Pasé todo el fin de semana en Nancagua, visitando a mi familia y despejándome de la contaminación santiaguina.
Todos estos días he tenido hipoglucemias bastante graves y el viernes estando allá, incluso perdí el conocimiento a tal punto, que desesperado por llamar a papá para avisarle, me desdoblé y pude llegar al terminal de buses nancagüino, donde se encontraban mis padres charlando con mi prima Ulis Paola, recién llegada.
Pese a los peligrosos inconvenientes, pude disfrutar el aire fresco a orillas del río Tinguiririca, la compañía familiar, deliciosa comida casera y excelente conversación. Un descanso por demás merecido.
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