Desde Callejones del Río.
No he descubierto adónde me llevará la nueva narración, porque tengo temas que captarían mi atención completamente, pero todos reclaman su posición sin mostrar coherencia alguna, como los delirios de un loco suplicando medicación... En mi caso, el sueño o suceso inspirador que impulse las palabras.
Escribir es todo lo que hago, aquello para lo cual nací predestinado. Por lo tanto, no puedo hacer otra cosa, pues sería un engaño esclavizante a mi propia existencia, y sabemos que en esta vida -o cualquier otra- el peor engaño es aquel contra tu propio destino.
Mi alma ha envejecido de tanto ver pasar la vida y esperar que se detenga en un punto fijo. Es que nunca me di cuenta que el tiempo no se detiene, ni siquiera cuando uno permanece incólume.
Ahora debo remojar el corazón en los recuerdos de añejas nostalgias que reviven en parte, mi perdida inocencia, pues aprender es bueno y sin embargo, mientras más uno sabe, mayor es la distancia con aquella candidez de infancia.
Cuando pienso en esto, escribir es la única escapatoria para esos delirios que a veces, nadie sabe y de los cuales hago historias con otros nombres, lugares o fechas, pues en cierto modo mis narraciones son fracciones del individuo aquí expresado.
Diríamos pues, que el relato es a mí como la adaptación escrita de una existencia quieta, cuyas aguas calmas se agitan en remolinos exagerados ocasionalmente, cuando sobre la superficie sopla una breve brisa del beso pausado, el orgasmo pueril o la caricia consagrada a un amor absoluto, preservado en mi diario con nombre y rostro distinto pero misma intensidad, desde mi adolescencia hasta hoy.
Y escribo sobre esto para retomar el rumbo cuando me siento perdido, pues no puedo pretender que otros tengan las respuestas o mi camino de regreso. Ésta es la principal motivación para usar las palabras, la lengua, las letras como mapa y sin quererlo, al mismo tiempo dejo huella de varias existencias: la mía como eje conductor, per aún más importantes, las de otros como elementos potenciadores.
Escribo porque el diario no me basta para registrar esta vida, porque las narraciones son el único modo en que Dios expresó Su divino poder, porque soy un instrumento mediante el cual una realidad se expresa... La mía en particular y una mayor en general.
De este modo, soy escritor para cumplir una voluntad superior y no por obligación, pues llevo impreso en el espírtu ese deseo de escribir, porque así soy feliz. Y sólo puedo concluír tras esto que tal vez resulto grande frente a mi vida, pero infinitamente pequeño al integrar una minúscula parte del Gran Plan.
No importa qué ocurra conmigo, sino lo que quede luego de mi partida. Mas esto será para mí un misterio y sólo lo sabrán quienes sin leyéndome al borrarse mis efímeros pasos.
1 comentario:
Estoy leyendo por primera vez tus líneas y he quedado gratamente sorprendido. Leeré más de ti.
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