«Quien no conoce Estambul, no conoce el amor».

Yahya Kemal Beyatlı.

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Carlos Flores Arias – Yahya.

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domingo, 11 de mayo de 2008

Mi gran herencia griega

En la escuela nos enseñaron que nuestra sociedad debe mucho a la civilización grecorromana y entre los principales aportes está la filosofía, literatura, política, matemática, ingeniería y arquitectura.
Sin embargo, pocos cuentan entre aquella rica herencia cultural, el liberalismo sexual del cual tanto griegos como romanos hacían gala. Por lo general, los libros de historia mencionan grandes logros militares, pero la bisexualidad característica de los temibles guerreros espartanos es casi un tabú.
Por cierto, los colegios no querrán enseñar a sus pequeños alumnos cómo al iniciar la pubertad los jóvenes espartanos, que ya estaban inmersos en el sistema militar desde los escasos ocho años, comenzaban a experimentar su sexualidad con tutores mayores, siempre varones que veían en esta comunión, una razón estratégica más que erótica.
En un tiempo lleno de violencia y amenazados por el poderoso imperio persa, establecer relaciones tan cercanas entre los soldados espartanos aseguraba su lealtad y compañerismo al momento de la batalla. Más aún considerando que esta sociedad criaba a sus niños en un sistema de completa entrega a la polis, tanto que todos los soldados eran considerados iguales, como una única entidad sin individualismos.
Pese a ello, antropólogos han afirmado que al terminar su período de entrenamiento militar, desde los ocho a los dieciocho años, los soldados debían regresar a sus hogares y casarse con mujeres para asegurar la siguiente generación de guerreros. La lealtad al Estado era tan exaltada, que un soldado raso solía ceder el derecho de la primera noche con su esposa –más adelante denominado prima nocta en latín– a un soldado superior más fuerte y que tuviera mayores posibilidades de fecundarla.
Los atenienses, reconocidos por el legado artístico y filosófico, aprobaban el matrimonio homosexual incluso entre hombres bastante mayores y jóvenes adolescentes. De hecho, múltiples grabados y frescos muestran escenas de comunión masculina. Los eruditos aseguran que los padres de un joven le permitían ser cortejado por un hombre mayor e incluso, que obsequiara dotes tales como gallinas o cerdos, imponiendo como única condición el matrimonio.
En Olimpia, sede de los antiguos juegos olímpicos en honor a Zeus, además de existir el culto a esta divinidad, se adoraba a Eros, dios del amor. Ello sin olvidar que en cada polis el templo estaba adosado al gimnasio, donde los hombres ejercitaban totalmente desnudos y servían como inspiración a poetas que alababan la belleza del cuerpo masculino.
El mismo fenómeno se daba entre los filósofos y sus discípulos, quienes “pagaban” sus enseñanzas con la comunión sexual.
Cabe mencionar que esta conducta era penalizada socialmente como pederastia, término de origen griego que más adelante se latinizó como pedofilia. Si bien no existía castigo legal contra esto, solía ser repudiado.
También es necesario aclarar que tanto griegos como romanos no discriminaban otras orientaciones sexuales porque tanto este concepto como los de homosexualidad, heterosexualidad, bisexualidad y lesbianismo no existían. Las implicaciones morales no contemplaban el ámbito erótico, pues si un individuo se sentía atraído por hombres o mujeres, sólo debía satisfacer su deseo.
En la isla de Lesbos, nombre del cual deriva el término lesbianismo, es célebre el caso de la legendaria poetisa Safo, quien mantenía relaciones amorosas con sus discípulas al vivir pocos hombres en el sitio.
La libertad e integración del sexo en la sociedad griega llegaba a tal punto, que los filósofos de la corriente hipócrita postulaban que así como el deseo sexual se calmaban con la masturbación, el hambre se terminaría si bastara con frotarse la barriga e incluso, se masturbaban en la vía pública.
El aspecto religioso helénico no estaba exento de esta tendencia, pues así como en “La Iliada” y “La Odisea” Homero nos narra los romances entre héroes y dioses, otros pasajes mitológicos prehelénicos nos cuentan las preferencias de dioses como Apolo y Céfiro por jóvenes mortales muy hermosos como Jacinto.
Así pues, teniendo en consideración los múltiples logros de esta civilización en diversos campos de estudio, nuestra actual sociedad no haría mal en recordar esta herencia griega, muchas veces marginada a los pies de página.

2 comentarios:

morgana dijo...

muy iinteresante el contenido de tu blog, la verdad no tenia conocimiento de todo esto, igual yo repeto a todo ser vivo....... felicidades, me encanto

rodolfo dijo...

hola, pues la verdad me parecio muy interesante esta nota tenia un conocimiento muy bano, no sabia de tales hecho, considero que en la actualidad debemos tener la idea de respetar a los demas osea vivir y dejar vivir sobre todo me llamo la atenciòn esta nota "si un individuo se sentía atraído por hombres o mujeres, sólo debía satisfacer su deseo." creo que todos seriamos felices.

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Escritor chileno.