Estoy cansado, pero feliz. Por la mañana fui a las oficinas del Grupo Editorial Norma y entregué el manuscrito de mi segunda novela, que además ya está inscrita como propiedad intelectual. Ahora sólo debo esperar tres meses para obtener una respuesta del editor sobre su publicación. Ojalá sea positiva.
Mañana partiré a Callejones y celebraré en familia las Fiestas Patrias del tan bullado Bicentenario chileno.
Sin embargo, a mi regreso comenzaré mi tercera novela, para la cual ya hasta tengo a alguien cuyo cuerpo me sirva como descripción física del protagonista. Así no se enfriará mi mano entre obras.
De la que ya escribí, sólo unos pocos personajes son mera invensión mía, pues la mayoría se basa en personas reales. Sin embargo, nadie podría maldecirme por describirle desfavorablemente, porque tomé varias características de distintos individuos para atribuírselas a un determinado personaje. Fue un trabajo difícil definir personalidades, pero sólo el lector dirá si lo logré.
Ahora dejo atrás esa historia y espero pronto escuchar el canto de una musa, para definir la próxima.
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