¡Cómo pasa el tiempo! Me parece tan reciente el último cumpleaños de mamá y ya es nuevamente la fecha. Nos ha visitado Iván y trajo a mis dos sobrinos, con quienes por la tarde mis viejos y yo fuimos a encumbrar volantines fuera de Santiago, aunque en honor a la verdad, me quedé en el automóvil escuchando música de Tarkan.
Papá compró una torta de merengue y lúcuma para el postre del almuerzo y de noche hará brochetas de carne junto a Iván.
Iván y sus hijos se quedarán a pernoctar esta noche. Rafael está resfriado, pero mi hermano estornuda constantemente por su alergia a los gatos.
Papá compró una torta de merengue y lúcuma para el postre del almuerzo y de noche hará brochetas de carne junto a Iván.
Iván y sus hijos se quedarán a pernoctar esta noche. Rafael está resfriado, pero mi hermano estornuda constantemente por su alergia a los gatos.
Mamá tuvo una alegría muy grande hace algunos días, pues la telefoneó una ex compañera del Comercial, que define como una amiga verdadera, casi hermana. Hicieron juntas la práctica profesional y durante su juventud compartieron momentos entrañables. Hoy ha vuelto a llamarla para felicitarla por su cumpleaños y acordaron reunirse próximamente; por lo que mamá cuenta de ella, estoy ansioso de conocerla… Al parecer, su amistad es como la que tengo con Cury, por eso puedo entender que mi vieja se pusiera tan contenta.
Casi tan bueno como lo anterior es que mamá retomara la pintura, pues no lo había hecho desde el fallecimiento de mi abuelita, del mismo modo que no escribí otra novela desde que murió mi abuelo hasta ahora. He aprendido a sobrellevar el dolor, sin permitirle superarme.
Anoche le envié un correo electrónico a tío Carlos, quien vive desde hace años con su familia en Suecia. Quería saber cómo se encuentran todos, pues cuando mi abuelita vivía, me pedía que le enviara correos o postales electrónicas de vez en cuando y ahora, usualmente le escribo en las fiestas decembrinas, pero no quiero dejarlo sólo en eso… Si puedo estrechar lazos para que ellos sepan que aquí los queremos tanto como lo hizo mi abuelita, pues lo haré; después de todo, escribir no me cuesta nada.
Casi tan bueno como lo anterior es que mamá retomara la pintura, pues no lo había hecho desde el fallecimiento de mi abuelita, del mismo modo que no escribí otra novela desde que murió mi abuelo hasta ahora. He aprendido a sobrellevar el dolor, sin permitirle superarme.
Anoche le envié un correo electrónico a tío Carlos, quien vive desde hace años con su familia en Suecia. Quería saber cómo se encuentran todos, pues cuando mi abuelita vivía, me pedía que le enviara correos o postales electrónicas de vez en cuando y ahora, usualmente le escribo en las fiestas decembrinas, pero no quiero dejarlo sólo en eso… Si puedo estrechar lazos para que ellos sepan que aquí los queremos tanto como lo hizo mi abuelita, pues lo haré; después de todo, escribir no me cuesta nada.
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