El viernes 11 de abril fui invitado al programa “En casa de Pancho”, de Mitos RTV. El propósito era exponer la integración de gente discapacitada y homosexual a la vida laboral en Chile.
Habiendo terminado mis estudios de comunicador social hace cuatro años sin tener empleo hasta ahora y sabiendo que el 90% de discapacitados en este país es cesante, no pude dejar de reflexionar más allá de las simples estadísticas.
Ciertamente es imposible encontrar una carrera poco competitiva, pero añadirle a ello la discriminación por alguna limitación física o peor aún por tu orientación sexual, hace que hallar trabajo sea una verdadera odisea en la cual a veces ni los dioses quieren ayudarte.
Mamá dice que mientras trabajaba tuvo la suerte de hacerlo en algo que le gustó y debo reconocer que si bien soy comunicador social, mientras estaba en el liceo y aún no se me cerraban las puertas, pasé por la etapa en que deseas dedicarte a diversas profesiones; en mi caso periodista, historiador, profesor de historia, publicista e incluso arqueólogo. Mi hermano me abrió bruscamente los ojos al bromear un día diciendo “Se imaginan a éste como arqueólogo, metido entre la tierra con la silla de ruedas”.
Lo que vino inmediatamente fue una epifanía, pues me percaté de que si la sociedad no te integra, debes hacerte una propia. Eso es lo que pude comprobar aquel viernes después del programa, cuando Francisco Alemán y sus amigos me integraron perfectamente y de un momento a otro entendí que la sociedad puede transformarse partiendo por pequeños grupos, pero es absolutamente necesario que ese cambio de mentalidad llegue a las grandes agrupaciones y se pluralice.
Durante mi búsqueda conocí diversos macromedios de comunicación masiva que al tener una base firmemente establecida desde hace años, no están interesados en integrar a un sujeto sin experiencia laboral que es minusválido y gay. Si hubiese conocido entonces Mitos RTV, sólo Dios sabe cuánto tiempo, energía y dinero habría ahorrado.
La verdad es que se me note o no, jamás me ocupé en decir que soy gay en ninguna empresa donde dejé mi currículum, básicamente por dos razones: la primera es que si no me incumbe lo que mi potencial jefe hace en la intimidad, a él tampoco debería importarle cómo lleve la mía; la segunda es que ya bastante trabajo tenía intentando que aceptaran mi discapacidad como para después iniciar que asimilaran mi orientación sexual en un país donde innegablemente el homosexual es socialmente obligado a ser discreto. Si quieren, llámenlo cobardía.
Sin embargo, con la aparición de los blogs, fotologs y otros medios de comunicación aún más masiva que la radiodifusión y la televisión entendí que el gay puede esconder su orientación sexual si lo desea, ¿pero cómo puede un minusválido esconder su limitación? Es imposible y por ello, ni siquiera debería intentarse.
Los antiguos espartanos lanzaban por un barranco a los bebés discapacitados o débiles que no sirvieran para el ejército pero aceptaban de buen grado la bisexualidad en el período de entrenamiento, siempre que los hombres se casaran al regresar a sus aldeas y tuvieran a la siguiente generación fuerte.
¿Es nuestra sociedad igualmente exigente? Los minusválidos no deberíamos ser discriminados por estar limitados físicamente en una sociedad cuyas oportunidades laborales requieren en gran medida, buen desempeño intelectual. El no integrarnos o esperar que nos integren por obra y gracia del Espíritu Santo, debería resultarnos peor que ser arrojados de un barranco.
Quien tenga una orientación distinta a la heterosexualidad tampoco debería ser excluido de la fuerza laboral por aquellas empresas con una imagen familiar, porque ser GLBT no es lo mismo que carecer de valores familiares.
Unirse en pos de un bien común como la integración del minusválido o las minorías sexuales a la sociedad, parte por un cambio interno, que requiere la colaboración e interacción de todos aquellos grupos individuales en un organismo multisistémico. El propósito final de todas estas organizaciones puede diferir en puntos específicos, pero básicamente es el mismo y no debemos creer que los logros de uno son más importantes que los del otro.
Las minorías en cualquier ámbito han existido desde siempre y seguirán estando aquí mucho después de que mi voz se apague, por eso es necesario que otros asimilen este mensaje: Si hubo homosexuales como Alejandro Magno y Leonardo Da Vinci o minusválidos tan destacados como Christopher Reeve y hasta hoy Stephen W. Hawking, no veo razón para que debamos limitarnos más aún o vivir a su sombra sin tener nuestros propios logros, cualquiera sea nuestra excusa.
Habiendo terminado mis estudios de comunicador social hace cuatro años sin tener empleo hasta ahora y sabiendo que el 90% de discapacitados en este país es cesante, no pude dejar de reflexionar más allá de las simples estadísticas.
Ciertamente es imposible encontrar una carrera poco competitiva, pero añadirle a ello la discriminación por alguna limitación física o peor aún por tu orientación sexual, hace que hallar trabajo sea una verdadera odisea en la cual a veces ni los dioses quieren ayudarte.
Mamá dice que mientras trabajaba tuvo la suerte de hacerlo en algo que le gustó y debo reconocer que si bien soy comunicador social, mientras estaba en el liceo y aún no se me cerraban las puertas, pasé por la etapa en que deseas dedicarte a diversas profesiones; en mi caso periodista, historiador, profesor de historia, publicista e incluso arqueólogo. Mi hermano me abrió bruscamente los ojos al bromear un día diciendo “Se imaginan a éste como arqueólogo, metido entre la tierra con la silla de ruedas”.
Lo que vino inmediatamente fue una epifanía, pues me percaté de que si la sociedad no te integra, debes hacerte una propia. Eso es lo que pude comprobar aquel viernes después del programa, cuando Francisco Alemán y sus amigos me integraron perfectamente y de un momento a otro entendí que la sociedad puede transformarse partiendo por pequeños grupos, pero es absolutamente necesario que ese cambio de mentalidad llegue a las grandes agrupaciones y se pluralice.
Durante mi búsqueda conocí diversos macromedios de comunicación masiva que al tener una base firmemente establecida desde hace años, no están interesados en integrar a un sujeto sin experiencia laboral que es minusválido y gay. Si hubiese conocido entonces Mitos RTV, sólo Dios sabe cuánto tiempo, energía y dinero habría ahorrado.
La verdad es que se me note o no, jamás me ocupé en decir que soy gay en ninguna empresa donde dejé mi currículum, básicamente por dos razones: la primera es que si no me incumbe lo que mi potencial jefe hace en la intimidad, a él tampoco debería importarle cómo lleve la mía; la segunda es que ya bastante trabajo tenía intentando que aceptaran mi discapacidad como para después iniciar que asimilaran mi orientación sexual en un país donde innegablemente el homosexual es socialmente obligado a ser discreto. Si quieren, llámenlo cobardía.
Sin embargo, con la aparición de los blogs, fotologs y otros medios de comunicación aún más masiva que la radiodifusión y la televisión entendí que el gay puede esconder su orientación sexual si lo desea, ¿pero cómo puede un minusválido esconder su limitación? Es imposible y por ello, ni siquiera debería intentarse.
Los antiguos espartanos lanzaban por un barranco a los bebés discapacitados o débiles que no sirvieran para el ejército pero aceptaban de buen grado la bisexualidad en el período de entrenamiento, siempre que los hombres se casaran al regresar a sus aldeas y tuvieran a la siguiente generación fuerte.
¿Es nuestra sociedad igualmente exigente? Los minusválidos no deberíamos ser discriminados por estar limitados físicamente en una sociedad cuyas oportunidades laborales requieren en gran medida, buen desempeño intelectual. El no integrarnos o esperar que nos integren por obra y gracia del Espíritu Santo, debería resultarnos peor que ser arrojados de un barranco.
Quien tenga una orientación distinta a la heterosexualidad tampoco debería ser excluido de la fuerza laboral por aquellas empresas con una imagen familiar, porque ser GLBT no es lo mismo que carecer de valores familiares.
Unirse en pos de un bien común como la integración del minusválido o las minorías sexuales a la sociedad, parte por un cambio interno, que requiere la colaboración e interacción de todos aquellos grupos individuales en un organismo multisistémico. El propósito final de todas estas organizaciones puede diferir en puntos específicos, pero básicamente es el mismo y no debemos creer que los logros de uno son más importantes que los del otro.
Las minorías en cualquier ámbito han existido desde siempre y seguirán estando aquí mucho después de que mi voz se apague, por eso es necesario que otros asimilen este mensaje: Si hubo homosexuales como Alejandro Magno y Leonardo Da Vinci o minusválidos tan destacados como Christopher Reeve y hasta hoy Stephen W. Hawking, no veo razón para que debamos limitarnos más aún o vivir a su sombra sin tener nuestros propios logros, cualquiera sea nuestra excusa.
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