Ayer y hoy me he levantado muy temprano, pues mamá ha debido hacerse algunos exámenes médicos y esta mañana mi viejo y yo la acompañamos.
Debido a que era un trámite corto, después nos fuimos a hacer algunas compras navideñas en el centro, mientras yo me quedaba en el automóvil leyendo "El evangelio prohibido de Judas" o también, recorriendo con ellos las tiendas de calzado y cuero en la calle Victoria.
Hace un calor horroroso, así que salir y recorrer el centro capitalino es muy estresante, aunque lo prefiero a permanecer encerrado en casa.
Después fuimos a la ADICH, donde mamá compró las agujas para los aplicadores de insulina, pan de pascua, galletas de chocolate y un galletón..., todo esto dietético por supuesto. Aprovechó también de cambiar el número telefónico en la base de datos.
Por último, fuimos al Mercado Central, referencia turística capitalina para extranjeros... Allí almorzamos en el restaurant Donde Augusto; comí un exquisito pastel de jaibas. Pero lo más importante de este sitio es que Juan Andrés llevó varias veces a mi abuelita, quien además compraba en el mercado cuando era joven. Hasta en esto hay un grato recuerdo suyo.
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