En el principio, los dioses crearon distintas razas para legarles la Tierra y todo cuanto existe sobre ella. Para darles forma usaron oro, plata, cobre y bronce en cuatro intentos que fracasaron, hasta que Zeus encomendó la forja de una quinta raza a partir del lodo.
Los dioses entonces, crearon seres con forma humana, pero de naturaleza dual; su costado derecho era masculino, mientras el izquierdo lo era femenino.
Con el tiempo, esta raza se hizo orgullosa, jactándose frecuentemente de no necesitar a los dioses porque ya eran felices al complementarse perfectamente. Desde el Olimpo, sus creadores que siempre los observaban, acudieron a Zeus solicitando una asamblea.
El padre de los olímpicos escuchó atentamente los alegatos de cada dios y diosa, quienes celosos argumentaban para gestionar la destrucción de esta raza, que como las anteriores, había renegado de ellos.
_Destrúyelos, amado esposo. Nadie está sobre ti ni debe renunciarte_dijo Hera, diosa del matrimonio.
_Se jactan de no necesitarme, pues tienen un amor perfecto_alegó Afrodita, patrona del amor sexual.
_Creerán ser tan poderosos, que pronto querrán subir al Olimpo para tomar nuestro lugar_argumentó Ares, señor de la guerra.
Al oír esto, Zeus, quien ya había luchado contra los titanes por la supremacía, habló lo siguiente:
_Atenea, hija mía, tú que eres la diosa de la sabiduría…, ¿crees que la soberbia de los andrógenos pueda alcanzar semejantes proporciones?
_Definitivamente_contestó ella_. Sin embargo, hemos intentado crear vida con noble material y degradándolo, hicimos vivir al lodo; no podemos seguir destruyendo nuestras creaciones, pues entonces no dispondremos de materia menos valiosa que el lodo para un nuevo intento.
_¿Qué sugieres entonces?_preguntó nuevamente Zeus.
_Te aconsejo pues, castigarlos según sea tu deseo, pero enseñarles con ello que su orgullo es inconducente, pues se deben a nosotros.
_Puesto que presumen de complementarse perfectamente, decreto que estos seres sean separados en dos mitades; cada una debe ser enviada a polos opuestos_dijo Zeus.
Los dioses al oír esto, siguieron a su rey padre hasta el extremo donde el Olimpo y la Tierra se separan. Una vez allí, desataron terribles tormentas con bolas de fuego y relámpagos, separando a los andrógenos en sus dos mitades.
Mientras Mnemosin, la diosa de la memoria borraba sus recuerdos, el dios mensajero Hermes los transportaba velozmente de un lado a otro.
Desde entonces y hasta ahora, los seres humanos hemos vagado por toda la Tierra, dispuestos a superar cada prueba por difícil que sea, para hallar nuestra otra mitad…, el alma gemela que nos regrese aquella felicidad perfecta de la cual nuestros antepasados fueron despojados.
Los dioses entonces, crearon seres con forma humana, pero de naturaleza dual; su costado derecho era masculino, mientras el izquierdo lo era femenino.
Con el tiempo, esta raza se hizo orgullosa, jactándose frecuentemente de no necesitar a los dioses porque ya eran felices al complementarse perfectamente. Desde el Olimpo, sus creadores que siempre los observaban, acudieron a Zeus solicitando una asamblea.
El padre de los olímpicos escuchó atentamente los alegatos de cada dios y diosa, quienes celosos argumentaban para gestionar la destrucción de esta raza, que como las anteriores, había renegado de ellos.
_Destrúyelos, amado esposo. Nadie está sobre ti ni debe renunciarte_dijo Hera, diosa del matrimonio.
_Se jactan de no necesitarme, pues tienen un amor perfecto_alegó Afrodita, patrona del amor sexual.
_Creerán ser tan poderosos, que pronto querrán subir al Olimpo para tomar nuestro lugar_argumentó Ares, señor de la guerra.
Al oír esto, Zeus, quien ya había luchado contra los titanes por la supremacía, habló lo siguiente:
_Atenea, hija mía, tú que eres la diosa de la sabiduría…, ¿crees que la soberbia de los andrógenos pueda alcanzar semejantes proporciones?
_Definitivamente_contestó ella_. Sin embargo, hemos intentado crear vida con noble material y degradándolo, hicimos vivir al lodo; no podemos seguir destruyendo nuestras creaciones, pues entonces no dispondremos de materia menos valiosa que el lodo para un nuevo intento.
_¿Qué sugieres entonces?_preguntó nuevamente Zeus.
_Te aconsejo pues, castigarlos según sea tu deseo, pero enseñarles con ello que su orgullo es inconducente, pues se deben a nosotros.
_Puesto que presumen de complementarse perfectamente, decreto que estos seres sean separados en dos mitades; cada una debe ser enviada a polos opuestos_dijo Zeus.
Los dioses al oír esto, siguieron a su rey padre hasta el extremo donde el Olimpo y la Tierra se separan. Una vez allí, desataron terribles tormentas con bolas de fuego y relámpagos, separando a los andrógenos en sus dos mitades.
Mientras Mnemosin, la diosa de la memoria borraba sus recuerdos, el dios mensajero Hermes los transportaba velozmente de un lado a otro.
Desde entonces y hasta ahora, los seres humanos hemos vagado por toda la Tierra, dispuestos a superar cada prueba por difícil que sea, para hallar nuestra otra mitad…, el alma gemela que nos regrese aquella felicidad perfecta de la cual nuestros antepasados fueron despojados.
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