Foto: Puente de las Brujas o de Unanibia, Valle de Leitzarán.
Sr. L me solicitó amistad en Facebook. Es verdad que en otros
artículos inicio con un párrafo introductorio pero dado que en este blog se
puede conocer prácticamente toda la historia, salvo algunos detalles, me
pareció demás.
Durante la mayor parte de la tarde me dediqué a
hacer la propuesta de edición de mi última novela como he hecho estos días, así que tampoco he tenido mucho tiempo para dedicarle a Facebook. Estaba
respondiendo algunos mensajes y comentarios cuando me llegó su solicitud y lo
agregué inmediatamente.
La cuestión es que ya nos conocemos y no necesité tiempo para
explorar su perfil y ver de quién se trataba. Además, aunque no siempre se
hace, hay que intentar ser consecuente: dije que le abriría la puerta para
dejarle entrar si quería y no habría sido nada correcto hacerle esperar. ¿Para
qué? La arrogancia es buena en su justa medida y en este caso, resulta
innecesaria.
Es verdad que un agua muy turbulenta pasó bajo el puente y acabó
destruyéndolo pero al parecer, la tormenta se ha calmado y ahora podemos
reconstruir dicho vínculo, de manera distinta y tal vez, más sólida.
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