Esta vez el cumpleaños de mamá fue tranquilo. Almorzamos comida china en casa y así, papá le quitó el tedioso trabajo de cocinar.
El teléfono sonó hasta la noche con llamadas de gente que deseaba felicitarla, especialmente parientes.
Hago mea culpa, pues con tantos quehaceres durante los últimos días, no tuve tiempo de ir al centro comercial para comprarle un obsequio. Y a propósito, la próxima semana papá cumple años, pero hasta ahora tampoco he comprado algo para él.
Tal vez no fue un día muy festejado, pero lo cierto es que mamá tampoco suele celebrar mucho estas fechas. Para ella lo más importante es estar tranquila y si a eso se suma una llamada de mis sobrinos, quizás pueda considerarse una alegre jornada.
También es irrelevante cuántas velas lleve la torta, pues más valiosa es la experiencia adquirida y cómo asuma desde su fuerte femeneidad los estragos del sufrimiento, tornando en superación el calvario.
También es irrelevante cuántas velas lleve la torta, pues más valiosa es la experiencia adquirida y cómo asuma desde su fuerte femeneidad los estragos del sufrimiento, tornando en superación el calvario.
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