A Cem Berkyürek.
Pasa por mi casa una hermosa ave
que entregar su canto quiere generosa,
deteniendo un breve momento su vuelo.
Pasa por mi casa una hermosa ave
que entregar su canto quiere generosa,
deteniendo un breve momento su vuelo.
Y tanto se diluye su voz en mi llanto,
que mis lágrimas bebe sin arrebato.
Golondrina que sus alas cierra,
es como el murmullo de un eco lejano,
que alguna vez tuvo presente
y en mi alma ha anidado.
Dejará de sonar en tu memoria
el alegre sonido de mi voz cuando te escucho
y sólo quedará la melancólica huella de tu paso.
Sé que eres un espíritu libre
y yo, un lobo solitario...
Mi lupanar es para ti
una jaula de oro devaluado.
Tu libertad es el tesoro que pocos encuentran
y mi tristeza por tu partida es el veneno
de la soledad que todos tememos.
Tu nido está lejos,
donde alcanzarte no puedo.
Pero en este mundo tan inmenso,
cuyos rincones no puedo contar,
espero algún día volverte a ver
aunque la despedida sea dolorosa
y mi alma quede rota.
Bendición ha sido tu canto en mi refugio
aunque breve sea tu estadía
y quiera siempre postergar tu partida.
Quisiera ver con tus ojos
aquellos destinos que visitas
y disfrutar como hoy, tu compañía.
Hermano me llamaste,
aunque sólo tú puedes volar
y quisiste compartirme
el sabor de la libertad,
enseñándome a soñar.
La despedida de un viajero
siempre es dolorosa,
como un puñal clavado en el alma
que sigue entrando
mientras más se roza.
¿Cuándo dejará de doler
el recuerdo de las golondrinas
que se posan sobre mi ventana,
me complacen con su canto
y luego, emprenden vuelo en bandada?
Ofreciste tu amistad como regalo que acepté
y ahora cuido este tesoro,
como si le pudiera perder.