Esta tarde, mientras ordenaba mi bolso para ir mañana al control médico con mi diabetóloga, me di cuenta de toda la carga extra que llevaba:
Bolsillo de la tapa:
- Tres tubos con azúcar, por si sufro una hipoglicemia.
Bolsillos del organizador:
- Encendedor social.
- MP3 con música turca de Tarkan, Gökhan Özen y Sibel Can.
- Medidor de glicemias.
- Insulina Levemir.
- Insulina NovoRapid.
- Cintas reactivas Accu-Chek Active.
- Billetera.
- Llaves.
- Propolis Knop Spray.
- Pañuelos desechables Elite.
- Cápsulas de Sugafor.
- Estuche de lentes.
- Estuche con: espejo, peineta, champú, pasta dental y cepillo de dientes.
- Navaja suiza Victorinox.
- Colación.
- Condón LifeStyle Forte.
- Mi diario.
- Desodorante.
- Tasbith.
- Cámara fotográfica digital.
- Cargador de pilas.
- Pilas recargables.
- Cargador de móvil Nokia 5530 XpressMusic.
- Lápiz.
- Cuaderno de glicemias.
Hago la diferencia entre bolso (o mochila) y cartera porque a diferencia de las mujeres, los hombres solemos llevar aquello que creemos imprescindible, regularmente en los bolsillos de la ropa que a decir verdad, me parecen bastante incómodos.
Para una persona como yo, que anda en silla de ruedas, sería muy incómodo cargar con el peso propio, del asiento móvil y además, cuanto pudiere echar en mis bolsillos.
Por lo mismo, no tiene sentido ir a todas partes con un encendedor social, si mis amigos evitan pedirme fuego porque saben que odio fumar. Aunque en realidad, soy fumador pasivo.
Como este ejemplo, en una relación prescindo de quienes niegan públicamente estar conmigo, pretendiendo tenerme en su cama cuando nadie nos ve.
Con afán de prevenir molestas comparaciones, intento mantener el contenido lo más organizadamente posible, para no perder tiempo buscando algo que debería encontrar sin esfuerzo.
En las relaciones hago igual, desde haber cometido un error hace poco. Ahora respeto las diferencias entre amigos, amantes, romances y demases, pues si todo se mezcla, al final lo pierdes todo.
Antes llevaba la navaja suiza Victorinox para defensa personal, por si mi madre necesitaba cortar los tallos de flores que compra cuando visitamos las tumbas de mis abuelos maternos en los cementerios Católico y General o simplemente, por sensación de seguridad. Sin embargo, me di cuenta del absurdo, pues si alguien me asaltara en la calle como casi ocurrió tres veces el 19 de diciembre pasado, no esperaría que desenfundara mi arma. Además, cuando vamos a los campos santos, es papá quien porta su propia navaja o tijeras jardineras.
En las relaciones, un anillo no garantiza el cumplimiento de la promesa hecha cuando alguien se compromete conmigo. Lo único que realmente puede darme seguridad, es el contenido del bolsillo interno.
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