«Quien no conoce Estambul, no conoce el amor».

Yahya Kemal Beyatlı.

Comenta en este blog

Selamünaleyküm: No olvides dejar al final de cada artículo tu comentario para el autor de este humilde blog que acabas de leer. Tus opiniones serán tomadas en cuenta para mejorar el contenido en la forma y el fondo.

Si esperas respuesta a tu comentario, debes buscarla dentro de la misma sección del artículo que comentaste. Gracias. Selam.

Carlos Flores Arias – Yahya.

Escritor chileno.

Sobre Facebook

Por favor, si me agregas a Facebook, envíame un mensaje privado diciendo que has visto mi blog, para saber dónde me encontraste. De lo contrario, tu solicitud podría ser rechazada por seguridad. Muchas gracias por tu comprensión.

martes, 24 de enero de 2017

Renovar la esperanza

Foto: Barrio de Eminönü, Estambul - Turquía.
Cuando nacemos toda nuestra alma se encuentra llena de energía viva, pero en el transcurso de los años que nos toca permanecer en este mundo, partes se van muriendo hasta nuestro último minuto. Lo que aniquila el alma por partes es el sufrimiento en sus diversas formas desde el aparentemente insignificante hasta el más doloroso.
Una decepción amorosa, la muerte de algún ser querido o los sueños rotos son los corte fatales causados a esa energía interna que nos mantiene vivos, siendo el llanto la hemorragia surgida desde dentro. Cada vez que perece una parte, algo en nosotros cambia para siempre y no volvemos a ser los mismos aunque la superficie luzca inmutable.
Podemos seguir sonriendo públicamente aunque el corazón solloce día tras día por largo tiempo, hasta que sin darnos cuenta una mañana despertamos y en lugar de la herida abierta, tenemos una cicatriz imborrable.
Entonces, aunque antes nos hayamos resistido intentando preservar algo de aquella inocencia infantil o una humanidad sensible, lentamente endurecemos nuestros sentimientos dando lugar a un callo emocional, cierta coraza capaz de protegernos cuando creemos ser incapaces de resistir otro golpe.
Años atrás, cuando Sr. L y yo éramos amigos, lamentaba su condición por considerar que algunas personas tenían demasiado aprendido el papel de insensible, pues me parecía que no valoraba ni respetaba los sentimientos ajenos… El año pasado recibí en este mismo blog un comentario anónimo que reconocí como suyo porque daba pistas demasiado evidentes, jactándose de ser mencionado ocasionalmente en mis artículos pese a haberle borrado y bloqueado en las redes sociales.
Ciertamente a veces hablo de él, pero hasta hoy no me he lamentado de la decisión tomada. Todavía no podía darse cuenta del daño hecho a terceros cuando subestimas los sentimientos y te burlas… Creo que en parte, ésa fue una de las tantas razones para bloquearle, pues pese a haber transcurrido tanto tiempo conociéndonos, él no cambiaba ni evolucionaba en ningún sentido mientras yo sentía estar mirando hacia otros horizontes. ¿Qué aporte podíamos ser el uno para el otro? Ninguno realmente.
Sigo sin justificar de ninguna manera que una persona no valore a otra. Sin embargo, ahora entiendo la necesidad de velar ocasionalmente por los intereses personales y no entregarse completamente a la causa ajena, pues casi nadie antepone el bienestar de terceros por sobre los propios.
Cuando tus sueños se rompen, al principio sufres por sentirte desorientado frente a la vida y tener una innegable pérdida; incluso buscas algún responsable porque te cuesta aceptar la realidad. Pero rendirse no es para alguien que durante años ha luchado por conseguir una meta y aunque cueste alcanzarla, pareciendo algo imposible porque todo se opone, Allâh (cc) puede ver nuestros corazones y consolarnos.
Algunos amigos me aconsejan no perder la esperanza aunque parezca nadar contra la corriente y otros recomiendan cambiar mi sueño por alguno más realizable. Quizás mientras más cueste llegar al destino, mayor es la satisfacción de recorrer un arduo camino.
 Oh, mi Señor Allâh (cc), si es Tu voluntad, concédeme la posibilidad de retornar a Estambul y vivir nuevamente aquella felicidad que me hiciste sentir la primera vez; no dejes que me rinda ante las dificultades. Amîn. Amîn. Amîn.

No hay comentarios.:

Gracias por tu visita

Si llegaste a este blog y lo leíste, agradezco que me dedicaras un poco de tu tiempo.

Asimismo, te invito a dejarme tus comentarios, sugerencias, peticiones y críticas constructivas en los posts.

Por último, si te agradó, puedes añadir un vínculo de La Pluma Dorada en tu página web, blog, fotolog o espacio personal y así, colaborar al crecimiento de este humilde rincón. También te invito a convertirte en seguidor.

Espero tenerte de regreso; siempre serás bienvenido. Hasta pronto.

Yahya. Carlos Flores A.
Escritor chileno.