente si alguien habiéndose enamorado de mí, no se atrevió a decírmelo; sus razones habrá tenido pero al callárselas, me evitó compartir ese problema. Tal vez sea cierto que no ha llegado la persona indicada y en ese sentido, me alegra no contar con tantos tropiezos. Pero por favor, por favor por lo que más quieran, no me victimicen haciendo comentarios de lástima, pues yo no me autocompadezco, me respeto lo suficiente para caer en eso al menos hasta ahora… Posiblemente si llego a los noventa años contando la misma historia, lo haga de manera distinta.

Esta fecha es precisamente para celebrar mi libertad de escribir este artículo y su derecho a leerlo, porque algunos podemos sentirnos libres de ser quienes somos. Empero, también se conmemora aquella lucha hasta hoy librada por esas almas silenciadas, sea temporal o permanentemente y si tú estás entre las bocas cerradas, pudiendo hacerlo, es tu decisión tomar el valor para hablar. Hoy se festeja aceptarnos tal cual somos, respirar profundo y decírselo al mundo entero.

No quiero referirme a la tolerancia pues es un concepto erróneo en este caso… Prefiero hablar del respeto desde la aceptación que podemos brindarnos unos a otros como iguales, con el mismo derecho a ser libres, felices y una fuerza viva de nuestra sociedad.

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Yahya. Carlos Flores A.
Escritor chileno.