Dos mil diecisiete ha sido un año
accidentado en muchos aspectos para mí. El primer día sufrí una hipoglucemia
que me llevó al sector de urgencias del Hospital Clínico Universidad de Chile,
siéndome muy difícil recuperar el conocimiento.
No pude terminar la secuela de Síndrome de Estambul y ya llevo dos años
escribiéndola. Sin duda es la novela que más tiempo me ha tomado hasta ahora,
aunque debo admitir que no me siento tras el teclado todos los días, pues he
aprendido que hay una vida más allá de la computadora y por qué no decirlo…,
también me gusta dormir.
Algo bueno es que comencé a hacer
ejercicio diariamente con mancuernas y a estas alturas estoy notando los
resultados, porque mis brazos y espalda tienen más musculatura; la ropa me
queda chica, pero mirarme al espejo ahora da gusto –antes deba pena–. No
postearé una foto mía desnudo, así que deberán confiar en mi palabra. Sé que de
un escritor se espera tratar temas profundos, pero en esta vida también es
necesario ser un poco superficial porque todo se trata de equilibrio; el exceso
siempre es perjudicial.
He intentado recuperar algunas
amistades perdidas al mismo tiempo que cultivar las ya existentes y en marzo
tuve una maravillosa sorpresa: Ahmet y su familia me visitaron, dándome una
grata sorpresa porque mi ex profesor de turco dejó Chile en dos mil doce sin
saber cuándo volveríamos a vernos. Fue como si los años no hubiesen pasado.
Hay alguien que no está en mi vida
hace aproximadamente tres años y sigo rogando a Allâh (cc) darme la oportunidad
de un reencuentro pero también, cerrar heridas. Amîn.
En palabras de Molière «Jamás se
penetra por la fuerza un corazón».
Otras personas simplemente deben irse,
porque no quieren compartir mi espacio y además, tampoco podrían hacerlo. Para
estar conmigo es necesario ser tolerante, porque mis relaciones se fundamentan
en el respeto y la lealtad; el cariño es un resultado de aquello. En su
genialidad, Oscar Wilde dijo que «Hay
personas que causan felicidad donde van; otras, cuando se van».
Aprendí a estar solo, disfrutar el
espacio íntimo que durante años me he construido. Empero, ya estoy listo para
compartirlo con alguien y mandar a mi soledad de vacaciones por un tiempo
largo. Ciertamente tengo complejos, pero como cualquiera y quien me ame deberá
aceptarme tal como yo le acepte.
ĺnşAllah
el
próximo año sea mejor en cada aspecto y nos traiga a todos bendiciones. Veamos
siempre el lado positivo de las cosas, pero reforcemos el corazón para soportar
el sufrimiento del cual siempre tenemos una dosis, para recordarnos la
fragilidad humana porque de lo contario, el ego se convierte en nuestro
conductor.
Algo muy importante hablando de los
afectos: no olvidemos que nuestro primer refugio es Allâh (cc) y el segundo, la
familia. No perdamos tiempo coleccionando seguidores para luego, ni siquiera
recordar sus nombres y al contrario, esforcémonos en dejar una profunda huella
en los demás, más que una buena primera impresión.
Como meta personal: Que Allâh (cc) me
permita volver a Turquía, tener éxito con mis novelas allá y aquí. Que me
permita tener los reencuentros afectivos por los cuales a diario suplico. En un plano más general: Que sea un año tranquilo, en el cual todos nos esforcemos por vencer nuestros egos y sea más importante alcanzar la paz tan necesaria. Amîn.
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