«Quien no conoce Estambul, no conoce el amor».

Yahya Kemal Beyatlı.

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Carlos Flores Arias – Yahya.

Escritor chileno.

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domingo, 14 de marzo de 2010

La realidad y la ilusión o reflexiones de oración

Foto: Mevlevíes o derviches giradores en Turquía (Wikipedia).
Ayer tuve el privilegio de asistir a la segunda charla sufi, invitado por mi tía María Adriana. Allí confirmé grandes verdades en las cuales pude reflexionar durante los últimos meses con respecto al sufrimiento, libre albedrío, culpas y madurez entre otros asuntos.
Mahmud Esquivel, el exponente, habló sobre el modo que tenemos la mayoría de enfrentar nuestra realidad individual. Resumiéndolo desde una perspectiva espiritual, la fantasía, deseos y sueños son manejados por Satán para extraviarnos del camino. Por otro lado, lo real pertenece a Dios y asumirlo nos permite evitar el sufrimiento.
Analíticamente, si perdemos tiempo amargándonos por aquellos anhelos irrealizables, no vemos aquello que tenemos. Somos infelices porque vivimos deseando lo ajeno y dejamos a un lado nuestros propios dones.
¿Deberíamos sufrir si nuestro ser amado no nos corresponde? Amor, deseo, atracción y pasión son los terrenos donde posiblemente flaqueamos primero. Nos obsesionamos creyéndonos merecedores del afecto de quien amamos, sin preocuparnos el egoísmo que ello implica. El amor es desinteresado por naturaleza y la correspondencia sólo sucede si así debe ser.
Podemos tener muchas fantasías sobre alguna meta, empleo o persona, pero las circunstancias invariablemente nos demuestran que todo aquello es ajeno al control humano. Llámese Dios o destino, podríamos concluir en la frecuencia del fracaso. ¿Por qué no conseguimos aquel trabajo tan esperado, aún estando perfectamente preparados para el cargo? ¿En qué contribuye nuestra frustración cuando fallamos?
Ciertamente el primer impulso cuando algo no resulta, es enfadarnos y buscar hasta los más absurdos argumentos para justificar esa furia. El siguiente paso es la negación al rechazar cualquier consecuencia de nuestros actos. La negociación es aquella etapa donde tranzamos para lograr algún objetivo que no conseguiríamos fácilmente. Por último, está la aceptación de una realidad inmutable.
Si llegáramos al cuarto nivel cada vez que no logramos algún objetivo, el sufrimiento y desgaste de las etapas anteriores sería nulo, pues admitiríamos que cada paso es controlado por una fuerza superior, explicación única de nuestros errores constantes cuando pretendemos proceder sin considerar antes los factores.
Solemos creernos independientes y hasta vemos a otros como meros seres pasajeros en nuestras vidas. Actualmente la condición de ente desechable se antepone a la calidad humana del individuo en pos del interés egoísta. Sólo deberíamos considerar que nacemos y morimos solos sin excepción; por lo tanto, lo único importante es establecer vínculos estables durante la vida, para evitar una total miseria.
Lamentablemente nos engañamos restándole importancia a la pérdida del amigo o la pareja. Si pudiéramos hacer una lista con cada relación significativa en estos campos, ¿consideraríamos a aquellas personas que pertenecen al pasado o nos concentraríamos en el presente? Cuando somos incapaces de aceptar las cicatrices emocionales, aún lidiamos con los conflictos de alguna fantasía frustrada. En esto derivan nuestras quimeras afectivas.
Por orgullo y dolor, cometemos el error de restar mérito a la relación fallida. Olvidar a una persona se ha convertido en sinónimo del obituario afectivo que cargamos. Aceptar determinada realidad significa más bien, comprender esa inalterable intervención divina, por la cual cada situación y circunstancia humana no depende del azar, sino de Dios exclusivamente.
Al despertar este conocimiento, ninguna persona de nuestro pasado merece el repudio que anteriormente le dimos. Aceptamos que las relaciones fallidas o metas inalcanzables son producto del engaño que nuestra propia fantasía tejió y ya no culpamos a terceros de cualquier desaliento.
Hacer esto implica ejercitarse constantemente, eligiendo entre el velo de las fantasías y el mundo real. Si optamos por lo segundo, debemos actuar en conformidad con ello, siendo consecuentes.
Reaccionar ante la realidad implica decidir el plan de acción, sin existir puntos intermedios. En mi caso, no puede ser más evidente.
Desde mi más tierna niñez fui sometido a rehabilitación física en espera de que al cumplir 18 años, una cirugía me posibilitara caminar utilizar bastones u otro aparato ortopédico. Sin embargo, alcanzando mi adultez, los médicos revelaron que aquella intervención sólo consistía en retrazar el proceso degenerativo del padecimiento, pero jamás podría caminar normalmente.
La realidad me golpeó sin delicadezas y debí decidir entre las opciones de no operarme y quedarme tal cual estaba hasta entonces o bien, arriesgarme en el quirófano sin importar si la operación resultaría. Elegí someterme a la destreza médica y aunque aún uso silla de ruedas, estoy conforme porque esa curiosidad del “¿Qué habría pasado si…?”, no me dejaría vivir tranquilo.
Cuando cumplí 12 años y me diagnosticaron diabetes mellitus insulinodependiente, desatando una fuerte depresión en mis padres, mis opciones eran revelarme contra el mundo como lo hacen tantos niños diabéticos, vaciando la despensa y llenándose de dulce o bien, aceptar que por el resto de mi existencia debería restringir mi dieta, inyectarme insulina y controlar mis niveles de glucemia varias veces al día. Al decírmelo mi madre, le respondí “Si como alimentos dietéticos no engordaré, así que es bueno”.
Puede parecer una respuesta infantil, pero aceptar la realidad que Dios nos asigna no significa resignarse apesadumbrados, sino intentar ver algún lado positivo si es posible.
Al aceptar la realidad, olvidamos el egoísta “Yo quiero” y lo reemplazamos por el “Yo debo”, que nos permite proceder de acuerdo a las circunstancias, sometiéndonos a la voluntad de Dios. Sólo así podremos percibir la vida más fácil, al no nadar contra la corriente.
Por experiencia propia debido a algunos conflictos emocionales relativamente recientes, puedo decirles que si realizáramos nuestras fantasías, nos daríamos cuenta de que no nos hacen felices. Generalmente cuanto deseamos es antónimo del cuanto necesitamos y se hace cierto aquello de “Dios proveerá”. Somos desdichados al empecinarnos en alcanzar un deseo y no distinguir lo que ya tenemos. Esto a su vez, nos expone al constante tropiezo.
Foto: Tasbith, tashbith o tasbih musulmán.
Lamentamos los errores cuando vemos las consecuencias de nuestro acto, pero no nos detenemos previamente a reflexionar cuál efecto tendrá dicho accionar. Hace poco cometí una equivocación con alguien a quien quiero sinceramente. Aquella persona tenía derecho de enojarse conmigo, pues le hice padecer su particular infierno con mi error, pero estuve tan encerrado en mi propia tribulación, que asumí como crueldad su reacción. Ahora en cambio, buscando respuestas en Dios, meditando y abrazando aquel cariño, abrí la ventana para dejar entrar el sol y tal como expuso Mahmud al obsequiarme un nuevo tasbith para orar, cada realidad es individual, intransferible y valiosa.
Así pues, pude ver que nuestro sufrimiento al idealizar cualquier situación de acuerdo a una fantasía, no es mayor ni menor que el dolor del cual hacemos víctimas. No obtendremos redención exigiéndola de quien agredimos, sino sólo si Dios interviene.
La oración, meditación y reflexión me permitieron ver mi propio reflejo imperfecto, en tanto pude abandonar la fantasía y abrazar la realidad como óptima voluntad divina. Vi que mi deseo era perjudicial y me había llevado por un camino equivocado.
Afortunadamente los últimos hechos lamentables en mi país, no sólo removieron la tierra y el mar, sino además mi discernimiento. Así pues acercarme a quienes haya herido sólo fue posible al olvidar mi orgullo y aceptar que todos tenemos derecho a enojarnos o equivocarnos. Sin embargo, mi propio despertar a esta realidad habría sido imposible sin la voluntad de Dios.
Bien dice el sabio que “En la noche más oscura, en el mármol más oscuro, la hormiga más oscura Allah la ve”. Así es como nada ocurre fuera de Dios y en consecuencia, “Deja de desear, deja de querer, deja de odiar y sólo entonces verás la realidad de las cosas”. Como resultado, vivir fantaseando es perder nuestras vidas siguiendo un espejismo.

8 comentarios:

Kathia خديجة Khadija dijo...

Amigo, todas estas verdades s ... Ver más sólo las descubres cuando dejas de desear y moverte en el vértigo de este mundo, y te detienes a observar la grandeza de Allah. Es EL quien creó todas esas cosas y sentimientos bellos en nuestros corazones y quien puso todo en un orden perfecto con sabiduría y misericordia infinitas. No hay una forma más feliz de vivir que estando entregado a EL. Por cada cosa que te ocurre, aunque no cumpla con TUS expectativas, decimos alhamdulillah, gracias a Dios, porque sólo EL sabe qué es mejor para nosotros y qué debemos aprender de cada acontecimiento. Esta enseñanza es maravillosa y es un pasomás a acercarte a Allah, dejar tu ego de lado y abrazar SU guía, infalible. Amigo, para eso no necesitas tasbith ni meditaciones, ni bailes. El recuerdo de Allah en tu corazón es suficiente y tus dedos son la mejor cuenta creada por EL.... =) Cuidate mucho!!!

Esteban Juan Varas Vilveros dijo...

Muy interesante amigo.Mucha espiritualidad en tu sentir.Muchas gracias por compartir!.
Abrazos.

Adriana Arevalo dijo...

Me gustó mucho leerte, gracias por compartir esta reflexión y tu tremenda experiencia...es bellìsima tu forma de ver y valorar la vida y me impresiona la valentìa de tu actuar y de tus palabras. un beso. es un privilegio conocerte y estar contigo.

Sergio Luis Abarca Arancibia dijo...

Eso es lo que me gusta y me agrada de tu persona escritora, que das de ti lo mejor en cada entrega, asimismo eres de un redactar f ... Ver másácil de entender, de apreciar y de valorar, admiro tu forma de ver la vida, de comportarte en ella más allá de las ayudas y las noblezas, pues creo que eres digno de las múltiples letras, así, me siento un día más... reincidiendo en lo grato que es compartirte mediantes éstas líenas, notas y vivencias... que me dejan muy en claro cuánto es que valoras la vida... y las acciones más allá de tantos hechos, y como dicen ya en tus comentarios... impresiona tu arte de hacer hablar las cómplices letras que reflejan tus escritos tras tu mente de creador, vividor y representante de ellas mismas, por ello y más... recibe de mí, mi total y cotidiana admiración, siempre!!!...

Yahya. Carlos Flores A. Escritor. dijo...

Kathia, Esteban, tía Adriana, Sergio... Gracias a todos por sus nobles comentarios y afable recepción a estas letras que repentinamente salieron de mi puño. Comparto con ustedes un resumen de estos 28 años para decirles que la vida tiene sufrimiento sólo si uno desea. Un gran abrazo a todos, mis cariños y bendiciones.

P. D.: Espero verlos a TODOS pronto.

Sergio Luis Abarca Arancibia dijo...

Siempre!!!...

Anónimo dijo...

Sorry for my bad english. Thank you so much for your good post. Your post helped me in my college assignment, If you can provide me more details please email me.

Yahya. Carlos Flores A. Escritor. dijo...

Anonymous, I don't have your e-mail address. I don't also speak good english, but I speak spanish, for if you prefer it.

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Yahya. Carlos Flores A.
Escritor chileno.