«Quien no conoce Estambul, no conoce el amor».

Yahya Kemal Beyatlı.

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Carlos Flores Arias – Yahya.

Escritor chileno.

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jueves, 24 de septiembre de 2009

Esta primavera espera amistad o lo que surja

Hoy mi sobrino Gabriel cumple diez años, y de veras me parece que apenas hace dos lo tomé por primera vez en mis brazos, tan temeroso de lastimar aquel cuerpito suave e indefenso a pocas horas en este mundo, que constantemente nos muestra las más horrendas características humanas, sumiendo las almas en una oscuridad de la cual sólo nos percatamos cuando vemos las escasas luces en un niño o bien, en las aún menos frecuentes personas nobles, que tocadas por Dios, pueden manifestar esa natural nobleza incluso cuando son adultas.
¿Alguna vez han tenido esa sensación de que un amigo los necesita? Muchos filósofos han intentado definir la amistad, pero este concepto no halla su definición en las palabras, sino en el sentimiento y la práctica.
Esta tarde telefoneé a una amiga muy querida, que había visto por última vez en el lanzamiento de "Alma Negra", a principio de mayo, cuando ella tenía la dicha de pasar por el último período de su embarazo, contagiando a todos con la chispa divina del bebé por nacer, que trasciende los límites del vientre.
Por diversas circunstancias, he sido inmensamente ingrato con algunos de los asistentes a esa ceremonia, contactándolos recién durante las últimas semanas, impulsado por el cariño que les profeso.
Así fue como me enteré de que esta amiga tan importante había tenido un niño sano y fuerte. Sin embargo, para ella y su familia la alegría del suceso fue opacada en parte, por la maldita fragilidad humana.
Ahora, esta mujer tan única padece una cruel enfermedad, que la obliga a someterse al tratamiento de quimioterapia y fuertes drogas, como parte del arsenal médico disponible para combatir.
Según me contaba, días atrás me recordó al ver en su agenda, la anotación correspondiente al evento, precisamente cuando me sentí inquieto por no saber sobre su estado. ¿Pensamientos cruzados tal vez?
¿Qué puedes decirle a una persona que has dejado de llamar por meses, y al hablarle, te cuenta que tiene cáncer? Generalmente en esa situación se enmudece; pero yo, que hace poco me jactaba en este mismo blog de amar a mis amigos como si fuesen partes de mi cuerpo, teniendo ya mucha experiencia con dicha enfermedad dentro de la propia familia, no podía permitirme el lujo de descolocarme.
Haciendo lo mejor que pude, saqué de mis propias fuerzas para no evidenciar mi tristeza y animar, admirando a esta amiga tan poderosa en su frágil estado, cual amazona a quien han golpeado en batalla y sigue orgullosamente erguida, blandiendo la espada..., esta fuerte hoja con forma de niño.
Tengo toda la fe en que podrá superar la difícil prueba del destino, confiando en que su hijo sea motivo suficiente; sabiendo que en la naturaleza, ningún animal es tan peligroso como una madre protegiendo a su hijo.
Habiendo acabado nuestra charla, me sentí egoísta, con la sensación de que ahora mis fuerzas y ánimo habían disminuido notoriamente, porque no tengo todas las respuestas y algunas preguntas en la vida, ni siquiera deben ser contestadas.
Después de este golpe, que siendo duro, no me afectó tanto como a mi amiga, necesitaba el consuelo de alguien que estuviese ahí para decirme "Tú apoyas a otros y yo te apoyo", pero pedir esto era esperar un imposible.
Al ver el correo electrónico, para mi sorpresa hallé una breve respuesta del Sr. L a un mensaje que le envié apenas ayer más que nada, para contarle cómo estuvo mi fin de semana y preguntarle por el suyo. Allí decía:
"Carlangas, no he tenido tiempo de responder, esta semana y la otra para mi son a mil, pero apenas pueda hacerlo con calma. Un abrazo".
Palabras muy simples, aparentemente insignificantes en cualquier otro contexto. Sin embargo, poseen un profundo contenido, pues mientras otras personas ni siquiera se hubiesen preocupado de manifestarse, él con su escaso tiempo y vida notoriamente agitada, me dice "Presente".
Es un pequeño gran gesto, oportuno para demostrarme que no soy tan invisible como a veces me siento, cuan hoja de un árbol en plena primavera. Aunque por otro lado, uno siempre cobija la esperanza de que la estación le obsequie amistades y de alguna se cumpla ese "o lo que surja". ¿Será éste el año para cumplir dicho anhelo?

1 comentario:

Mauro L. dijo...

Y ahora, luego de haber escrito hace 2 minutos un posteo en "El principe azul se destiñe al primer lavado", resulta que me siento un imbesil. Gracias por eso, la montaña rusa emocional siempre me ha parecido entretenida.
Un abrazo

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Yahya. Carlos Flores A.
Escritor chileno.