En Estados Unidos las madres de alquiler y el método de fecundación in vitro posibilitan que gays tengan familia.
El concepto de “familia” ha cambiado notablemente en Estados Unidos desde que parejas homosexuales comenzaron a contratar vientres de alquiler y a usar el sistema de fecundación in vitro para constituir su núcleo familiar, apoyados en las leyes más relajadas de algunos Estados como Massachussets.
Éste es el caso de Michael Eidelman y A. J. Vincent, una pareja gay que viven desde hace años en su apartamento de Chelsea en Nueva York. Ambos invirtieron una no despreciable suma de 150 mil dólares en el proceso y actualmente son padres de Katherine y Connor, mellizos que cumplirán tres años el próximo 30 de junio.
Éste es el caso de Michael Eidelman y A. J. Vincent, una pareja gay que viven desde hace años en su apartamento de Chelsea en Nueva York. Ambos invirtieron una no despreciable suma de 150 mil dólares en el proceso y actualmente son padres de Katherine y Connor, mellizos que cumplirán tres años el próximo 30 de junio.
Aunque pueda parecer engorroso, el proceso para llegar a esta etapa fue toda una aventura en la cual debieron sortearse obstáculos médicos y legales bastante burocráticos. La odiosea comienza cuando ambos padres fecundaron óvulos de una mujer residente en Washington, los cuales fueron gestados por otra mujer de Ohio a cambio de dinero.
Siendo ambos padres de uno de los niños, estos fueron traídos al mundo por otra mujer en Los Ángeles, California, pues aquí las leyes tienen mayor consideración hacia las familias homosexuales.
“Sin duda, el día a día nos plantea desafíos, y uno nunca puede prever todo, pero por otro lado esto es lo más gratificante que me haya tocado vivir”, declara Eidelman, dermatólogo de 40 años que ejerce en Nueva York.
Contactaron a los interesados por medio de Circle Surrogacy, que también se ocupó de los obstáculos legales y médicos. Ésta es una empresa de Massachussets especializada en estos asuntos.
Hasta aquí, todo parece burocrático, y lo es. De hecho, en Nueva York ya nadie se sorprende al ver familias gays con dos padres o dos madres paseando en sitios públicos, pero se contradice enormemente considerando que allí aún existen obstáculos legales contra los matrimonios entre personas del mismo género.
Sanford Benardo, presidente de otra empresa especializada de Boston, el Northeast Asisted Fertility Group, asegura tener clientes en Estados Unidos, Asia, Medio Oriente y también Europa, pese a que en estos sitios la operación comercial esté prohibida. “Se trata de una práctica cada vez más difundida, y no sólo entre los famosos, porque la gente ya no lo ve como algo extraño”, declara.
Tener un hijo por este sistema cuesta en promedio 100.000 dólares que son repartidos de manera que la madre sustituta cobra 25.000 mientras que la biológica al aportar el óvulo, se lleva una tajada que fluctúa entre los 4.000 y 10.000. El resto del dinero se reparte entre la agencia encargada y los gastos médicos y legales.
Según estadísticas entregadas por la Academia Norteamericana de Pediatría, entre 1 y 9 millones de menores de 18 años vive actualmente en un núcleo familiar donde están presentes padres congéneres.
Henry es un bebé que cumplirá los dos años en agosto próximo y también vive en Nueva York junto a sus padres, Christopher Hietikko y Jeffrey Parsons.
Al contrario del caso anterior, Henry conoce a la madre que lo trajo al mundo, Jessica, una lesbiana de California que también es su progenitora biológica.
“Nos volvimos muy cercanos y seguimos siéndolo, no queríamos que fuese un arreglo negociado, sino más bien la creación de una familia”, explicó Jeffrey Parsons, quien es profesor de psicología. Sin embargo, tanto Chris como él ignoran quién de los dos es el padre biológico de Henry. “Todavía no hicimos el test de ADN. Lo haremos cuando estemos listos para tener un segundo hijo, y entonces le tocará al otro ser padre” declara.
Con el fin de tener igualdad de oportunidades, al hacer la inseminación artificial se realizó un cóctel de semen. “Pusimos nuestras muestras en un vaso, las mezclamos e hicimos la inseminación con una jeringa”.
Al nacer Henry en California, su certificado de nacimiento registra a ambos padres. Como psicólogo, Parsons asegura que los niños nacidos en una familia con padres o madres homosexuales tienen oportunidad de ser tanto o más felices que el resto.
“Las investigaciones demuestran claramente que lo que más necesitan los niños, para la competencia y la supervivencia, es un hogar seguro y con amor. Realmente, no importa que haya dos madres, dos padres, un padre o una madre soltera, siempre y cuando el niño se sienta amado”, cuenta.
Parsons dice que el pasado mes se fueron los tres de vacaciones en un crucero para familias como la suya. “Había tal vez quinientos niños: todos con padres homosexuales, allí me di cuenta de lo felices que eran”.
Siendo ambos padres de uno de los niños, estos fueron traídos al mundo por otra mujer en Los Ángeles, California, pues aquí las leyes tienen mayor consideración hacia las familias homosexuales.
“Sin duda, el día a día nos plantea desafíos, y uno nunca puede prever todo, pero por otro lado esto es lo más gratificante que me haya tocado vivir”, declara Eidelman, dermatólogo de 40 años que ejerce en Nueva York.
Contactaron a los interesados por medio de Circle Surrogacy, que también se ocupó de los obstáculos legales y médicos. Ésta es una empresa de Massachussets especializada en estos asuntos.
Hasta aquí, todo parece burocrático, y lo es. De hecho, en Nueva York ya nadie se sorprende al ver familias gays con dos padres o dos madres paseando en sitios públicos, pero se contradice enormemente considerando que allí aún existen obstáculos legales contra los matrimonios entre personas del mismo género.
Sanford Benardo, presidente de otra empresa especializada de Boston, el Northeast Asisted Fertility Group, asegura tener clientes en Estados Unidos, Asia, Medio Oriente y también Europa, pese a que en estos sitios la operación comercial esté prohibida. “Se trata de una práctica cada vez más difundida, y no sólo entre los famosos, porque la gente ya no lo ve como algo extraño”, declara.
Tener un hijo por este sistema cuesta en promedio 100.000 dólares que son repartidos de manera que la madre sustituta cobra 25.000 mientras que la biológica al aportar el óvulo, se lleva una tajada que fluctúa entre los 4.000 y 10.000. El resto del dinero se reparte entre la agencia encargada y los gastos médicos y legales.
Según estadísticas entregadas por la Academia Norteamericana de Pediatría, entre 1 y 9 millones de menores de 18 años vive actualmente en un núcleo familiar donde están presentes padres congéneres.
Henry es un bebé que cumplirá los dos años en agosto próximo y también vive en Nueva York junto a sus padres, Christopher Hietikko y Jeffrey Parsons.
Al contrario del caso anterior, Henry conoce a la madre que lo trajo al mundo, Jessica, una lesbiana de California que también es su progenitora biológica.
“Nos volvimos muy cercanos y seguimos siéndolo, no queríamos que fuese un arreglo negociado, sino más bien la creación de una familia”, explicó Jeffrey Parsons, quien es profesor de psicología. Sin embargo, tanto Chris como él ignoran quién de los dos es el padre biológico de Henry. “Todavía no hicimos el test de ADN. Lo haremos cuando estemos listos para tener un segundo hijo, y entonces le tocará al otro ser padre” declara.
Con el fin de tener igualdad de oportunidades, al hacer la inseminación artificial se realizó un cóctel de semen. “Pusimos nuestras muestras en un vaso, las mezclamos e hicimos la inseminación con una jeringa”.
Al nacer Henry en California, su certificado de nacimiento registra a ambos padres. Como psicólogo, Parsons asegura que los niños nacidos en una familia con padres o madres homosexuales tienen oportunidad de ser tanto o más felices que el resto.
“Las investigaciones demuestran claramente que lo que más necesitan los niños, para la competencia y la supervivencia, es un hogar seguro y con amor. Realmente, no importa que haya dos madres, dos padres, un padre o una madre soltera, siempre y cuando el niño se sienta amado”, cuenta.
Parsons dice que el pasado mes se fueron los tres de vacaciones en un crucero para familias como la suya. “Había tal vez quinientos niños: todos con padres homosexuales, allí me di cuenta de lo felices que eran”.
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