Hoy terminó el segundo período presidencial del republicano George W. Bush, quien gobernó Estados Unidos durante ocho años y vivió situaciones tan difíciles como el atentado a las Torres Gemelas y el Pentágono, la destitución de Sadam Hussein en Irak o la reciente crisis económica. Su gestión tuvo finalmente un 20% de aprobación ciudadana, siendo uno de los Primeros Mandatarios estadounidenses menos populares de la historia en ese país.
Ahora el Presidente es Barack Obama, quien entre otras tareas, debe cumplir sus promesas de conservar el medio ambiente, crear una gran cantidad de nuevos empleos y llevar a cabo su propio plan de estabilidad económica.
Un demócrata afroamericano y su familia ocuparán desde ahora, y si Dos quiere por los próximos cuatro años, la Casa Blanca. ésta es la principal razón de que Washington D. C. recibiera tantos visitantes que deseaban ver el traspaso de mando y ceremonia de juramento. Sin embargo, el interés mundial en un punto y acontecimiento tal como lo sucedido en la que para algunos es Babilonia del siglo XXI, se debe también a los demás desafíos que hereda Obama.
Debe lidiar con la frágil paz en la Franja de Gaza, los tratos diplomáticos con Rusia, Irak e Irán entre otras naciones y el desempeño de las Fuerzas Armadas estadounidenses en diversos conflictos bélicos internacionales.
Que el Congreso esté compuesto en su mayoría por demócratas, no garantiza que Obama pueda hacer libremente su voluntad política. Por ello, conservar el masivo, histórico y eufórico apoyo popular dependerá en gran parte, de su habilidad política para alcanzar las metas prometidas.
Queramos o no, el cambio de Bush a Obama nos afecta de algún modo. Por ello, esperemos que al final de su período, Obama no se lleve un intento de zapatazo como su antecesor, o algo peor.
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