«Quien no conoce Estambul, no conoce el amor».

Yahya Kemal Beyatlı.

Comenta en este blog

Selamünaleyküm: No olvides dejar al final de cada artículo tu comentario para el autor de este humilde blog que acabas de leer. Tus opiniones serán tomadas en cuenta para mejorar el contenido en la forma y el fondo.

Si esperas respuesta a tu comentario, debes buscarla dentro de la misma sección del artículo que comentaste. Gracias. Selam.

Carlos Flores Arias – Yahya.

Escritor chileno.

Sobre Facebook

Por favor, si me agregas a Facebook, envíame un mensaje privado diciendo que has visto mi blog, para saber dónde me encontraste. De lo contrario, tu solicitud podría ser rechazada por seguridad. Muchas gracias por tu comprensión.

jueves, 8 de octubre de 2009

Crónica de la primera no-cita con el Sr. L y nuestras reflexiones

Ya es tarde y vengo de una extraña no-cita con el Sr. L. Se suponía que iríamos juntos al lanzamiento del libro "Antología del Cuento Nuevo Chileno" del escritor Francisco Días Klaassen, en el Café Literario de Providencia. Sin embargo, por diversas razones del terror, estaba yo a bordo del radio taxi en plena Costanera a las 19:35, cinco minutos después de iniciado el evento.
Estaba tan entusiasmado esta tarde, por ser mi segundo encuentro social a solas con alguien que sin ser mi pareja, respeto muchísimo pese al molesto humor negro que sin querer, a veces esputo en su presencia. Haber llegado tarde y encontrarlo aún ahí, fuera del café esperándome... No sabría explicar lo mal que me sentí, pues haber salido de casa una hora antes no sirvió de nada para cumplirle, debiendo soportar en parte la incompetencia del taxista que pese a las innumerables indicaciones de la central, no pudo dar con el destino a tiempo.
Pues bien, como ya no era hora de entrar al evento y además, el sitio no cuenta con accesos para silla de ruedas, el Sr. L me invitó a comer algo en uno de los locales de Providencia. Habiéndole fallado con mi impuntualidad y sabiendo que por mi diabetes debí comer mientras estaba en el taxi del horror (pues incluso llegué a pensar que el conductor estaba desquiciado), no quise desairarlo y acepté su invitación más que nada, porque pocas veces he tenido la gracia de compartir con alguien único en su género por muchas razones.
No me malinterpreten, pues ya vi que entre el Sr. L y yo hay una amistad reciente y que por culpa mía, siempre está a prueba. Mis constantes errores, llegadas tarde e incontinencia verbal, intromisión o humor negro, le han hecho advertirme indirectamente en reiteradas ocasiones que así como hoy somos amigos, mañana puede desterrarme de su vida sin derecho a réplica. Y es que la tolerancia humana, tiene un límite muy inferior a lo que puedo provocar.
Hoy le vi intentando ver el lado amable a todas las adversidades que implicó nuestro encuentro, hacer gala de una paciencia muy inusual para reírse de mis bromas en lugar de dejarme abandonado a la mitad de Providencia e incluso, me aconsejó cómo debo llevar mis relaciones, haciéndome ver mis errores.
Es verdad que sólo probé la comida y sé cuánto le molesta desperdiciar el alimento, pues fue criado en un núcleo familiar cristiano, donde le inculcaron que derrochar comida está mal. Empero, no habría podido comérmelo todo aún deseándolo, pues al llegar a casa, mi nivel de glucemia era superior a 300 mg/dL (lo máximo a que puedo llegar es 180 mg/dL) y mereció la pena incluso inyectarme 5 unidades extra de insulina, sólo porque prefirió estar conmigo el tiempo que pudo compartir con otro o descansar luego de una agotadora jornada laboral.
Juro por lo más sagrado que no quise ponerlo a prueba y nadie en este mundo sabe cuánto sufrí en ese taxi, sintiéndome impotente. Sin embargo, estaba ahí, dispuesto.
Charlamos sobre sus relaciones y cuando me contaba cómo le insistía un ex, aún cinco años después de terminar, no pude evitar pensar "Este hombre indudablemente provoca esa reacción en sus ex parejas. ¿De qué se extraña tanto? ¿Acaso no sabe las cualidades que posee o peca de falsa modestia?".
Pero no es así. Ya antes he dicho que para nadie tengo elogios gratuitos, porque sé que no necesito eso para merecer la simpatía de alguien. Pese a esto, sería injusto ignorar en esta nota una cualidad muy grande y escasa que el Sr. L posee: la mayoría de las personas, sin importar su género u orientación sexual, son increíblemente intolerantes en las relaciones, cuestionando constantemente la legitimidad de las acciones; él en cambio, entrega todo lo que puede y sólo las termina cuando ya nada queda, postergándose y saliendo casi muerto.
Antes de hoy, habría pensado que mentía o presumía de algo que no puede probarse. Empero, yo mismo he hecho que se contenga y me soporte.
Cuando veo ese talante, ocasionalmente pienso "Dios, ¿por qué no me envías alguien así?". Pero es una estupidez la mía, porque ya lo tengo... Tal vez no como esperaba, pero el Sr. L no es perfecto y he tenido el privilegio de conocer sus defectos, que quizá me costaría soportar en una pareja.
"El amor es más fuerte" decía Juan Pablo II. Sí, conozco y he visto los defectos del Sr. L, al punto de creer que hay un cierto paralelismo entre él y mi hermano en sus características más irritantes. Pero no me cuesta hacer el ejercicio de tolerarlo, porque sólo Dios sabe cuán molesto soy y si alguien puede aguantarme sin ser mi pariente, lo mínimo que merece es lo mismo de mi parte.
Sólo le he visto soltero, deleitándose la vista con cuatro distintas personas que transitaban la calle Providencia hoy o bien, pasando un mal momento. Pero no he sabido realmente cómo es el Sr. L cuando se encuentra en pareja y al paso que voy, seguramente lo veré desde fuera algún día pero muy difícilmente de cerca.
Aún así, hojeando su diario en la anotación de ayer, definitivamente creo que sus ex son egoístas, porque no sólo le reprochan su olvido, pues también no se molestan en detenerse un segundo y cuestionarse "¿Realmente merezco que vuelva conmigo, luego de haber hecho cuanto pudo por revivir nuestra relación? ¿Tengo derecho a recriminarle algo, sabiendo que durante nuestro tiempo juntos, no di lo suficiente mientras él desfallecía en intentos por darme todo?".
Pienso que si el Sr. L ha sufrido las penas del infierno para sacar adelante una relación donde sólo él se interesa, la otra persona que sigue marchando sin considerarle, ni siquiera debería intentar apelar a su bondad.
En mi caso personal, y sólo porque el Sr. L comparte conmigo, les comentaré que muchas veces me he dado de lleno cuando amo, diciendo incluso mis sentimientos a viva voz para no dar paso a errores por omisión, ahogando mi propio deseo de decirle a la persona "Yo te amo y a ti no te importa", pero sólo veo pasar más trenes que un jefe de estación.
Y cuando se entrega todo, sabiendo que a la otra persona no le importas lo suficiente, por fin un día despiertas deseando estar con alguien que realmente te merezca, sepa ver tus cualidades, te corresponda y te haga tan feliz como deberías ser.
En esto, el Sr. L y yo no somos egoístas. Ciertamente no deberíamos aguantar que nuestras personas amadas o ex parejas lleguen tarde a exigir que les amemos, cuando por fin se creen capaces de correspondernos.
Todo tiene su tiempo. Si tuvimos la mala suerte de entregarlo todo a personas que no estaban preparadas para recibirlo en el pasado, ya no es momento de que lleguen diciendo "Aquí te bailo yo". Deberían detenerse y pensar que también merecemos seguir adelante, tal como pasaron de nosotros cuando nos tenían al alcance de la mano.
¿Cuántos son capaces, como el Sr. L o yo, de darle a otra persona una pareja que sea compañero, amigo, amante, confidente, apoyo, cómplice y base? Muchos me dirán "Yo sí puedo", pero en la cancha se ven los gallos y la verdad, es que si fuese tan fácil hallar una pareja con tales cualidades, ambos no estaríamos solos.
Sr. L, a usted le pregunto: ¿Ve la razón de que me interese tanto su compañía? En otras circunstancias o quizá, en un universo paralelo, seríamos estupenda pareja porque no me importaría que se parezca tanto a mi hermano en las críticas que con razón me dirige. Sin embargo, si Dios nos ha puesto uno al lado del otro es porque, en su infinita e innegable sabiduría, quiere que ambos aprendamos del otro.
Sí, usted puede aprender tanto de mí como yo de usted. Por eso, desvergonzadamente le solicito no rendirse en el ejercicio de tolerancia que implica conocerme y que hasta ahora, ha hecho de manera admirable.
Cuando terminó nuestra no-cita y ya en el radio taxi de vuelta, le sugerí que nuestro próximo encuento lo planeara él, dado lo funesto que resultó mi plan. Me dijo "No habrá otra vez" y de pronto, por unos instantes la cabeza me dio vueltas como si hubiese bebido dos botellas de ron al seco. ¿Era una broma del humor negro que tanto le desagrada?, ¿había retrocedido todo el camino avanzado, por la incompetencia del taxista que me llevó o uno de mis comentarios desatinados?, ¿habrá otras oportunidades más adelante?
Si es verdad que el tiempo lo cura todo, ojalá podamos averiguarlo juntos. Ciertamente, éste no era el mejor día para citarnos, porque el destino siempre se carcajea conmigo o más bien, de mí. Sin embargo, haré lo que el Sr. L en mi caso, viendo el lado amable y sabiendo que si él prefirió pasar un tiempo conmigo, algo bueno debo tener para merecer tal gesto. Es una excelente razón para alegrarse, ¿verdad?

3 comentarios:

Mauro L. dijo...

Creo que te voy a demandar por la ley de derecho de autor, ya que lei varias frases salidas de mi boca, jajajaj.
Carlos, solo para que quede claro, me gusta mucho el humor negro, sobre todo el mio.
Respecto de mis relaciones y tu perspectiva de ellas, te repito, tu solo vez la parte que cuento yo. Estoy mas que seguro que mis ex tienen sus replicas. Todas las historias son de a dos.
Por ultimo, me asusta un poco esa mania de idealizar las cosas que tienes y convertir una sencilla salida y una inocente charla en otras cosas. Ojo con eso.

Yahya. Carlos Flores A. Escritor. dijo...

mauro... con respecto al artículo que escribí en mi blog, creo que estás viendo fantasmas y francamente, me preocupa tener que excusarme cada vez que escribo.
como siempre te he dicho, aunque un comentario vaya dirigido a ti, también debo preocuparme de que el resto de mis lectores se identifique.
puede ser que te asuste mi mania de idealizar las cosas, tal como a veces te parece que soy un poco dramático. sin embargo, a mi me asusta que no aprecies el toque literario de mis textos, porque sé que te asustó lo de la no-cita... si hubiese pretendido que fuese otra cosa, simplemente la llamaría cita, ¿o no? no he querido quitarle la inocencia a nuestra salida.
creo que debo pulir muchísimo más mi narrativa, con el objeto de no causar tus temores o aclarar siempre mis dichos, pero es algo que puede hacerse y en lo personal, me encantan los desafíos.
queda tranquilo que por mi parte, todo está clarísimo y no debes temer que confunda las cosas. aprecia el toque poético de la prosa que te ofrezco.
con respecto a los otros puntos de tu comentario, sé que en toda relaciòn hay dos versiones y a veces, hasta cuatro, pero un artículo así no sólo trata de ti o de mi, sino también de lo que pudieran vivir otros lectores.
¿todo aclarado? eso espero. nos vemos.

Mauro L. dijo...

Ok, todo clarisimo.

Gracias por tu visita

Si llegaste a este blog y lo leíste, agradezco que me dedicaras un poco de tu tiempo.

Asimismo, te invito a dejarme tus comentarios, sugerencias, peticiones y críticas constructivas en los posts.

Por último, si te agradó, puedes añadir un vínculo de La Pluma Dorada en tu página web, blog, fotolog o espacio personal y así, colaborar al crecimiento de este humilde rincón. También te invito a convertirte en seguidor.

Espero tenerte de regreso; siempre serás bienvenido. Hasta pronto.

Yahya. Carlos Flores A.
Escritor chileno.