«Quien no conoce Estambul, no conoce el amor».

Yahya Kemal Beyatlı.

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Carlos Flores Arias – Yahya.

Escritor chileno.

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martes, 27 de septiembre de 2011

Maricón lleva tilde

Escribo este artículo harto de la intolerancia nacional, que lamentablemente forma parte de nuestra idiosincrasia tanto como los saqueos a supermercados, las protestas con destrozos públicos o la delincuencia en sus distintas variantes.
Pocas veces he querido alzar la voz tanto como ahora, ante una estúpida guerra semántica de la que se valen para bien o mal organismos gubernamentales y homofóbicos radicales escondidos en el anonimato cobarde.
Francamente no me interesa si Jordi Castell se llama así o no. Lo que sí me importa es la obvia incitación violenta que un panfleto muy mal redactado hace, al ser distribuido en diversas comunas santiaguinas. En él se disfraza de nacionalismo un mensaje cobarde, ingurioso y generalizado que demuestra con cada palabra la pobredumbre de determinados sectores supuestamente cultos e incluso analfabetas, aludiendo a toda nuestra sociedad del modo más triste y patético.
Es cierto que no nos escandalizamos tanto cuando el mismo discurso es declamado por alguna autoridad política o eclesiástica de renombre. La molestia del SERNAM y del Movilh se centra principalmente en dos puntos:
  1. La descalificación que este panfleto hace de la campaña "Maricón 2.0", promovida por el SERNAM para denunciar el maltrato masculino hacia la mujer y prevenir de este modo, a largo plazo la violencia intrafamiliar o entre parejas.
  2. El carácter difamatorio, grosero y violento utilizado contra un personaje público, cuyo efecto se hace extensivo a todo un sector por demás discriminado y ofendido históricamente. Quede claro que a nadie corresponde calumniar al señor Castell ni ningún otro, enrostrándole un supuesto pasado turbio. Esto es demasiado ruín.
Queridos lectores, como mi blog es en sí una columna de opinión sobre diversos temas y en este caso el cobarde tendría que dar la cara para ejercer de algún modo un derecho a réplica, que para mi gusto perdió al comenzar una nefasta campaña, me daré la libertad de aclarar algunos puntos que me parecen relevantes:
Para empezar, es cierto que el término Maricón en diversos idiomas, ha sido utilizado de modo peyorativo -por decir lo menos- para referirse a hombres homosexuales desde los tiempos aurorales del mundo. Toda nuestra civilización debe agradecerle al desgraciado que por vez primera haya acuñado este florido lenguaje.
Si el SERNAM hubiese empleado otro insulto de nuestro amplísimo idioma para referirse a los hombres maltratadores, habría tenido quizás un efecto igualmente potenciador para la campaña o inclusive superior. Pero aquí ocurre que de diez palabras usadas diariamente, repetimos siete en cada frase y nuestra pobreza de lenguaje nos hace cometer garrafales errores ortográficos como los del malamente célebre panfleto o nos incapacita para hablar públicamente sin quedar en blanco cuando ignoramos conceptos básicos.
Emplear una palabra ofensiva claramente referida a cierto sector social y pretender redefinirla atribuyéndole actitudes negativas como maltratar a una mujer, resulta un arma de doble filo y despropósito. Esta acción además de confundir al espectador hundiéndolo en su desconocimiento, también ensucia aún más y de manera bastante injusta a quienes hayan sido llamados maricones por su orientación sexual.
Si al menos el responsable hubiese utilizado correctamente signos de puntuación y un diccionario básico, su mensaje al menos no sería objeto de burla, además del repudio que inevitablemente merece. ¿Qué grado académico tiene quien escribe «!BASTA¡» con los signos exclamativos invertidos? Y pongan atención, desde ahí, el único invertido es él.
Y tiene el descaro de declarar «NO SOMOS HOMOFOBICOS». Por favor, podrás subestimar al pobre tipo que lee Condorito como si fuese la enciclopedia Larousse de hace quince años. ¡Pero a mí no! Ni falta hace ser semiólogo para darse cuenta de que cada pútrida palabra expele discriminación hacia una orientación sexual que quizás encubiertamente sea la tuya. La misma ha existido mucho antes de tu lamentable nacimiento y seguirá muchísimo después de ese último suspiro exhalado por vuestra boca.
Lejos de pretender mejorar nuestra sociedad impidiendo supuestos lavados de imagen, esta campaña promueve un patriotismo mal entendido, que en lugar de defender la aceptación de cada individuo como parte importante del conjunto, alienta una cacería de brujas, nunca mejor dicho. Como si aquí no se discriminara ya lo suficiente.
Si fuese o no el propósito lavar la imagen del panelista televisivo y fotógrafo, nada importa. Aquí, estimados lectores, se llama directamente a prevenir la propagación de una homosexualidad latente en futuras generaciones. O sea que, encima de todo, la masculinidad es objeto del escarnio inescrupuloso y se acusa con total descaro al personaje sin siquiera dar una prueba, lo cual demuestra cual falsas pueden ser estas afirmaciones.
Nuestra extremista sociedad nos hace pensar que si eres un varón heterosexual, entre más mujeres pasen por tu cama, mayor virilidad tienes, como si hubiese una relación directa. En tanto, si eres hombre homosexual, todos deben cuidarse de ti porque supones incluso la perversión de menores y una vez más se comete la misma imparcialidad injusta. ¡No seas imbécil! Si así fuera, no existirían pedófilos heterosexuales ni sacerdotes abusadores.
Esto también ha derivado en la distracción del objetivo principal, cual es combatir la violencia intrafamiliar contra la mujer. ¿A alguien se le ha ocurrido que tal vez, sólo tal vez, las mujeres maltratadas realizan juicios mucho más severos hacia sus verdugos que simplemente el de maricones?
¿Y qué es lo más grave de haber iniciado esta difamación? ¿Las acusaciones contra Jordi Castell? No señoras y señores. Lo peor es que podemos hacer retroceder con nuestra ignorancia a las organizaciones que luchan por igualdad de derechos civiles sin importar orientación sexual. Lo peor es que todavía parece haber motivos para considerar inmerecidas aquellas garantías ciudadanas. Lo peor es que aún no se hace lo suficiente para taparle el hocico al autor del maldito panfleto, pues sigue habiendo quienes consideran un estilo de vida válido aquella promiscuidad mencionada. Lo peor es que el maltrato a la mujer pasó ya a tercer plano porque desde un principio, la campaña tuvo lagunas. La culpa no es del chancho, sino de quien le da afrecho y en este caso, ya sea un estúpido salido del alcantarillado o un señor elegantemente vestido, sólo debió esperar su oportunidad.
Vergüenza debería darnos, por atrevernos a considerar Chile un país en vías de desarrollo y aguantar entre tanta delincuencia, deshonestidad, inconformismo, miseria y suciedad mental, esta guinda de una torta que nadie quiere comerse. Pero más nos preocupan la farándula y el cometa Elenin, porque sin eso no tenemos tema.

5 comentarios:

Esteban Varas dijo...

Lo que encuentro gracioso y absurdo,es que a Jordi se le censura,porque según este cobarde panfletero,él está promoviendo la homosexualidad.Y yo digo,¿se podrá convencer a alguién que el sexo homosexual es mucho mejor que el heterosexual?...Hay que ser muy imbécil para algo semejante...Y lo otro,me gustaría que este panfletero dé la cara y no sea MARICÓN!!!.

Sandra Valenzuela dijo...

Que sepa que el sexo es bueno, el resto es asunto de cada quién.
besos.

Sandrino Yerko Hermosilla dijo...

lo que una persona aga en la intimidad es problema de cada uno.
los que critican son los peores maricones tapados y maltratadores de mujeres y niños.

Anónimo dijo...

Nadie puede ni debe jamás descalificar a nadie, "el que este libre de pecado que arroje la primera piedra" nuestra sociedad es muy buena para condenar.

Pamela Molina Cartes dijo...

Insisto: Las fobias son trastornos psicológicos que requieren de un tratamiento. Ser HOMOFOBICO ; es una ENFERMEDAD. Ser HOMOSEXUAL ; es una forma de AMAR ¡¡¡...

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Yahya. Carlos Flores A.
Escritor chileno.