«Quien no conoce Estambul, no conoce el amor».

Yahya Kemal Beyatlı.

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Carlos Flores Arias – Yahya.

Escritor chileno.

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martes, 16 de agosto de 2011

En Turquía o la segunda parte del viaje

Ya que algunos me han solicitado la segunda parte de las crónicas del viaje, sin dar exhaustivo detalle ante la puntual consulta de alguien en una red social, les escribo lo siguiente, esperando sus comentarios o consultas:

Mar Pro Art en Facebook dice: «Hola Carlos. ¡Desearía saber tantas cosas sobre Turquía! No lo que figura en internet o en montones de libros, sino lo que se siente, como se respira allí y ahora que veo que te ha robado el corazón, es posible que pudieras orientarme. Muchas gracias».

Pues te diré con respecto a Turquía, que sólo vayas si lo haces por un tiempo considerable, porque todo tiempo allá es poco. Cuando ves una belleza tal como las mezquitas de Estambul y crees que no existe nada mejor, vas y te sorprendes con dos bellezas como Dolmabahçe y Topkapı. Así los atractivos turísticos aparentemente insuperables te conmueven hasta hacerte llorar...
A tal punto es, que la noche de mi primera jornada en Estambul debíamos tomar un bus hacia Izmir (otra ciudad muy parecida a Viña del Mar en Chile) y se largó a llover haciendo calor. Corríamos bajo la lluvia con ropa delgada cuando por vez primera oí el Ezan (llamado a la oración) y sin ser musulmán, comencé a orar agradeciéndole a Dios estar allí.
Puede ocurrirte que la arquitectura, historia y belleza te asombren. Pero créeme, NADA se compara a la auténtica y sobrecogedora nobleza de un amigo turco, porque en él tendrás a un hermano y sin importar de dónde seas, no podrás evitar las comparaciones entre gente occidental y un turco que va por la vida con su alma transparente y expuesta.
Notarás que en verano amanece ya a las 5 a. m. pero tendrás tantas cosas por ver, hacer, experimentar y vivir, que el día parecerá de una hora apenas y desearás que el tiempo se detenga.
Come castañas de las que venden en los carritos de la calle; por favor detente un momento a disfrutar el espectáculo de un vendedor de helados, come un simit y toma un té, porque jamás encontrarás en ningún otro lugar del mundo el té con sabor a Turquía.
Visita el café Pierre Loti y quédate allí una tarde entera, viendo pasar la vida... Te darás cuenta que en todas partes hay una bandera turca. El patriotismo turco se explica porque ese país tiene tanta hermosura, que es imposible no amarlo...
Disfruta la brisa marina a bordo de un ferry o haz que te lean el café, pidiendo un deseo. Si vas a Üsküdar y paseas por Çamlıca hasta Salacak, poco más allá podrás ver el atardecer mirando Kız Kulesi desde la orilla alfombrada y acojinada. Pero te advierto: Es la vista más romántica del mundo, superior a cualquier otro lugar... Allí se quedará tu corazón, completamente enamorado y no querrás irte nunca.
No pierdas oportunidad para ir hasta Taksim y comprar durante el día en una de sus innumerables tiendas o bailar de noche en uno de sus bares, pubs o discotecas. Fíjate bien que mirando arriba de tu cabeza y verás adornos lumínicos similares a los que nosotros, los occidentales, usamos durante Navidad para embellecer los hogares.
Visita las distintas islas o Adalar durante el verano. Te parecerá un mundo aparte, sin ajetreo ni distracciones, salvo comer, descansar y olvidar los problemas.
Por último, pero no menos importante, visita el Gran Bazar (Kapalıçarşı) para ver infinidad de maravillosas joyas expuestas en un entorno por sí mismo histórico y muy cerca, está el Bazar Egipcio o de las Especias (Mısır Çarşısı), donde podrás oler maravillas, probar delicias turcas que son un delirio e incluso, hallar remedios naturales para avivar la virilidad. Pero sobre todo, jamás pierdas la oportunidad de ver museos, calles y perderte en los rincones osmanlíes, pues desde un té hasta la gente, todo te parecerá increíble. Aunque debes ser paciente con el tránsito, pero si realmente amas Turquía, incluso eso te encantará... Y créeme, amarás ese país porque si el Edén existió alguna vez, Dios lo repitió allí.

Todo esto lo escribí sin dar nombres ni fechas específicas porque escribiría eternamente, ya que ni siquiera puedo actualizar mi diario aún sino hasta el 15 de julio pasado (en la foto: Kız Kulesi). Pero hay lugares, momentos y especialmente personas inolvidables a quienes seguramente, estas palabras les llegarán de un modo u otro, aunque nada sea suficiente para agradecerles.
Ahora sólo quiero volver pero esta vez, para quedarme. Como dije en Facebook el pasado 5 de agosto: «En mi reciente visita a esta ciudad comprobé que es la más bella del mundo, que su gente se gana el cariño nada más conocerla y que una vez allí, no quieres irte jamás. Estambul, İzmir y Turquía me han robado el corazón y ahora, debo regresar para recuperarlo, porque sin corazón no vivo y sin Estambul tampoco».

3 comentarios:

Victoria dijo...

Un relato realmente bueno y bello Carlos,comparto contigo ese amor por Turquia y sobre todo por Estambul y sus gentes,a mi tambien me robo el corazon.

Ada Crow dijo...

Muchas gracias, me ha gustado mucho.

Venus dijo...

¡Encantador!

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Yahya. Carlos Flores A.
Escritor chileno.