Esta semana me gustaría presentarles a un autor que hasta la última Navidad desconocía: el argentino Adolfo Bioy Casares. Trabajó con Borges escribiendo varias novelas policíacas e incluso fundó una revista literaria, transformándose en uno de los escritores trasandinos más reconocidos por su innovación creativa.
En 1973 escribe la novela “Dormir al sol”, donde como es costumbre para él, trata las dificultades al consolidar una relación amorosa, mezcla mundos ficticios con realidades y aborda sus temas añadiéndole un humor chispeante que sin duda reaviva el interés del lector con cada capítulo.
El autor narra en primera persona la vida matrimonial de Lucho Bordenave, un cesante dedicado al oficio de relojero cuya esposa, Diana, muestra desde el principio un temor casi patológico a los hospitales psiquiátricos, pues cuando era joven estuvo internada. Es allí cuando el libro enhebra una historia inicialmente sencilla que a través de las páginas expone cómo funcionan estas instituciones médicas y los peligros del área facultativa tan bien explorada por Bioy Casares.
Irónico, gracioso y original, el argentino describe muy bien a sus personajes, lugares y situaciones en capítulos breves donde comienza narrando la monótona existencia del protagonista, quien llevado por manipulaciones maquiavélicas acepta internar a Diana en un instituto frenopático. Desde ese momento la realidad se desperfila hasta confundirse con lo imaginario, paranoico e incluso misterioso.
Quizás el lector pueda confundirse en las primeras páginas, donde Bordenave escribe una carta perdiéndose muchas veces entre situaciones anexas al conflicto principal. Uno a veces se atasca en las ramas donde presenta personajes y los describe ocasionalmente graciosos, sobreprotectores, cínicos o conflictivos. Sin embargo, al mismo tiempo esto permite desarrollar el relato pausado, evitando presentar en la primera página una trama que necesita tiempo.
Aun así debo ser honesto, pues a veces el escritor pierde la continuidad narrativa cuando habla sobre un tema puntual y lo ejemplifica con vivencias pasadas. Para retomar el hilo debe recurrir muchas veces a un retomar que seguramente sería menos vago si hubiese redactado distinto el texto.
Por otro lado, a mi parecer uno de los personajes más atractivos es Ceferina, debido a la relación casi materno-filial que mantiene con Lucho y el antagonismo con Diana derivado de esto.
Otro de los temas más interesantes presentados por Bioy Casares son las carencias afectivas de cada personaje, llamándome poderosamente la atención cómo Diana expresa su deseo de tener hijos.
Sí. Éste es un buen relato que además se enmarca muy bien en la época narrada, hincando el diente a las experiencias de los barrios y relaciones entre vecinos, para derivar al tema raíz del cual se exponen realidades, temores e imaginarios.
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