Viernes y sábado en Nancagua, disfrutando en familia de diversas tradiciones chilenas que se dan especialmente en el campo, con mucha gente, comida y buenos momentos.
Este año no asistí al rodeo, pero sí a la domadura, viendo aquellos toros salvajes montados por valientes huasos con toda la indumentaria que les corresponde. Saboreando mani mientras papá y mis tíos bebían cerveza, pude ver un espectáculo único en la medialuna de Callejones.
Esa mañana se llevó a cabo el desfile de la comuna nancagüina, donde algunos primos participaron montando los excelentemente cuidados caballos de tío Florentino. Cada pareja lucía el detallado uniforme de la institución a la cual representaba o al club d huasos que le correspondía.
Las fondas y ramadas vendían los tradicionales anticuchos o empanadas, que algunos convinaron con chicha. Yo no comí carne, pues era de cerdo, y tampoco probé alcohol.
Los pies de cueca que bailaron mis primos pequeños, fueron una excelente muestra de la crianza chilena en su más pura expresión.
Regresamos apenas anoche, muy cansados, pero contentos de gozar las Fiestas Patrias como poca gente puede hacerlo, siendo la mayor satisfacción estar en comunión familiar.
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