En la última Feria Internacional del Libro de Santiago tuve el placer de adquirir la reedición de "Vidas vulnerables", colección de cuentos del escritor chileno Pablo Simonetti bajo el Grupo Editorial Norma.
En esta entrega, el novelista narra historias con exhaustivos detalles cuya realidad bien o mal he podido comprobar personalmente... Como escritor, reconozco que a veces describir situaciones y lugares me resulta dificultoso si trato de ponerme en los zapatos del lector. Sin embargo, se agradece que Simonetti relate brevemente sin perder el hilo conductor.
Hago mea culpa. Cuando leo algún libro que requiere demasiada atención, es muy probable que lo deje a la mitad aunque en un principio parezca entretenido. Empero, Simonetti logra seducirme al danzar literariamente, sin ceder demasiado ni reteniéndome forzosamente. Así, me deja en un punto intermedio donde hasta cierto punto le admito aquel secuestro.
Sí. Es cierto que ocasionalmente repite palabras cual estribillo en el canto de sirena. Pero no lo considero redundancia o pobreza de lenguaje, sino un recurso válido para entregar su mensaje masivamente.
Existen otros escritores, que no vienen al caso, capaces de utilizar hasta el hartazgo términos muy rebuscados, con el ánimo de presumir su amplio vocabulario como reconocidos intelectuales. Uno debe sentarse a leerlos con una enciclopedia acompañando el viaje literario. Simonetti en cambio, siendo un hombre por demás culto y cosmopolita, escribe para entretener sin ánimo de pedantería académica.
Esto además lo dota de una cualidad especial: voluntaria o involuntariamente -habría que preguntárselo- hace reflexionar entregando sutiles moralejas, lo cual da a sus textos un contenido extra.
Es verdad que juega con la ambigüedad de sus personajes y es un tema recurrente en sus obras, pero la estructura y el contexto narrativo hacen que finalmente esto pase a segundo plano y no choque.
En el relato "Santa Lucía", que le hizo ganador del concurso de cuentos de revista Paula en 1997, no se necesita ser lector consumado para apreciar la cruda realidad desnuda de un matrimonio cuya crisis desemboca en este cerro santiaguino.
Cuando lo leí, sea por incredulidad o ingenuidad, creí que era una chocante ficción. Sin embargo, hace poco tiempo paseé por ese sitio y cuál fue mi sorpresa al ver tres parejas de amantes tendidas en el pasto. Moraleja: la realidad es más increíble que la ficción.
En "Los jardines del Bóboli" el autor hace gala de la descripción, que según veo es el principal atributo narrativo de un buen escritor, especialmente para quienes como yo, no han tenido la suerte de visitar Italia. Si es cierto que debemos escribir sobre lo conocido, nuestra experiencia contribuye bastante aunada a la investigación del tema y escenario escogido para alguna obra.
Es con este estilo que Simonetti demuestra su bagaje cultural y hasta sibarita sin necesitar vanagloriarse, siendo humilde en la expresión artística y consiguiendo una notoriedad que muy pocos merecen.
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