¿Quién siendo adulto, no ha sentido alguna vez aquella pasión adolescente, que nos hace capaces de luchar contra el mundo? Yo en particular, la he sentido muchas veces, pero he sido cobarde porque el miedo a ser rechazado o descubierto me ha ganado… Todo por no haber salido del armario antes de tiempo.
Cuando un gay me pregunta si debe salir o no del armario, le digo que es su decisión, pero en realidad creo que si tus padres u otros parientes no te dicen con quien se acuestan o lo que hacen en la cama, tampoco te corresponde publicar lo tuyo gratuitamente. La única razón válida para salir del armario es sin duda, ayudar a la causa gay demostrándole al mundo entero que estamos presentes.
Después de todo, aún teniendo una familia conservadora es hoy la época más relajada para reconocer y vivir nuestra homosexualidad, sin considerar la Antigua Grecia y los obvios estigmas negativos que nos atribuyen. Aunque pocas biografías lo digan, Leonardo Da Vinci estuvo encarcelado durante un tiempo, al ser denunciado por participar en una orgía sodomita junto a otros jóvenes.
Sabiendo que nuestro país no es desarrollado, ¿quién puede decir que aquí la homosexualidad es motivo de encarcelamiento? Claro está que ello no nos permite ir por la vida como sátiros, pero conozco a muchos afortunados de vivir en el siglo XXI.
Lo malo de salir del armario es que aquellos estigmas llegan a nuestras vidas por inercia. Sin importar lo centrados, profesionales o tranquilos que seamos, casi siempre debemos ocultar nuestra orientación sexual en el trabajo y el colegio, no porque la vida íntima sea algo personal, sino por las obvias consecuencias sociales que injustificadamente nos relacionan con lacras sociales.
Ésta es la razón de que nos escondamos e inevitablemente, hay tanto homosexual y lesbiana dentro del armario, que pronto se les acabará el oxígeno. Cuando te asumes, el cambio en tu vida depende de cómo la hayas llevado hasta entonces, porque alguien tranquilo puede seguir enclaustrado, mientras que los padres de un zafado no le exigirán mucho, al estar acostumbrados a la libertad de su hijo.
Lo que sí puedo aconsejarle a cualquier homosexual o lesbiana, es que no pierda su vida intentando complacer a los demás. Ayn Rand acuñó la frase “Para saber decir ‘Yo te amo’, primero hay que saber decir ‘Yo’” y es la base de su teoría del Egoísmo Razonable. Sea bien o mal, nuestros padres ya han hecho sus vidas y la felicidad que consigamos debe ser un logro personal, porque nadie puede vivir por nosotros. Es nuestro derecho ser felices y nadie más puede reclamarlo; dado que la dicha es tan efímera, no podemos perder tiempo estando tristes.
Todo se resume en el hecho de que me amo lo suficiente para ser feliz, porque lo merezco.
Cuando un gay me pregunta si debe salir o no del armario, le digo que es su decisión, pero en realidad creo que si tus padres u otros parientes no te dicen con quien se acuestan o lo que hacen en la cama, tampoco te corresponde publicar lo tuyo gratuitamente. La única razón válida para salir del armario es sin duda, ayudar a la causa gay demostrándole al mundo entero que estamos presentes.
Después de todo, aún teniendo una familia conservadora es hoy la época más relajada para reconocer y vivir nuestra homosexualidad, sin considerar la Antigua Grecia y los obvios estigmas negativos que nos atribuyen. Aunque pocas biografías lo digan, Leonardo Da Vinci estuvo encarcelado durante un tiempo, al ser denunciado por participar en una orgía sodomita junto a otros jóvenes.
Sabiendo que nuestro país no es desarrollado, ¿quién puede decir que aquí la homosexualidad es motivo de encarcelamiento? Claro está que ello no nos permite ir por la vida como sátiros, pero conozco a muchos afortunados de vivir en el siglo XXI.
Lo malo de salir del armario es que aquellos estigmas llegan a nuestras vidas por inercia. Sin importar lo centrados, profesionales o tranquilos que seamos, casi siempre debemos ocultar nuestra orientación sexual en el trabajo y el colegio, no porque la vida íntima sea algo personal, sino por las obvias consecuencias sociales que injustificadamente nos relacionan con lacras sociales.
Ésta es la razón de que nos escondamos e inevitablemente, hay tanto homosexual y lesbiana dentro del armario, que pronto se les acabará el oxígeno. Cuando te asumes, el cambio en tu vida depende de cómo la hayas llevado hasta entonces, porque alguien tranquilo puede seguir enclaustrado, mientras que los padres de un zafado no le exigirán mucho, al estar acostumbrados a la libertad de su hijo.
Lo que sí puedo aconsejarle a cualquier homosexual o lesbiana, es que no pierda su vida intentando complacer a los demás. Ayn Rand acuñó la frase “Para saber decir ‘Yo te amo’, primero hay que saber decir ‘Yo’” y es la base de su teoría del Egoísmo Razonable. Sea bien o mal, nuestros padres ya han hecho sus vidas y la felicidad que consigamos debe ser un logro personal, porque nadie puede vivir por nosotros. Es nuestro derecho ser felices y nadie más puede reclamarlo; dado que la dicha es tan efímera, no podemos perder tiempo estando tristes.
Todo se resume en el hecho de que me amo lo suficiente para ser feliz, porque lo merezco.
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