Hoy me proponía escribir un tratado sobre el activismo GLTBI, lo difícil que resulta salir del armario, los pros y contras de hacerlo o cómo los gays declarados ocasionalmente presionan para que el resto también forme parte del activismo. De hecho, estaba inspirado porque pasé la tarde intentando redactar algo realmente revelador.
Sin embargo, deberé dejarlo para otro día. El motivo es que entré a la página del grupo Tarkan Argentina y encontré un nuevo mensaje de Karina, haciendo un llamamiento a los cuatrocientos noventa y cinco miembros que aún no escriben nada para enviarle al cantante a fin de este mes.
Es cierto que ya lo hice y no debería preocuparme lo que suceda con el resto, pero realmente sería vergonzoso enviar apenas seis cartas en la carpeta, porque Tarkan seguramente lee todo el material que recibe, pero si el objetivo de este movimiento es lograr que por fin visite América Latina, esta mínima cantidad no lo conseguirá.
Tal vez ignoro los mínimos detalles de la vida privada del cantante, su talla de calzoncillos, la letra de cada canción; quizá desconozco lo que le agrada comer, beber, hacer; incluso puede que no sepa si acaso tiene alguna marca de nacimiento o lunar exótico. También es verdad que mucho material musical llegó a mis manos gracias a BabelCittà.
Pese a todo esto, me considero un verdadero admirador porque además de interesarme su música, interactuar con otros fanáticos o estar al tanto de sus noticias, cuando me ofrecen la oportunidad de que mis palabras lleguen a Tarkan y pueda enterarse de lo que siento y quién soy, no lo pienso dos veces.
Siempre he creído que si algo debe suceder, el cosmos y el destino confabulan. Del mismo modo, creo que la vida es lo suficientemente generosa como para golpearte el rostro con las oportunidades. Pero si eres aletargado y pretendes que las cosas lleguen a ti hechas, nunca lograrás tus objetivos.
Una de las grandes verdades de esta vida es que nada realmente importante, se consigue sin esfuerzo. Por ello, detesto cuando esos individuos mueren infelices y marchitos, culpando a otros de su desgracia. Si envejeces en esas condiciones, no tienes derecho a culpar a otros, porque tú eres el único responsable.
Hay dos maneras de vivir: manejando tu propia existencia o dejando que alguien más lo haga.
1 comentario:
Me emocionaste dedicandome la foto en tu fotolog,a veces no me doy cuenta que si cuento.
Muchas gracias,Carlos y es hermosa es foto,sus poses sus colores tan tentadores.
Muchas gracias,
Te quiero
San
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