Para Occidente hablar de Tierra Santa es sinónimo de Israel, por el contexto histórico, religioso y político que esta zona contempla con las disputas entre cristianos, judíos e islámicos desde el alto medioevo hasta hoy. Sin embargo, a raíz de los recientes disturbios sociales a escala mundial por las olimpiadas de Beijing 2008, resulta obvio que para el actual Oriente el concepto de Tierra Santa puede ser aplicado al Tibet.
Dándole una mirada objetiva a los acontecimientos históricos registrados y teniendo en cuenta que la historia suele ser contada por facciones poderosas, podemos decir que las guerras santas por Israel más conocidas como Cruzadas, fueron el resultado militar de intereses políticos disfrazados como causas religiosas. Si bien el Tibet practica oficialmente el budismo, sería hasta ingenuo argumentar que los disturbios en Francia, Gran Bretaña y otras naciones europeas con el paso de la llama olímpica se deben a la religión, pues con escasas excepciones en Occidente tenemos una pincelada del budismo, que nos permite conocer los conceptos de reencarnación y karma.
El Tibet ha permanecido bajo el constante dominio de diversos invasores a lo largo de su historia, debido entre otras razones a la conveniente cercanía fronteriza con Nepal e India, que actualmente posee gran poder nuclear y durante mucho tiempo fue provincia del Imperio Británico. Así por ejemplo, la tierra del Dalai Lama fue un país independiente entre los siglos VII y X, pero en el XIII fue conquistada por el Imperio Mongol que le dio bastante autonomía, especialmente cuando en el siglo XVI Altan Khan respaldó al gobierno del Dalai Lama y permitió que el budismo fuese la religión predominante entre mongoles y tibetanos.
Desde eso hasta que en la actualidad se evite hablar sobre la religión profesada por temor a represalias, el Tibet ha estado en manos de China, Gran Bretaña, Rusia, India y nuevamente China, existiendo incluso intervención de la CIA estadounidense que proveyó ayuda para conseguir la independencia de China hasta 1969, año en que el Dalai Lama y sus colaboradores ya estaban exiliados en India.
En 1989 el Panchen Lama murió y tanto el Dalai Lama como el gobierno chino reconocieron distintas reencarnaciones, pese a que este último se considera ateo. Aún así, los analistas políticos insisten en que las acciones del gobierno chino pueden considerarse moderadas, al restituir éste gran parte de la libertad religiosa con la condición de que los lamas no cuestionen su derecho a gobernar el Tibet.
Si bien las protestas se deben a la sabida aunque negada represión por parte del gobierno chino, internacionalmente esta zona es reconocida como parte de una sola china, debido a que desde su ocupación, las condiciones de vida aquí han mejorado considerablemente. Pese a ello, la Revolución Cultural de 1969 a 1979 aunada a la constante inmigración de chinos Han ha deteriorado severamente la cultura autóctona tibetana y violado los derechos humanos de los tibetanos que no paran de expresar su descontento por la ocupación china.
En marzo de este año se desencadenó una revuelta que aún no arroja cifra certera de fallecidos, debido a que el gobierno chino expulsó a la prensa internacional y difundió imágenes notoriamente editadas, argumentando la protección de su seguridad. Sin embargo, el Partido Comunista chino aseguró que aplacaría estas revueltas enviando seis mil militares y posteriormente, imágenes filtradas muestran tanques ingresando a Lhasa, la capital del Tibet.
Durante su último viaje a China, la Presidenta Bachelet reconoció el derecho China a gobernar el Tibet y Taiwán como parte de “una sola China”. Sin duda, opiniones como ésta afectan notoria y negativamente cualquier intento de estas zonas en cuanto a la independencia.
¿Son nuestros intereses políticos y comerciales y los derechos humanos chilenos más importantes que los del Tibet u otras provincias chinas localizadas fuera de su territorio? Los intereses políticos y económicos no deberían anteponerse al respeto que tanto Tibet como Taiwán merecen al intentar independizarse, siendo nosotros una nación que constantemente dice velar por los derechos humanos, a la luz de toda nuestra historia independentista y especialmente la de los últimos treinta y cuatro años.
Los derechos humanos son internacionales y aplicables ante toda situación de abuso. Los franceses acuñaron este concepto después de la Revolución Francesa en 1789 y al protestar cuando llegó la llama olímpica, fueron consecuentes.
Nuestro concepto de Derechos Humanos sin embargo, implica la exclusividad impuesta por la clase política, que resguarda las arcas nacionales de la parvedad provocada por desastres como el Transantiago, pero no contemplan la firmeza de discurso frente a situaciones ocurridas fuera de nuestras fronteras.
Dándole una mirada objetiva a los acontecimientos históricos registrados y teniendo en cuenta que la historia suele ser contada por facciones poderosas, podemos decir que las guerras santas por Israel más conocidas como Cruzadas, fueron el resultado militar de intereses políticos disfrazados como causas religiosas. Si bien el Tibet practica oficialmente el budismo, sería hasta ingenuo argumentar que los disturbios en Francia, Gran Bretaña y otras naciones europeas con el paso de la llama olímpica se deben a la religión, pues con escasas excepciones en Occidente tenemos una pincelada del budismo, que nos permite conocer los conceptos de reencarnación y karma.
El Tibet ha permanecido bajo el constante dominio de diversos invasores a lo largo de su historia, debido entre otras razones a la conveniente cercanía fronteriza con Nepal e India, que actualmente posee gran poder nuclear y durante mucho tiempo fue provincia del Imperio Británico. Así por ejemplo, la tierra del Dalai Lama fue un país independiente entre los siglos VII y X, pero en el XIII fue conquistada por el Imperio Mongol que le dio bastante autonomía, especialmente cuando en el siglo XVI Altan Khan respaldó al gobierno del Dalai Lama y permitió que el budismo fuese la religión predominante entre mongoles y tibetanos.
Desde eso hasta que en la actualidad se evite hablar sobre la religión profesada por temor a represalias, el Tibet ha estado en manos de China, Gran Bretaña, Rusia, India y nuevamente China, existiendo incluso intervención de la CIA estadounidense que proveyó ayuda para conseguir la independencia de China hasta 1969, año en que el Dalai Lama y sus colaboradores ya estaban exiliados en India.
En 1989 el Panchen Lama murió y tanto el Dalai Lama como el gobierno chino reconocieron distintas reencarnaciones, pese a que este último se considera ateo. Aún así, los analistas políticos insisten en que las acciones del gobierno chino pueden considerarse moderadas, al restituir éste gran parte de la libertad religiosa con la condición de que los lamas no cuestionen su derecho a gobernar el Tibet.
Si bien las protestas se deben a la sabida aunque negada represión por parte del gobierno chino, internacionalmente esta zona es reconocida como parte de una sola china, debido a que desde su ocupación, las condiciones de vida aquí han mejorado considerablemente. Pese a ello, la Revolución Cultural de 1969 a 1979 aunada a la constante inmigración de chinos Han ha deteriorado severamente la cultura autóctona tibetana y violado los derechos humanos de los tibetanos que no paran de expresar su descontento por la ocupación china.
En marzo de este año se desencadenó una revuelta que aún no arroja cifra certera de fallecidos, debido a que el gobierno chino expulsó a la prensa internacional y difundió imágenes notoriamente editadas, argumentando la protección de su seguridad. Sin embargo, el Partido Comunista chino aseguró que aplacaría estas revueltas enviando seis mil militares y posteriormente, imágenes filtradas muestran tanques ingresando a Lhasa, la capital del Tibet.
Durante su último viaje a China, la Presidenta Bachelet reconoció el derecho China a gobernar el Tibet y Taiwán como parte de “una sola China”. Sin duda, opiniones como ésta afectan notoria y negativamente cualquier intento de estas zonas en cuanto a la independencia.
¿Son nuestros intereses políticos y comerciales y los derechos humanos chilenos más importantes que los del Tibet u otras provincias chinas localizadas fuera de su territorio? Los intereses políticos y económicos no deberían anteponerse al respeto que tanto Tibet como Taiwán merecen al intentar independizarse, siendo nosotros una nación que constantemente dice velar por los derechos humanos, a la luz de toda nuestra historia independentista y especialmente la de los últimos treinta y cuatro años.
Los derechos humanos son internacionales y aplicables ante toda situación de abuso. Los franceses acuñaron este concepto después de la Revolución Francesa en 1789 y al protestar cuando llegó la llama olímpica, fueron consecuentes.
Nuestro concepto de Derechos Humanos sin embargo, implica la exclusividad impuesta por la clase política, que resguarda las arcas nacionales de la parvedad provocada por desastres como el Transantiago, pero no contemplan la firmeza de discurso frente a situaciones ocurridas fuera de nuestras fronteras.
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