No soy ecologista sino escritor. Pero mi amor por
Estambul y Turquía en general, me hace alzar la voz hoy de la única manera que
sé: escribiendo y dejando aquí un registro del horroroso crimen que se está
cometiendo ahora mismo en el Parque Gezi, ubicado en la Plaza de Taksim, donde
están cortando los árboles para levantar un centro comercial.
Con todo el amor que les tengo, mis queridos turcos, y
habiéndome pasado ya catorce años pendiente de todo cuanto ocurre allá –toda una
vida- me creo con el derecho de no permanecer indiferente frente a tal
atropello y me gustaría creer que lo hacen por ignorancia, no por mera crueldad
empresarial.
Aquí en Santiago de Chile sólo el Parque Forestal es
nuestro gran pulmón y vivimos intoxicados por la contaminación inagotable. Cuando
visité Estambul en 2011 por voluntad de Allah, pude ver una belleza verde que
jamás presenciaré aquí y me parece espantoso que ustedes, tan preocupados de
conservar su patrimonio, descuiden parte del tesoro natural que poseen para
reemplazarlo por otro frío edificio de tiendas departamentales donde
seguramente se venderán a precios exorbitantes los mismos productos que en
cualquier otra parte del mundo.
¿Qué podrán encontrar allí tan hermoso y valioso como
el brote de un árbol antiquísimo, cuyas ramas llevaban incontables generaciones
sosteniendo la historia osmanlí o el breve momento de un individuo sin
importancia como yo, que pasó por allí y quedó maravillado? ¿Acaso las tiendas,
cines y patios de comida pueden igualar con su arquitectura artificial la
hermosura del diseño divino en el grueso tronco de un árbol que sufría mientras
le mutilaban sus partes?
No se dejen engañar por el pasajero placer del paseo
dominical con los amigos, cargando aquellas frívolas compras que hagan para
aliviar sus conciencias tras haber permitido que tantas vidas verdes hayan sido
tomadas, tantas historias, tanto legado turco y universal. Cuando menos lo
esperen, dejará de importarles lo sucedido como tampoco importará que hayan
vendido un pequeño puerto y la estación de trenes Haydarpaşa pretendiendo construir hoteles.
No quiero dar malas ideas y
mucho menos contribuir al destrozo cultural que durante milenios les ha costado
levantar, pero recuerden lo ocurrido en Hasankeyf. Allí donde posiblemente se irguió
alguna vez el propio Jardín del Edén, ahora quieren construir una represa bajo
la cual se sepultarán milenios, poblados y quizás, hasta el nacimiento de la
Humanidad. ¿Qué seguirá luego? ¿Convertirán el magnífico Palacio de Topkapı en
un hotel de siete estrellas?
Soy
chileno, pero debo protestar porque en el territorio turco se ha destruido
parte del legado universal en pos del malentendido desarrollo y absurdo
capitalismo. Les invito a recordar que en su propio himno nacional hay una
estrofa que lo dice todo de manera muy simple: «¿Quién
no iba a morir por este pedazo de tierra celestial?» y ahora, algunos
turcos –no todos- lo han olvidado. Por ello es que desde muy lejos me siento
llamado a dar este mensaje de alerta, para que ustedes mismos detengan posibles
atropellos venideros.
Turquía fue uno de los más extensos y
poderosos imperios que tuvo en sus manos el destino de nuestra civilización
muchas veces. Respetados y temidos, los sultanes otomanos decidieron cómo se
delineaban las fronteras de nuestro mundo e influenciaron culturalmente más allá
de las naciones conquistadas. Sus hazañas militares como la Conquista de
Constantinopla en 1453, dirigida por Mehmet II, marcaron época y en ese caso
puntual, se considera aquel hecho el fin de la Edad Media.
Tanta relevancia histórica, registrada en los
libros, no puede desplazar la importancia de los espacios naturales que alguna
vez atestiguaron estos acontecimientos. No cometan el error de subestimar lo
ocurrido hoy porque estarían menospreciando parte de la belleza que hace única
a Turquía. No atenten contra ustedes mismos ni mutilen parte de su nación como
si no tuviese valor alguno.
Aquí les dejo dos fotografías puestas en
Facebook por mi amigo Serhan Kocaman. En la primera aprecian las protestas de
manifestantes oponiéndose al destrozo en el Parque Gezi y en la segunda, pueden
ver la atroz imagen de muerte posterior.
Con todo el amor del mundo a mis hermanos
turcos, se despide un doliente esperando llamar su atención para que cuiden más
lo suyo, lo mío, lo nuestro…, lo que es de todos.
7 comentarios:
Gracias por su carta que toca al corazon. Lamentablemente no tengo la minima esperanza de mi gobierno para hacer las cosas bien (soy turca).
Lo que se habia logrado con la Constructradora Agaoglu para que no destruya La Selva Fatih, no creo que se logra ahora por Taksim.
Agotan la paciencia y el amor que tiene uno hacia su pais, y con mucho dolor y corazon roto y muchisima decepcion vivo/vivimos en tierras lejanas...
Lamentable.
Enhorabuena Amigo. Eres Gran Amigo de Turquía
Espero que no se ofenda nadie.
Muy bueno lo que escribistes. No es justo que nosotros tenemos un legado perdido en nombre del "progreso".
Que hermoso escrito. Espero que logre tocar el corazón de nuestros hermanos turcos y comprendan que estamos perdiendo una parte del pulmón del mundo.
Gracias Katherin. Al escribirlo, espero contribuir en algo.
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