
Alguna vez debí mencionar que en Estambul me compré un diario íntimo con tapas de cuero (en la foto). Estaba tan ilusionado con escribirlo durante mi próximo viaje y sin embargo, no podrá ser. Comencé a usarlo el pasado 1 de enero y yame quedan pocas páginas para terminarlo. Han ocurrido tantas cosas en mi vida y no todas son buenas.
¿Para qué entrar en detalles? Aprendí hace mucho tiempo a diferenciar entre un diario íntimo y un blog. Además, últimamente la gente está muy sensible y por ello, es mejor escribir todo en un lugar donde nadie pueda leerlo. Así evito represalias, demandas y matonaje como el que debí sufrir cuando cierto escritor se sintió agraviado por una crítica mía.
¿Qué le pasa últimamente a la gente? Todos se comportan como si fuesen intocables y ante la más mínima molestia reaccionan como si uno les hubiese sacado a la madre. Pero por otro lado, ellos no se restringen cuando despotrican. Ante tanta intolerancia, lo mejor siempre será no sucumbir a las pasiones ni responder. Simplemente seguir de largo como si nada hubiese ocurrido.
No es que uno use el diario íntimo para difamar libremente a aquellas personas. En mi caso, escribo lo sucedido y ya, en lo posible sin emitir juicios valóricos tan fáciles de soltar para cuestionar los motivos personales cuando de religión u orientación sexual se trata, por ejemplo.
Es fácil llenarse la boca y para mí más rápido sería llenar las páginas del más extenso diario si le diera rienda suelta a mis opiniones. Pocos recordamos que cada palabra afecta a quien la escucha o lee y por eso, muchas veces es mejor amarrarse la lengua o soltar el lápiz. Aún así, dentro de poco mi diario deberá ser renovado y espero que para entonces, las vivencias registradas sean mejores.
De este diario rescato la sencillez de los momentos, el crecimiento espiritual, haber descubierto cosas sobre mí y los demás que antes no sabía e interpretar las vivencias como parte del proceso de aprendizaje que todos tenemos.