Finalmente Sr. L y Esteban visitaron mi casa. Extrañamente el primero se perdió, siendo impuntual. Pero es lo de menos.
Esteban venía cargado de obsequios: dos pulseras de ojo turco -para mi mamá y para mí-, una caja con estampado de Tarkan, su correspondiente tarjeta y una caja de bombones que seguramente mi vieja no tardará en comer.
Mamá había cocinado rollos de jamón de pavo relleno con palta en cama de lechuga, pollo con papas y cebolla frita y duraznos al jugo con crema.
Hablamos de películas, farándula y la vida entre otros temas. Es que una conversación da para mucho si uno sabe mantenerla.
Y de aquellos asuntos más profundos que no pueden tratarse con un té y pastelillos, seguramente deban abordarse en privado cuando sea oportuno o si los involucrados sed muestran interesados.
Sr. L se llevó su copia empastada del manuscrito de "¿Con cuántos hombres has amanecido?". Más de una pregunta me asalta al respecto y sin embargo, lo importante es su despertar, porque mi conciencia despertó hace rato.
Fue agradable tenerlos en mi casa, este terreno que tan bien conozco y manejo, abriéndoles las puertas de mi mundo íntimo, para permitirles conocerme más. Por otro lado, fue bueno que mamá les conociera... Así pueden ver por qué todas mis relaciones se basan en vínculos emocionales sólidos, estables y duraderos.
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