«Quien no conoce Estambul, no conoce el amor».

Yahya Kemal Beyatlı.

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Carlos Flores Arias – Yahya.

Escritor chileno.

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miércoles, 18 de junio de 2008

Carta a Tarkan

En agosto próximo una admiradora brasileña de Tarkan viajará a Turquía para asistir a algunos conciertos y a su productora, Hitt. Con motivo de esto, Verónica y Karina, las moderadoras del grupo Tarkan Argentina de Yahoo!, han solicitado a todos los socios que les hagan llegar a la brevedad posible cualquier carta, foto u obsequio que deseen enviarle al cantante, antes de que acabe este mes.
Después de ocho años escuchando a Tarkan, no podía perder esta oportunidad y ya que Karina traducirá al inglés las cartas..., aquí está lo que escribí para él.
Dios quiera que todo salga a pedir de boca.
A: Tarkan Tevetoğlu.
De: Carlos Flores A.

Santiago de Chile. 18 de junio de 2008.

Estimado Tarkan:
Veo en ésta, una oportunidad imperdible para dirigirme a uno de los artistas que más me ha fascinado en mi vida; de esas ocasiones que la vida sólo te trae una vez y si no la tomas, te arrepientes hasta el día de tu muerte.
Aquí en Chile, tu música se hizo conocida en 2000, cuando yo apenas tenía diecinueve años y en todas las radioemisoras sonaba aquel beso de “Şımarık” que con el tiempo, se transformó en un icono de la sensualidad aunque poco o nada entendiéramos tu idioma.
Debo reconocer que antes de escucharte, Turquía era para mí un territorio desconocido, tanto como lo debe ser para ti mi país. Sin embargo, sólo por escuchar tu canción ese año sintonicé cada madrugada un programa musical televisivo que la transmitía. A tal punto llegó mi admiración, que cuando rendí la prueba de admisión a la universidad, obtuve un puntaje deplorable, porque en lugar de resolver las ecuaciones, en mi mente sólo había sitio para tu voz, esa canción y tus impresionantes ojos verdes que hasta hoy, te envidio sanamente.
Al año siguiente, contacté a un agregado administrativo de la embajada turca en Chile, sólo para aprender tu idioma y con la ingenua ilusión de algún día, conocer esa tierra que, luego de haberla investigado, me parece maravillosa. Sin embargo, como aquí no hay una gran población de turcos, la embajada es pequeña y sus recursos limitados, por lo cual mi aprendizaje se ha oxidado con el paso de los años.
Dirás tal vez que mi fanatismo es demasiado y hasta enfermizo, pero créeme que es poco. Mi vida ha sido accidentada, como la de cualquiera y no me quejo; a las ocho horas de nacer sufrí un ataque cerebral, que me condenó a permanecer en una silla de ruedas el resto de mi vida y como si eso no fuese suficiente, al cumplir los doce años se me diagnosticó diabetes infantil, otra enfermedad crónica. Si bien puedo moverme fluidamente dentro de tales limitaciones, no te cuento esto para inspirar pena, sino diciéndote que como escritor que soy, tu música me lleva a mundos imaginarios donde nada me resulta imposible… Por ello, te agradezco.
Estudiar para ser comunicador social y productor de eventos, me resultó más fácil cuando amenizaba mis horas académicas con tus canciones. Cabe mencionar que obtuve excelentes calificaciones, y es algo que me llena de orgullo.
Pese a ello, lamentaré siempre que estemos tan lejos y así, la posibilidad de conocerte o tenerte en mi país se hace prácticamente imposible. Concordarás conmigo en que un ser humano puede soportar cualquier tortura, limitación, invalidez o sufrimiento; pero al perder la esperanza, ese individuo muere, más que al perecer su cuerpo. Ojalá no me ocurra eso, ahora que tengo apenas veintiséis años.
Tú en cambio, eres como un Orfeo moderno, pues tu voz y melodías tienen el don de revivificar a una persona, mostrarle el intenso vigor de una frágil flor cuando abre sus pétalos con el primer rayo de la aurora, hacerle sentir la fresca brisa de una montaña llenarle con vida los pulmones. No exagero al decirte que sólo escuchar una canción tuya, hace que olvide durante semanas enteras mis enfermedades, como si nada importara…, sólo vivir.
Quiera Dios que algún día tus admiradores latinoamericanos podamos tenerte en estas latitudes y si no es un abuso suplicarle, que pueda traerte a Chile, un país cuyos paisajes te inspirarían en creaciones tan sublimes como “Ayrılık Zor”, si ello fuese posible.
Después de todo esto, no me queda más que decirte, porque mi admiración debe resultarte evidente. Mi deseo es que al leer estas palabras, toda sinceridad de la cual es capaz mi corazón, refleje mis sentimientos y los de cada admirador o admiradora en América Latina.
Siempre tuyo,

Carlos Mauricio Flores Arias.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Que belleza de hombre no puedo decir mas y no puedo dejar de decirlo,mirarlo y babearme por el....lo adoroooooooo
San

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Escritor chileno.